Foto Prof Eldad Tzahor
Unos 45 laboratorios de este centro de investigación de prestigio mundial resultaron dañados por un misil lanzado desde Irán; su reconstrucción podría tardar años y requerir decenas de millones de dólares. Varios investigadores perdieron la labor de sus vidas
El 15 de junio por la mañana, tras una noche sin dormir, el profesor Eldad Tzahor, del Instituto Científico Weizmann en Rehovot, fue a revisar el lugar donde se había encontrado su laboratorio hasta el día anterior.
Durante la noche, un misil balístico iraní impactó directamente en el Instituto Weizmann. Si bien no hubo muertos, el ataque destruyó dos edificios: el de ciencias de la vida y otro vacío, aún en construcción. Otras decenas de edificaciones resultaron dañadas.
Fundado en 1934 por el primer presidente de Israel y destacado científico, Jaim Weizmann, el Weizmann es una institución de investigación multidisciplinaria líder a nivel mundial en ciencias naturales y exactas. Se cree que Irán lo atacó en respuesta a la eliminación por parte de Israel de varios científicos nucleares, en un intento de impedir que Teherán obtuviera una bomba nuclear.
Unos 45 laboratorios fueron destruidos, incluido el de Tzahor, cuya investigación se centra en la biología cardíaca. Un académico de alto rango de Weizmann, que prefirió permanecer en el anonimato, declaró al medio de noticias económicas Calcalist que el costo estimado de construir un laboratorio ronda los 50 millones de dólares; equiparlo con el equipo adecuado podría costar otros 50 millones.
Lo que Tzahor encontró ante sus ojos ese domingo por la mañana fue una escena de destrucción total. «Era una zona de guerra», declaró Tzahor a The Times of Israel. «Todo en nuestro hermoso instituto estaba cubierto de vidrio y trozos de metal».
El laboratorio de Tzahor, que acumulaba 22 años de trabajo, muestras científicas, incluyendo miles de tejidos cardíacos de animales y pacientes, muestras de ADN y ARN, y más, había desaparecido.
Cuando el investigador vio un refrigerador que parecía casi intacto entre las ruinas, no pudo evitar intentar salvar algo. “Mi yerno, que venía conmigo, se subió al refrigerador y logró abrir la puerta. Trasladamos su contenido a otro refrigerador en un edificio del Weizmann que no fue atacado”.
El laboratorio del investigador Eldad Tzahor, que acumulaba 22 años de trabajo, muestras científicas, incluyendo miles de tejidos cardíacos de animales y pacientes, muestras de ADN y ARN, y más, había desaparecido
“Claro, se supone que las muestras deben conservarse a una temperatura de -80 grados Celsius, y para cuando las trasladamos estaban a temperatura ambiente, así que no estoy seguro de que aún se puedan usar”, añadió. “Pero al menos sentimos que hicimos algo”.
Tzahor no fue el único que intentó actuar. Tras el ataque iraní, estudiantes y profesores se apresuraron a salvar lo que fuera posible. El biólogo Jacob Hanna, quien se encontraba en el extranjero, declaró a la revista Nature que sus estudiantes lograron salvar cientos de líneas celulares humanas y de ratones congeladas, trasfiriéndolas a tanques de nitrógeno líquido de reserva que había preparado en el sótano de uno de los edificios, ante el temor de las posibles consecuencias de la guerra en múltiples frentes en la que Israel se encuentra inmerso desde el 7 de octubre de 2023, cuando miles de terroristas liderados por Hamás se infiltraron en el país desde Gaza, matando a 1200 personas e hiriendo a miles.
El ataque no solo dañó laboratorios individuales. Gran parte del sofisticado equipo que el instituto ofrecía a sus científicos para su uso también desapareció. «El Weizmann está diseñado de tal manera que contamos con numerosos servicios de apoyo, maquinaria muy costosa y de alta calidad que, por lo general, un laboratorio no puede permitirse por sí solo», explica la investigadora Tslil Ast. «Muchos científicos y laboratorios dependen de ese equipo para sus investigaciones. Esos servicios, o al menos una parte de ellos, se han visto gravemente afectados». Según Ast, ese daño reducirá la capacidad de muchos otros laboratorios para continuar sus investigaciones, no solo de los directamente afectados.
Ast trabaja en el Departamento de Ciencias Biomoleculares. Fundó su laboratorio hace poco más de dos años, para investigar cómo el cuerpo humano utiliza el hierro y cómo el exceso o la falta de este causa enfermedades. “El laboratorio está ubicado en un edificio bastante alejado del lugar del impacto, pero sufrió algunos daños. Partes del techo se derrumbaron y las ventanas se hicieron añicos. Pero, en general, son daños menores en comparación con lo que están pasando otros laboratorios”.
Ast también explica que la comunidad de Weizmann se ha visto afectada por el incidente más allá de su trabajo. “Muchos de nosotros vivimos en residencias del Weizmann, ya sea dentro o fuera del campus. Las instalaciones del campus sufrieron graves daños, y la gente se vio obligada a abandonar sus hogares. La sensación básica de seguridad de muchos se ha visto afectada”.
Centro de investigación de renombre internacional
Al igual que otras universidades de Israel, el Instituto Weizmann tiene vínculos con la industria militar. En junio de 2023, por ejemplo, el club Weizmann AMOTech, una iniciativa liderada por estudiantes e investigadores para conectar a físicos del mundo académico con la industria, organizó un evento sobre I+D en la industria de defensa en Israel. En octubre de 2024, el Weizmann anunció una colaboración con la empresa de tecnología militar Elbit para desarrollar materiales innovadores de inspiración biológica para aplicaciones de defensa.
Tan solo dos días después del ataque, el prestigioso Consejo Europeo de Investigación anunció los 281 beneficiarios de sus Becas Avanzadas, por un total de 721 millones de euros. De las 12 becas concedidas a universidades israelíes, seis se destinaron al Instituto Weizmann. En la categoría de Ciencias de la Vida, Weizmann obtuvo cuatro de las 81 becas concedidas por el CEI.
Según el investigador Oren Schuldiner, al menos 15 laboratorios destruidos por el misil recibieron financiación de las becas del CEI, incluido el suyo. «Necesitaremos entre 1,5 y 2 millones de euros para reconstruir mi laboratorio».
Tan solo dos días después del ataque, el prestigioso Consejo Europeo de Investigación anunció los 281 beneficiarios de sus Becas Avanzadas, por un total de 721 millones de euros. De las 12 becas concedidas a universidades israelíes, seis se destinaron al Instituto Weizmann
Sin embargo, Schuldiner afirma que el dinero no es lo que más le preocupa. La investigación de Schuldiner se centra en la neurobiología del desarrollo, con el objetivo de descubrir los procesos que experimenta el cerebro durante su desarrollo, y cómo las alteraciones en estos procesos pueden provocar afecciones como el autismo, la esquizofrenia, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y otros trastornos neurosiquiátricos.
«Mi laboratorio investiga estos mecanismos a nivel molecular básico, utilizando la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) como organismo modelo», explica. «A lo largo de los años, hemos desarrollado diversas herramientas que nos permiten visualizar neuronas individuales dentro del cerebro intacto de la mosca».
Schuldiner explica qye las moscas de la fruta son especialmente adecuadas para estos estudios, porque un proceso de desarrollo que dura 20 años en el cerebro humano ocurre en pocos días durante la metamorfosis de la Drosophila de larva a adulto. «Nuestra pérdida más grave son las cientos de moscas trasgénicas que habíamos creado a lo largo de los años», afirma. En una publicación en X (anteriormente Twitter), el investigador hizo un llamado a sus colegas, pidiendo a quienes habían recibido algo de su laboratorio que lo mantuvieran a salvo. «La comunidad de las moscas es muy generosa y colaborativa. A menudo nos enviamos moscas entre nosotros», dice.
El trabajo de toda una vida se esfumó
Unas diez personas trabajan en el laboratorio de Schuldiner. El investigador, que se encontraba en Alemania en el momento del ataque y se sigue atrapado allí por la suspensión de los vuelos a Israel, afirma que ha sido impactante ver cómo se esfuma el trabajo de toda una vida. «Es desgarrador, no hay otra palabra para describirlo. Estamos hablando de 17 años de mi carrera; todo lo que habíamos construido como grupo se ha evaporado por completo».
El profesor comenta que, desde el ataque, pasa la mayor parte del día hablando con los estudiantes que trabajan en su laboratorio. «Sus carreras se han visto drásticamente afectadas. Estamos tratando de pensar en cómo ayudar a cada uno de ellos individualmente, y también en qué podemos hacer como grupo para reconstruir lo que hemos perdido».
Todos los científicos enfatizan que el lado positivo del ataque ha sido la efusión de solidaridad que han recibido de sus colegas en Israel y el extranjero. “Desde el domingo por la mañana he recibido cientos de correos electrónicos y mensajes de WhatsApp de todo el mundo. Personas que expresan su profunda consternación por lo que pasó, y se ofrecen a ayudar en todo lo que puedan”
Tslil Ast afirma que el Instituto Weizmann se esfuerza por garantizar que todos se sientan apoyados, con especial atención a los investigadores internacionales. “Por razones muy comprensibles, la comunidad internacional en el campus se redujo después del 7 de octubre; pero muchos regresaron, porque el Weizmann realmente trabaja con ciencia de vanguardia”, afirma. “El Weizmann está muy consciente de lo difícil que es ser un estudiante internacional en cualquier parte del mundo, pero resulta aún más desafiante en Israel en las actuales condiciones. El instituto se esfuerza por asegurar que ellos se sientan protegidos y priorizados”.
¿Qué sigue ahora?
Para algunos laboratorios, el proceso de reconstrucción podría llevar años. “Teníamos un microscopio confocal que costó alrededor de medio millón de euros”, cuenta Schuldiner. “Estos microscopios se fabrican en Alemania y, en circunstancias normales, construir uno en un laboratorio aquí toma de tres a cuatro meses. En la situación actual, ¿quién sabe cuánto más tardará?”.
Oren Schuldiner, cuyas importantes investigaciones se centran en el autismo, la esquizofrenia, el TDAH y otros trastornos neurosiquiátricos
(Foto: Instituto Weizmann)
Todos los científicos enfatizan que el lado positivo del ataque ha sido la efusión de solidaridad que han recibido de sus colegas en Israel y el extranjero. “Desde el domingo por la mañana he recibido cientos de correos electrónicos y mensajes de WhatsApp de todo el mundo. Personas que expresan su profunda consternación por lo que pasó, y se ofrecen a ayudar en todo lo que puedan”, dice Tzahor.
“Esto ha sido lo más conmovedor”, reitera Schuldiner. “Ha habido gente que se ha ofrecido a albergar el laboratorio en Israel y en el extranjero. Otro laboratorio dijo que podía rehacer algunos plásmidos (moléculas de ADN) para nosotros, y la empresa que suele preparar moscas para nosotros en California se ofreció a hacerlo gratis. Es demasiado pronto para pedir algo específico, pero esta respuesta sin duda ayuda”, añade.
*La autora, Rossella Tercatin, es la reportera sobre temas de arqueología y religiones de The Times of Israel.
Fuente: The Times of Israel.
Traducción Sami Rozenbaum, Nuevo Mundo Israelita
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