Pedro Sanchez foto oficial
Pedro Sánchez lidera la campaña antiisraelí en Europa, y ministros de su gobierno acusan a Israel de haber iniciado la guerra. Su familia y allegados están envueltos en escándalos de corrupción, y su supervivencia política parece depender de adoptar las posturas de los partidos de extrema izquierda españoles.
El Ministerio de Asuntos Exteriores español convocó al encargado de negocios de la embajada de Israel en Madrid para una reprimenda formal durante el fin de semana, después de que la embajada criticara a Sánchez por describir una vez más a Israel como un “Estado genocida”.
Esta última disputa diplomática forma parte de una campaña antiisraelí sin precedentes, que Sánchez ha liderado en los últimos meses. En mayo fue invitado de honor a la cumbre de la Liga Árabe en Bagdad, donde se unió al coro de condenas contra Israel. En abril canceló acuerdos de compra de armas israelíes por valor de cientos de millones de euros, exigió la expulsión de Israel del Festival de la Canción de Eurovisión, y lideró un fallido intento de suspender los acuerdos comerciales de Israel con la Unión Europea.
Estas medidas se produjeron bajo la presión de los partidos de extrema izquierda Sumar y Podemos, cuyo apoyo es esencial para el gobierno minoritario de Sánchez, y que han condicionado dicho apoyo a una creciente hostilidad hacia Israel. Sánchez atraviesa un período turbulento, con su control del poder cada vez más frágil. La crisis comenzó con un escándalo de corrupción que involucra a un miembro de su partido, que se sumó a escándalos anteriores que implicaban a su esposa y su hermano. En un momento dado, ministros del gobierno incluso difundieron acusaciones infundadas sobre un agente de policía que planeaba un intento de asesinato en su contra. En una cumbre de la OTAN, España fue el único país que se negó a cumplir con las nuevas exigencias presupuestarias de la alianza, de nuevo debido a la presión de las facciones de izquierda. El presidente estadounidense, Donald Trump, advirtió que «España pagará el doble» y amenazó con sanciones.
El abrupto giro antiisraelí de Sánchez, dado que previamente había hecho pocos comentarios sobre el tema, se explica por la influencia de sus socios de coalición. Su gobierno depende completamente de la extrema izquierda: Sumar, cuya segunda vicepresidenta Yolanda Díaz declaró que «Palestina será libre del río al mar», y Podemos, que el año pasado condicionó su apoyo presupuestario a la ruptura de todos los vínculos con Israel. En una cínica maniobra política, Podemos vinculó una votación del partido sobre la ruptura de relaciones con Israel con la promesa de reducir los costos de la vivienda en un 40%, obteniendo un 89% de apoyo. La obsesión antiisraelí de los socios de Sánchez se ha convertido en moneda de cambio política, y este parece dispuesto a pagar cualquier precio para mantenerse en el cargo. Es probable que esta política hostil persista hasta las próximas elecciones de 2027, a menos que Sánchez sea destituido antes debido a escándalos de corrupción o la escalada de conflictos con Estados Unidos y Europa. Pero ¿refleja la postura del gobierno la opinión pública en Barcelona y Madrid? ¿Está el odio a Israel tan extendido como en Irlanda, o como en algunas partes de Noruega
El abrupto giro antiisraelí de Sánchez, dado que previamente había hecho pocos comentarios sobre el tema, se explica por la influencia de sus socios de coalición. Su gobierno depende completamente de la extrema izquierda: Sumar, cuya exvicepresidenta Yolanda Díaz declaró que «Palestina será libre del río al mar», y Podemos, que el año pasado condicionó su apoyo presupuestario a la ruptura de todos los vínculos con Israel
El boicot catalán
A finales de mayo, el ayuntamiento de Barcelona votó a favor de romper relaciones con Israel. Apenas unos días antes, la principal universidad de la ciudad también cortó relaciones, enviando un correo electrónico oficial a 30 mil estudiantes en el que declaraba a Israel culpable de “genocidio”.
Para los residentes judíos de la ciudad, el clima hostil no es ninguna sorpresa. «Vemos carteles por toda la ciudad que dicen ‘Los sionistas no son bienvenidos aquí'», dice Flor Silverman, de 23 años, vicepresidenta de la Unión de Estudiantes Judíos de España. «Un estudiante tuvo que cambiarse de universidad porque era abiertamente judío sionista y recibió amenazas. Aquí la gente no lleva estrellas de David ni kipá en las calles. Nuestros eventos requieren una seguridad extrema, lo que a menudo provoca cancelaciones debido a cargas logísticas y financieras».
Silverman señala que la falta de conciencia histórica agrava la situación. «España no participó en el Holocausto, por lo que hay poca conciencia de las consecuencias del antisemitismo. Y la Inquisición ocurrió hace mucho tiempo. Mucha gente aquí es amable y amigable, pero está acostumbrada a odiar a Israel».
La joven describe el miedo que existe en la comunidad: «El año pasado celebramos una conmemoración del 7 de octubre en Barcelona. Pedí a varios estudiantes que compartieran sus experiencias de antisemitismo. Ninguno aceptó que sus rostros aparecieran en los medios; no querían que la gente supiera que eran judíos». Y añade: «Sabemos de un profesor de una universidad madrileña que tiene una bandera en su despacho parecida a la bandera israelí, pero con una esvástica en lugar de una estrella de David. Los judíos de mi edad se plantean serias dudas sobre nuestro futuro aquí».
«El antisemitismo en España está profundamente arraigado, especialmente en el mundo académico y en la izquierda política», explica Ángel Mas, presidente de ACOM, una organización que combate el antisemitismo. Existe un desconocimiento generalizado sobre el Medio Oriente. La comunidad judía es pequeña, mantiene un perfil bajo y carece de figuras públicas influyentes. Somos un blanco fácil para el presidente Pedro Sánchez, quien no paga ningún precio por atacar a Israel. Arremete contra Israel para crear una cortina de humo alrededor de los escándalos de corrupción que lo aquejan. Entiende que atacar a Israel sirve a sus intereses políticos y le ayuda a sobrevivir en el cargo. Genera ruido, desvía la atención de la corrupción, y se granjea el favor de ciertas naciones europeas y árabes que espera que inviertan en España.
Bajo asedio
En la práctica, las pequeñas comunidades judías de Madrid y Barcelona se encuentran atrapadas en una batalla política que está alimentando un odio centenario.
Desde el inicio de la guerra en Gaza, la comunidad ha experimentado un fuerte aumento del antisemitismo, impulsado no solo por la retórica política, sino también por un clima mediático que amplifica la hostilidad. Tanto el periódico izquierdista El País como el de centroderecha El Mundo han atacado implacablemente a Israel. «Lo que está ocurriendo en España en las últimas semanas es un tsunami», declara Elías Levy, editor de la publicación Enfoque Judío. «El ambiente antiisraelí lleva más de un año presente, pero recientemente se ha producido un drástico deterioro. La afirmación del primer ministro de que Israel es un ‘Estado genocida’ ha sido adoptada por muchos medios de comunicación, y la mayoría de los periodistas y comentaristas españoles utilizan ahora ese término con libertad, salvo algunos medios de derecha. Incluso los grandes medios de comunicación que antes evitaban ese lenguaje han empezado a emplearlo, comparando a menudo a Israel con el régimen nazi. En este contexto, no sorprende que Israel tenga una imagen tan negativa; el 75 % de los españoles tiene una opinión desfavorable del país». Añade que España acogió recientemente una cumbre denominada «Madrid Plus», en la que el ministro de Asuntos Exteriores español declaró: «Israel empezó la guerra y debe ponerle fin», una clara indicación de la postura del gobierno de Sánchez.
Según Levy, esta retórica extrema tiene un doble propósito político. A nivel nacional, atrae a los votantes de la extrema izquierda. A nivel internacional, forma parte de un esfuerzo gubernamental para posicionar a España como líder entre los Estados árabes que apoyan a los palestinos.
Pero dentro de la UE, otros líderes consideran a Sánchez demasiado extremista. Los comentaristas de la oposición afirman que todo esto es solo una distracción de los escándalos de corrupción que rodean a su gobierno. Israel se ha convertido en un saco de boxeo conveniente, porque Sánchez sabe que cuesta poco.
Pero dentro de la UE, otros líderes consideran a Sánchez demasiado extremista. Los comentaristas de la oposición afirman que todo esto es solo una distracción de los escándalos de corrupción que rodean a su gobierno. Israel se ha convertido en un saco de boxeo conveniente, porque Sánchez sabe que cuesta poco
No subestimen su astucia política: ha logrado ascender en las filas a pesar de los numerosos obstáculos. Incluso podría estar considerando un puesto internacional en la ONU o el bloque del Sur Global, donde los países árabes lo respaldarían, ya que no se le considera un candidato atractivo en Europa.
Persisten núcleos de apoyo
A pesar del clima político, a diferencia de países como Irlanda o Noruega, donde la oposición a Israel es casi universal, en España aún cuenta con una base de apoyo significativa.
«Pedro Sánchez lidera un gobierno de extrema izquierda, apuntalado por el brazo político de la antigua banda terrorista vasca ETA y otros partidos marginales antisemitas», declaró Carlos Díaz Pache, diputado regional de Madrid por el Partido Popular (PP), el mayor partido de la oposición española.
«Sánchez está abandonando las alianzas tradicionales de España: con Estados Unidos, su oposición a las dictaduras y la amistad con Israel. La guerra que libra Israel es una lucha entre la barbarie islámica y la civilización que todos hemos construido. Israel es el baluarte que nos separa de una cultura terrorista que busca destruirnos, que no respeta ni la libertad, ni la democracia, ni a las mujeres, ni a los homosexuales, y se basa en la subyugación de todos los pueblos».
Díaz Pache agrega: “El ministro de Juventud e Infancia de España justificó la masacre del 7 de octubre, diciendo que ‘los palestinos tienen derecho a resistir’. Mi apoyo a Israel tiene un precio; me enfrento a críticas e insultos, pero un gobierno liderado por el PP jamás deshonraría de esta manera a una nación amiga”.
El apoyo a Israel también proviene de otras figuras prominentes en Madrid: el alcalde José Luis Martínez-Almeida (PP) exige la liberación de los rehenes, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (también del PP), considerada una de las principales candidatas para las elecciones de 2027, es una firme defensora de Israel.
Otro respaldo proviene del partido de extrema derecha Vox. Recientemente, Israel decidió que, a pesar de las raíces ultraderechistas de Vox, es un partido que combate el antisemitismo y apoya a Israel, por lo que estableció vínculos oficiales. “Sánchez no era antiisraelí hace siete años, pero su alianza con la extrema izquierda dicta sus posiciones”, asevera Hermann Tertsch, representante de Vox en el Parlamento Europeo. “A pesar de la gran población inmigrante musulmana en España, no hemos visto protestas masivas contra Israel como en otras ciudades europeas. Fíjense en el apoyo que recibió Israel en Eurovisión: aquí no todos están contra ustedes”.
“Sánchez quiere ser el líder global del bando antiisraelí, para ganar prestigio internacional. Está perjudicando a su propio país y no le importa; hay escándalos de corrupción, falta de presupuesto y graves problemas internos. Necesita el conflicto con Israel para sobrevivir políticamente. Pero se ha vuelto tan antipático que muchos españoles dicen: si Sánchez está en contra de alguien, probablemente esa persona tenga razón”
Hermann Tertsch, representante del partido Vox en el Parlamento Europeo.
Tertsch concluye: “Sánchez quiere ser el líder global del bando antiisraelí, para ganar prestigio internacional. Está perjudicando a su propio país y no le importa; hay escándalos de corrupción, falta de presupuesto y graves problemas internos. Necesita el conflicto con Israel para sobrevivir políticamente. Pero se ha vuelto tan antipático que muchos españoles dicen: si Sánchez está en contra de alguien, probablemente esa persona tenga razón”.
*El autor es periodista.
Fuente: Israel Hayom. Traducción Sami Rozenbaum, Nuevo Mundo Israelita.
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