Cuando conocemos actos de antisemitismo en Europa posteriores a la Segunda Guerra Mundial, tanto la historia como la memoria no dejarían de poner a ningún país fuera de la posibilidad que allí se hayan cometido o crímenes de odio antijudío o violencia verbal desde redes, medios de difusión y la política o todas las variantes del vandalismo y judeofobia que no han dado paz a las comunidades judías desde hace siglos. Pero generalmente en un mundo que hoy está saturado de información sea verdadera o falsa, éste no mira sino lo que parece más grave o escandaloso. En esta última década y en particular desde el 7/10, el imparable crecimiento de todas las formas de antisemitismo parece siempre tener dos o tres centros neurálgicos, sean Francia, España, varios países nórdicos. Pero una ola que cubre casi todos los continentes no excluye a nadie.
A muchos analistas políticos les pareció sorprendente cuando hace casi una década, el líder del partido Laborista británico Jeremy Corbyn fue sancionado por su propio partido y excluido de su posibilidad de llegar a ser primer ministro por su antisemitismo. Corbyn lo negó enfáticamente, pero además de sus dichos y hechos dejó plantada una semilla que hoy germina. Apenas un mes después del pogromo perpetrado por Hamas el 7/10/23 Corbyn, que escribe regularmente en “Tribune”, señaló que Hamas e Israel “son igualmente terroristas”. Esa comparación, que no fue el único dirigente de izquierda en el mundo que la hizo, equiparando a un Estado democrático con un grupo que proclama que su razón de ser es la de exterminar a ese Estado, Corbyn la lanzó y obtuvo una avalancha de apoyos en el Reino Unido, y no sólo desde su partido. De todos modos, no ha sido el Reino Unido el país donde el antisemitismo creciente de los últimos 20 meses ha generado más zozobra a la numerosa comunidad judía. Hasta que llega el momento. Y eso sucedió hace muy pocos días.
El festival de música en la histórica y pequeña ciudad de Glastonbury es una de las máximas tradiciones culturales inglesas, además de ser el mayor evento musical del Reino Unido. Asisten más de 200 mil personas de todo el mundo y actúan cientos de artistas. Es tan importante como evento cultural que la oficial BBC lo trasmite en vivo y en directo. Este año ha sido el momento del frenesí antisemita. Una de las bandas invitadas fue el trío irlandés de hip hop Kneecap, que en abril de este año en el festival de Coachella en California gritaron por un buen rato “Israel genocida” y “que se pudra Israel”. Apoyaron a Hamas y a Hezbola y gritaron varios nombres de parlamentarios británicos vociferando “que se mueran”. Los organizadores de Glastonbury lo sabían perfectamente.
Las autoridades también y ni que hablar la BBC. La bochornosa BBC decidió que no iba a trasmitirlos en vivo, pero sí lo grabaron para que todos los pudieran ver después. La popularidad de Kneecap apoyando al terrorismo, y pidiendo la destrucción de Israel llegó lejos, tanto que tuvieron que cerrar el enorme campus del concierto porque no había como ubicar más personas. Si alguien que nos esté escuchando o leyendo, cree que esto fue lo más grave y repulsivo del concierto, se equivoca. Cuando el rapero Bob Vylan subió al escenario, con una gigantesca bandera palestina detrás suyo, dijo que a él no le bastaba con gritar “Palestina libre” y “desde el río hasta el mar”, sino que llamó muchas veces a “matar, matar y matar a las Fuerzas de Defensa de Israel”. No le alcanzó con proclamar que hay que borrar a Israel del mapa, sino que incitó al asesinato de judíos. Bueno, en Irán también lo cantan desde hace 46 años, pero no lo hacen raperos afrodescendientes porque Vylan en Irán y varias dictaduras más que él admira sería ejecutado si intentara tocar esa música. La enorme audiencia presente, británica en su mayoría, escuchó que un rapero decía que hay que asesinar a todos los israelíes entre 18 y 22 años y aplaudió, vivó, coreó y cantó eso como si fueran villancicos de Navidad. Y la BBC, a diferencia de grabar a Kneecap y emitirlo después, no dejó de pasar en vivo ni por un segundo los delitos de incitación al odio y a la violencia cometidos premeditadamente por Vylan. Sí, la BBC, que no es privada y que ha emitido una avalancha de noticias falsas sobre la guerra entre Israel y Hamas desde el día uno, que algunas veces no ha tenido más remedio que disculparse, siempre tarde y mal, y que pretende representar una tradición de gigantesca empresa estatal seria. El odio antisemita, ¿será lo que la BBC entiende como algo serio? Desde hace tiempo, así parece.
Esta semana, la policía inglesa anunció que las actuaciones de Kneecap y Bob Vylan están siendo objeto de investigación criminal. Es lo mínimo. ¿Y la BBC que trasmitió una ordalía de odio? Hizo una declaración abominable que no deja de ser un buen ejemplo de cómo ha calado la impudicia antisemita en esta Europa como si la historia no hubiese sido suficiente y hubiera que seguir desafiándola. La BBC declaró:” Los sentimientos antisemitas expresados por Bob Vylan son absolutamente inaceptables y no tienen lugar en nuestras emisiones. Respetamos la libertad de expresión, pero estamos firmemente opuestos a toda incitación a la violencia”. ¿En qué quedamos BBC? Vylan no tendría lugar en la BBC, pero lo tuvo y en vivo. Si fuera realmente inaceptable como dicen, se toman medidas y no se hacen declaraciones contradictorias después de permitir que la incitación a la violencia que dicen rechazar, desfile, grite, cante, y vocifere desde sus pantallas. El primer ministro Keir Starmer dijo que “BBC tendrá que explicar cómo permitió que semejante discurso de odio fuera emitido “. Habrá que ver si las explicaciones futuras, existen, y si existen, son tan escandalosas como las primeras que ya comentamos.
Además de la Embajada de Israel y las instituciones de la comunidad judía, el Gran Rabino Efraim Mirvis fue contundente:” Este es un momento de vergüenza a escala nacional. La trasmisión del vil mensaje de odio antisemita en Glastonbury y la bochornosa respuesta de la BBC, nos demuestra cuántos escalones ha subido el odio antijudío desde las propias emisoras estatales. Hoy ya no sólo tenemos reiteradamente violentos comentarios contra los judíos, sino que además los mismos se celebran y cantan con júbilo y se emiten públicamente. El odio antijudío amenaza a toda nuestra sociedad”.
El conocido periodista judío inglés David Collier, dedicado a la investigación en la sociedad británica, dice que siente constantemente el odio antijudío. “Recibo amenazas de muerte todos los días. Pero también me contactan judíos que tienen problemas en el trabajo, en la casa, en los estudios. Estudiantes judíos de Oxford me han dicho que el nivel de antisemitismo que han sufrido en Oxford el año pasado ha sido realmente terrible. Les han dibujado esvásticas en sus materiales. También me han dicho que no son bienvenidos en la universidad. Sabemos de estudiantes perseguidos y golpeados por la calle”. Collier afirma: “Toda la dinámica ha cambiado, tanto en relación con Israel como, en extensión, con la comunidad judía. Es completamente diferente. Es un país distinto, con una demografía y una perspectiva diferente. Más investigo y hablo con los judíos y te das cuenta de que las cosas sólo van a empeorar, no a mejorar. Hasta donde yo veo, no hay vuelta atrás”.
“La repetición de la falsa acusación de genocidio, y su corolario de acusar a los judíos de ser pro-genocidio han contribuido a demonizar su imagen”. Esto no se dijo en el Reino Unido, sino en Francia y hace pocos días por parte del presidente de la comunidad judía Yonathan Arfi. Y agregó: “El antisemitismo ha cambiado con el paso del tiempo. Desde hace unos veinte años hemos visto nuevas caras: el odio a Israel, el islamismo fundamentalista y, por último, la teoría de la conspiración que prospera en las redes sociales. Estos tres nuevos combustibles forman un cóctel extremadamente peligroso tras el 7 de octubre. Durante mucho tiempo, muchos en Europa hemos vivido con la idea de que el antisemitismo pasaría con las generaciones. Ahora vemos claramente que es falso”. Aplica en Estados Unidos, en América Latina, en todos lados.
Vylan sería muy bien recibido en muchos lugares y no por un productor sino por liderazgo político antisemita. Vylan tenía programado 26 conciertos en Estados Unidos. Una vez se conoció lo que sucedió en Glastonbury, el gobierno norteamericano le quitó las visas y Vylan no podrá repetir su oda al odio allí. Enseguida, el presidente de Colombia declaró que lo recibiría encantado. Algunos en Europa quieren eludir la historia y borrar la memoria. En América Latina, algunos gobernantes y no unos pocos, quieren escribir una nueva versión del odio antisemita. En realidad, no hay ni nueva ni vieja versión, hay una sola que es camaleónica. Cambia términos para esconder su insania, pero finalmente es tan cómplice de Irán (como se admite con desparpajo) como lo hubiera sido sin pestañar de la Alemania de 1933.
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