Esto es ya más un acto dirigido a la hemeroteca que algún día recuerda la infamia en la que tantos medios cayeron, o más bien, se dejaron caer tan gustosamente. Porque el presente de El País es el de la “post vergüenza”, el del desprecio de la mano de obra que dice llevar a cabo.
Vamos a ello.
No aún. Antes, algunos puntos que es preciso tener en cuenta y que, evidentemente, carecen de las pseudocoberturas del conflicto. John Spencer, director ejecutivo del Urban Warfare Institute enumeraba :
No hay antecedentes históricos de un ejército que haya proporcionado el nivel de ayuda directa a la población enemiga que Israel ha proporcionado a Gaza. Israel está suministrando combustible, alimentos, medicinas y agua a un territorio que sigue bajo el control del mismo grupo que asesinó a sus civiles el 7 de octubre, que sigue lanzando cohetes contra ciudades israelíes y que declara abiertamente que repetirá esas atrocidades una y otra vez.
A lo largo de la historia, las guerras entre naciones o entre gobiernos y grupos insurgentes a menudo han provocado desastres humanitarios. Y en la mayoría de esas guerras, el bando beligerante no proporciona ayuda a la población enemiga. Ni durante a los civiles alemanes y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, ni en Vietnam, ni durante las batallas contra el ISIS en Irak y Siria – las fuerzas apoyadas por Estados Unidos lo permitieron sólo una vez que ISIS no estaba en control del territorio.
A su vez, esta guerra ha producido otra anomalía. Una que debería preocupar a quienes se preocupan por las normas humanitarias. No hay antecedentes históricos de que una parte no beligerante con una capacidad única de ayudar, que no permita a los civiles huir de una zona de guerra. En casi todas las guerras modernas, los países neutrales han abierto sus fronteras a los civiles que buscan refugio. Polonia lo hizo durante la guerra en Ucrania. Jordania y Turquía acogieron a millones de personas durante la guerra civil siria. Tanzania y el Congo (entonces Zaire) aceptaron refugiados durante el genocidio de Ruanda. Egipto está haciendo lo contrario.
Ahora sí, un poco de infamia.
El País renunciaba a cualquier atisbo –aunque fuese por error, de periodismo– a favor de la narrativa ideológica que parece buscar salvar a Hamás; es decir, perpetuar el conflicto – ergo, la precariedad económica, social y política de la población civil palestina.
Adivine qué palabra no figura en el informe de la Clasificación Integrada de Fases de la Seguridad Alimentaria (CIF) mencionando: Hamás. Tampoco Yihad Islámica Palestina, claro.
Adivine qué abunda como fuente indirecta – que figura en los documentos utilizados para elaborar dicho informe: Hamás.
El punto central del IPC podría resumirse como: “El peor escenario posible de hambruna se está produciendo actualmente en la Franja de Gaza”. Una frase que no dice nada en concreto – más allá de repetir que se está al borde de la inseguridad alimentaria -pero que sugiere mucho. Sobre todo, claro está, una idea que tantas organizaciones, entes internacionales, gobiernos regionales y medios de comunicación llevan meses y meses instalando entre la audiencia occidental: un horrendo crimen.
El informe, que por lo demás, comenzaba haciendo hincapié en su proyección de mayo de 2025, hacía una leve mención que podía tomarse con alusión a alguna responsabilidad palestina que, por supuesto, El País omitía olímpicamente:
“Además de las drásticas restricciones a la entrada de suministros, las agencias humanitarias han tenido dificultades para entregar la ayuda de forma segura debido a la presencia de actores armados cerca de las rutas de los convoyes y los puntos de distribución, a lo que se suma la desesperación generalizada que a menudo conduce a actos de saqueo .
Los precios de los alimentos escasos que quedan siguen aumentando a un ritmo alarmante. En junio, los precios de la harina de trigo experimentaron fluctuaciones extremas, con fuertes aumentos que oscilaron entre el 1400 % y el 5600 % en comparación con finales de febrero”.
El uso del sujeto indefinido – “actores armados” -, o de omisiones – los comerciantes palestinos -, ya no resulta llamativo. Cómo presentar, y justificar, eventualmente, a palestinos sacando beneficio de los propios palestinos, parece ser un no-tema.
Un bono.
Esta foto, que apareció en la web de una de las fuentes mencionadas por IPC, tenía un objetivo evidente:
Y, sobre todo, parecía mucho a otra que retrata a un niño aquejado de una condición genética, y al que se pretendía hacer pasar como víctima del hambre:
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