Se debe exponer la obscena complicidad de los medios occidentales con la maquinaria propagandística de Hamás
Entre la cámara y el fusil: varios “periodistas” de Gaza con su disfraz (izquierda) y con su verdadero papel: miembros de Hamás o la Yijad Islámica
(Foto: ACOM)
Hubo una época en que la palabra «periodista» significaba algo. Implicaba integridad, promesa de verdad y credibilidad. Se esperaba que un periodista informara, no inflamara; que investigara, no incitara; que arrojara luz sobre la realidad, no que encubriera el terror con el lenguaje de los derechos humanos.
Pero en el Medio Oriente actual, especialmente en Gaza, esa palabra ha sido secuestrada, vaciada y convertida en arma. Cualquiera con una cámara GoPro, un canal de Telegram o un chaleco azul con la palabra «PRENSA» estampada en el pecho se atribuye ahora el título de «periodista». Y sorprendentemente, los organismos de control internacionales, las redacciones occidentales y las asociaciones de prensa mundiales se lo tragan sin rechistar.
¿El resultado? Los agentes de Hamás y los propagandistas de la Yijad Islámica son canonizados como mártires de la libertad de expresión, mientras que Israel es demonizado como el verdugo del periodismo. Es una grotesca inversión de la realidad.
El ataque al hospital: verdad versus teatro
Tomemos como ejemplo el incidente más reciente. Israel admitió que, al atacar instalaciones de Hamás en el Hospital Al-Nasser de Jan Yunis, cuatro «periodistas» fueron asesinados. Los medios occidentales publicaron el predecible titular: «Israel mata periodistas».
Al menos dos de los supuestos «periodistas», Mohamad Salama de Al Jazeera y Moaz Abu Taha de Falasteen al-Hayum, no eran transeúntes inocentes. Participaron en la masacre del 7 de octubre, fueron filmados invadiendo Israel y glorificando las atrocidades
Pero si se analiza la propaganda, la historia es muy diferente. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) tenían como objetivo una cámara de vigilancia de alta tecnología, instalada en el techo del hospital y operada por militantes de Hamás, utilizada para rastrear a las fuerzas israelíes. Al menos dos de los supuestos «periodistas», Mohamad Salama de Al Jazeera y Moaz Abu Taha de Falasteen al-Hayum, no eran transeúntes inocentes. Participaron en la masacre del 7 de octubre, fueron filmados invadiendo Israel y glorificando las atrocidades. ¿Blandían bolígrafos o rifles? ¿Cámaras o Kalashnikovs? La respuesta no importa, porque en el manual de Hamás, y al parecer en los obituarios de The New York Times, ambas son armas útiles contra Israel.
Activistas, terroristas y propagandistas disfrazados de periodistas
Examinemos a algunos de los «periodistas caídos» que los defensores de Gaza ensalzan:
- Ismail Baddah y Suleiman Hajjaj: reporteros de Palestine TV, afiliada a la Yijad Islámica. Hajjaj también era un conocido miembro de las filas del grupo terrorista. Eso no es periodismo; es ser doblemente cómplice de la propaganda y la sangre.
El “periodista” Suleiman Hajjaj (o Soliman Hijjy) clamaba que “la hambruna en Gaza es indescriptible”, y lo demostró personalmente en esta captura de pantalla donde se le ve degustando alimentos probablemente robados por Hamás
- Ayat Khadoura: autodenominada «periodista independiente», en realidad una agitadora en redes sociales. Admitió abiertamente que su trabajo era hacer activismo por Palestina. Sus videos de «últimos mensajes», producidos repetidamente antes de los ataques de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), no eran reportajes valientes, sino agitación y propaganda orquestadas.
- Mohamad Salama (Al Jazeera): se grabó a sí mismo invadiendo Israel el 7 de octubre de 2023, mientras trabajaba como camarógrafo de Hamás. Incluso dirigió escenas de terror montadas para ser enviadas directamente a medios occidentales ávidos de contenido sobre Gaza.
El diario británico The Guardian ensalzó a Mohamad Salama por “su profesionalismo, dedicación, sonrisa y espíritu alegre”. Sin duda mostró esas cualidades cuando acompañó a Hamás en sus atrocidades el 7 de octubre
(Foto: Al Jazeera)
- Mariam Abu Daqa: elogiada por AP y la revista Rolling Stone, enseñó “periodismo” en el “Ministerio de Información” de Hamás, cuya función no es informar sino adoctrinar. Sus «alumnos» aprendieron no la ética de la verdad, sino los mecanismos de la manipulación.
- Moaz Abu Taha (NBC): calificó públicamente al terrorista de Hamás Ahmad Jarrar como un «héroe», y calificó el 7 de octubre de «el día más grande de nuestra generación». No pretendía ser neutral; solo celebraba el terrorismo disfrazado de noticia.
Moaz Abu Taha era un fotógrafo freelance. Según declaró su hermano a The Guardian, “amaba profundamente su trabajo, aunque no era su profesión original. Era muy sociable y disfrutaba haciendo nuevos amigos en todas partes”. Evidentemente los hizo entre los miembros de Hamás el 7 de octubre (si no antes), pues ese fue para él “el día más grande de nuestra generación”
- Hassan Aslih: fotógrafo muy querido por la agencia AP y CNN. En realidad, un hombre con vínculos directos con Yahya Sinwar, el jefe terrorista de Hamás. Estuvo en Israel el 7 de octubre de 2023 documentando las atrocidades. Solo tras la exposición del portal HonestReporting, CNN y AP cortaron vínculos con él. ¿Por qué le pagaban, en primer lugar?
- Anas al-Sharif: registrado como comandante de Hamás en documentos internos de ese grupo terrorista. Sin embargo, de alguna manera, los medios occidentales siguen presentándolo como un «periodista asesinado por ataques israelíes».
Anas al-Sharif obtuvo el premio “Defensor de Derechos Humanos” de Amnistía Internacional, y según CNN “se convirtió en el rostro de la guerra en Gaza para millones de personas”. Desde diciembre de 2013 estaba alistado en el Batallón de Hamás del Este de Jabalía, con el número 305342. Cuando fue eliminado era el jefe de una célula terrorista en un pelotón de lanzamiento de cohetes
(Foto: Al Jazeera)
Y la lista continúa. Francotiradores de Hamás, propagandistas de la Yijad Islámica y soldados registrados de Hamás son recordados en obituarios solemnes, como si se tratara Bob Woodward y Edward R. Murrow.
La complicidad de los medios occidentales
El verdadero escándalo no es solo que los supuestos periodistas de Gaza sean terroristas infiltrados, sino que los medios occidentales dependan de ellos.
La propaganda de Hamás fluye directamente a las emisiones de CNN y a las portadas de The New York Times, disfrazada de periodismo profesional. Esto no es accidental. Es una podredumbre sistémica. La búsqueda desesperada de rapidez e imágenes «auténticas» ha sustituido a la diligencia debida. El ansia de imágenes emotivas ha anulado la búsqueda de la verdad. Hamás lo sabe. Lo explota. Y las redacciones occidentales se prestan a ello
Reuters, AP y AFP externalizan la cobertura a quienquiera que lleve una cámara sobre el terreno. Rara vez investigan. Rara vez cuestionan. ¿El resultado? La propaganda de Hamás fluye directamente a las emisiones de CNN y a las portadas de The New York Times, disfrazada de periodismo profesional. Esto no es accidental. Es una podredumbre sistémica. La búsqueda desesperada de rapidez e imágenes «auténticas» ha sustituido a la diligencia debida. El ansia de imágenes emotivas ha anulado la búsqueda de la verdad. Hamás lo sabe. Lo explota. Y las redacciones occidentales se prestan a ello.
La hipocresía de «proteger a los periodistas»
Organizaciones como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y la Federación Internacional de Periodistas (FIP) afirman defender la libertad de prensa. Sin embargo, en Gaza se han convertido en idiotas útiles. Su etiquetado generalizado significa que, según los estándares del CPJ y la FIP, un combatiente de Hamás que trasmite en vivo su ataque con Kalashnikov es considerado periodista.
Esto no es defender a la prensa, sino profanarla.
Hasta que el mundo recupere la palabra “periodista” de las manos de terroristas con chalecos de prensa, cada obituario escrito, cada titular elaborado, cada homenaje solemne emitido en las redacciones occidentales no es solo una mentira, es complicidad en la mayor farsa del periodismo moderno
Cada vez que un propagandista de Hamás muere en un ataque de las Fuerzas de Defensa de Israel, el CPJ, la FIP y sus aliados occidentales gritan «¡guerra contra el periodismo!». Hamás se anota una victoria propagandística. Israel es tildado de villano. Y el público mundial es engañado, haciéndosele creer que la verdad está bajo asedio, cuando en realidad es Hamás quien usa las mentiras como arma.
Un llamado a la honestidad y a la trasparencia
El mundo merece claridad. Un periodista informa. Un propagandista manipula. Un terrorista mata. En Gaza, estos roles se están desdibujando deliberadamente, y los medios occidentales son cómplices del engaño.
Es hora de que la comunidad internacional, los sindicatos de medios y las organizaciones de vigilancia dejen de canonizar a los agentes de Hamás como reporteros. La credibilidad del periodismo depende de ello. Porque hasta que el mundo recupere la palabra “periodista” de las manos de terroristas con chalecos de prensa, cada obituario escrito, cada titular elaborado, cada homenaje solemne emitido en las redacciones occidentales no es solo una mentira, es complicidad en la mayor farsa del periodismo moderno: la santificación del terror de Hamás bajo la bandera de la prensa libre.
*Activista de medios israelí, fundador de The Judean (@thejudean)
Fuentes: cuenta de X-Twitter @jengelmayer, The Guardian (theguardian.com) e información de las FDI.
Traducción Sami Rozenbaum, Nuevo Mundo Israelit
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