a enorme pereza de hacer este artículo, convencida de que no hay debate posible, dado que cualquier argumento, dato o análisis quedarán neutralizados por el tsunami imparable de la propaganda y los dogmas establecidos. Se ha instalado la fe ideológica, en general más resiliente a la razón que la fe religiosa, y ha desaparecido la clave fundamental del pensamiento libre: la capacidad de interrogarse. En el mundo de las María Pombo que se vanaglorian del gusto por la ignorancia, pocos practican la duda metódica de Spinoza. Dudar, dudar ante las verdades inapelables, ante las consignas impostadas, ante los rebaños alimentados por el pensamiento único. Si no hay duda, no hay razón, solo hay dogma y doctrina: el terreno abonado para los demagogos y los sectarios.
Es en este escenario donde se desarrolla el relato sobre el conflicto en Gaza: no es tratado como una realidad poliédrica, sometida a múltiples variables que dependen de factores geopolíticos, sino como una verdad absoluta e inapelable. Desaparecida toda complejidad, se impone el maniqueísmo de los buenos y los malos, se dan por buenas las mentiras más chapuceras, se trafica con datos falsos y la información desaparece brutalmente engullida por el poder de la propaganda. No hay en el mundo ningún conflicto tan tergiversado y mal informado como este, con una capacidad de manipular la realidad que permite entender cómo se forjan las grandes mentiras. Y hay que reconocer que aquí la convergencia entre el relato de Hamás, los intereses ideológicos de determinadas izquierdas, y el oportunismo perverso de determinados políticos, sumados a la debilidad del periodismo tradicional y al poder de la viralización, todo ello ha hecho un gran trabajo.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.