En una oleada de deslegitimación del derecho del Estado de Israel a defenderse y existir tras los ataques sufridos el 7 de octubre de 2023 por el grupo terrorista islámico Hamás, la 80ª Asamblea General de Naciones Unidas ha servido de marco para que una cantidad importante de gobiernos occidentales reconozcan al “Estado palestino”, entidad entidad cuya creación los mismos hoy llamados palestinos rechazaron en 1947.
La elección de Naciones Unidas como escenario para este absurdo no es casual. Desde hace 65 años, este organismo ha sido utilizado de manera constante por los enemigos del pueblo judío que le niegan el derecho a ser soberano en su tierra histórica y de la que fue expulsado en el año 135 por el poder romano, que incluso cambió el nombre de Judea por “Palestina” para tratar de borrar toda relación con la herencia de sus antepasados.
La ONU ataca con mentiras a Israel, tanto así, que a través de UNICEF lanzó una campaña mundial de recolección de fondos acusando a Israel de un inexistente “genocidio” y de promover una “hambruna” fabricada en las manipulaciones de una prensa controlada por Qatar e Irán, dictaduras medievales patrocinadoras del terrorismo fundamentalista a nivel mundial. Mas, como las mentiras tienen patas cortas, la ONU ha tenido que reconocer que Hamás ha venido robandose los alimentos destinados a la población gazatí.
No olvidemos que esa misma ONU, en 1960, censuró a Israel y defendió al nazi Adolf Eichmann, arquitecto logístico del Holocausto, tras su secuestro en Buenos Aires y su traslado a Jerusalén para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad.
En 1971, Naciones Unidas eligió como secretario general al nazi Kurt Waldheim, teniente de la Wehrmacht hitleriana, sindicado de haber perpetrado crímenes de lesa humanidad en Yugoslavia y Grecia.
En 1975, a instancias del bloque soviético y árabe, la ONU aprobó la infame resolución 3379 que equiparaba al sionismo —movimiento de liberación nacional del pueblo judío— con una forma de racismo. Dicha resolución fue derogada en 1991 tras la caída de la Cortina de Hierro.
Hasta la fecha, Naciones Unidas no ha condenado el genocidio perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, matanza que dio inicio a esta guerra, día en que 6.000 terroristas y civiles palestinos provenientes de Gaza invadieron el sur de Israel, asesinaron a más de 1.200 personas, violaron a mujeres y hombres, quemaron a familias enteras, secuestraron y robaron en lo que fue la mayor masacre de judíos desde la Segunda Guerra Mundial.
Tampoco actúa la ONU ante el exterminio de cristianos en Nigeria, el exilio de millones de venezolanos, el genocidio en Sudán, las violaciones a los derechos de las mujeres en Irán y Afganistán, las privaciones de la población en Corea del Norte, la represión en Cuba y Nicaragua, la violencia de las pandillas en Haití y, entre otras omisiones, los pagos que la corrupta Autoridad Palestina entrega a terroristas presos o a sus familiares como recompensa por haber asesinado israelíes y que solo bajo fuertes presiones internacionales y después de dos años, decidió condenar las atrocidades cometidas por sus pares de la Franja de Gaza contra civiles israelíes.
Así se confirma una premisa establecida hace años: asesinen israelíes, paguen a terroristas presos y, en todo caso, se les premiará con el reconocimiento de un “Estado”. Hoy Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, António Guterres, Anthony Albanese, Luiz Inácio Lula da Silva, Gustavo Petro, Gabriel Boric y otros cómplices suman sus nombres a quienes les aplauden desde el infierno: Hitler, Torquemada, Jmelnitski, Adriano, Goebbels, Chávez, Pétain, Arafat, Jomeini y cuanto antisemita haya vivido en esta tierra.
Pero, para su disgusto, no vivimos en 1492, año de la expulsión de los judíos de España, tierra que fue su hogar por cerca de dos milenios. No vivimos en 1942, año de la aprobación de la “solución final” nazi que derivó en el asesinato industrial de los judíos europeos. No vivimos en los años en que 800.000 judíos tuvieron que huir de los países árabes y musulmanes tras el establecimiento del Estado de Israel en 1948, dejando atrás más de 2.500 años de historia.
Vivimos en 2025 y, a 80 años del final del Holocausto, gritamos con fuerza, a pesar de los antisemitas mencionados: NUNCA MÁS.
Por Lic. Alberto Jabiles
Graduado en Educación e Historia
Universidad Hebrea de Jerusalén
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