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| martes octubre 21, 2025

Alberto Priego: «El alto el fuego entre Israel y Hamás es muy débil y viciado de origen»

Alberto Priego para 20minutos.es


Doctor en Relaciones Internacionales, acaba de publicar el libro Israel. Una democracia necesaria en Oriente Próximo, en el que analiza la historia del país hasta los ataques del 7-O. «El antisionismo es antisemitismo. Cuando se habla del río al mar, lo diga un judío o un palestino, estamos negando a la otra parte su derecho a existir», dice.

Mientras Donald Trump da por terminada la guerra en Oriente Próximo, Israel y Hamás continúan acusándose de incumplir el acuerdo firmado en Egipto. De momento, podría decirse que la masacre ha llegado a su fin aunque todavía falta un largo camino para alcanzar la paz. En medio de esta situación, una obra publicada bajo el título de Israel. Una democracia necesaria en Oriente Próximo analiza la historia del país desde su creación hasta los atentados terroristas del 7 de octubre de 2023, los cuales, según su autor Alberto Priego (Madrid, 1977), no solo habrían sido planeados y ejecutados por Hamás. Durante esta entrevista con 20minutos, este Doctor en Relaciones Internacionales y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia de Comillas ICAI-ICADE también aborda los errores que ha cometido Israel, los cuales debe remediar para no condenarse «a la extinción».

En su libro usted se refiere a Israel como un milagro. ¿Qué lo llevó a pensar de esa manera?

Para mí Israel es un milagro porque es un Estado que surge de un consenso internacional en un momento muy particular y porque se sitúa en un lugar que es profundamente hostil. Añadido a que en sí mismo Israel es un crisol de culturas. Tenemos un elemento común que es el judaísmo, pero hay una parte importante de árabes que son cristianos o musulmanes. Además, dentro del judaísmo hay askenazis que son de ascendencia alemana, yemeníes, etíopes, sudamericanos, europeos, norteafricanos. Incluso hay algunos judíos como los misrajíes que que tienen una raíz cultural propia de Oriente Medio y de los países árabes. Es casi un milagro que todos esos elementos hayan podido cristalizarse en un proyecto exitoso como es el de Israel.

Israel ha sido una democracia desde que nació, pero en los últimos años ha experimentado un retroceso en la calidad de su sistema político. ¿Cree que Israel podría dejar de ser una democracia?

Israel y EEUU son los únicos dos Estados que han nacido de un hecho democrático en sí mismo, aunque hay otros que pueden presumir de haber sido siempre una democracia. Todos podemos dejar de ser una democracia en algún momento. De hecho, las democracias están muy amenazadas ahora mismo a nivel mundial. Lo que pasa es que probablemente, al igual que ocurre en EEUU e Israel, el hecho de dejar de ser una democracia lo que haría es amenazar su propia existencia. Israel vive su peor momento, muchos Estados lo vivimos también. Pero a pesar de la preocupación soy optimista. Creo que Israel y EEUU, a pesar de sus gobernantes actuales, acabarán sobreviviendo. El sistema es lo suficientemente fuerte para poder resistir.

En caso de que no fuera así, ¿Cómo podría afectar a la región?

Lamentablemente la región no es la más democrática del mundo. Incluso hay autores que la han denominado como el excepcionalismo autoritario ya que la mayoría de los Estados no son democráticos. El hecho de que Israel dejara de ser una democracia no tendría una implicación regional muy grande, pero sí para sus ciudadanos. Israel garantiza los derechos de las minorías y es el único Estado de la región en el que hay varias confesiones religiosas representadas en el Parlamento. La tercera fuerza política del Parlamento israelí es un partido árabe e incluso hay partidos ultrarreligiosos, ultraortodoxos, que están en el Parlamento y que abogan por el fin del Estado de Israel.

¿Por qué cree que el proyecto judío resultó más exitoso que el palestino?

Sencillamente porque los judíos siempre plantearon colaborar con la autoridad del mandato. Siempre mantuvieron la fe en la autoridad de Naciones Unidas. En cambio, la parte árabe decidió adoptar una estrategia distinta y confrontar a la autoridad que había situado ahí la Sociedad de Naciones. Eso le permitió [a Israel] ir creando poco a poco un Estado y cuando llegó el momento estaban preparados. Tenían un Gobierno, un Parlamento. El mandato fue creado para que fueran poniendo poco a poco las bases del Estado. Nunca se pensó hacer un mandato que permitiera a Reino Unido quedarse con ese territorio como una colonia. De hecho, Reino Unido tenía que rendir cuentas todos los años ante la Asamblea General de Naciones Unidas sobre los avances que se habían producido.

 

¿Qué papel jugó el sionismo en la creación del Estado judío?

Para unos es una ideología y para otros es un movimiento de liberación nacional. El sionismo es lo que permitió que todas estas comunidades tan diferentes, que ni siquiera hablaban el mismo idioma, pudieran tener una idea común y con los años o con las décadas se desarrollaran como una nación política. Incluso hoy en día en Israel se siguen agrupando en torno al origen geográfico. En Netanya hay una importante comunidad de judíos procedentes de Francia, en Afarza están los que emigraron de Argentina, en el sur de Israel los judíos etíopes, en las afueras de Tel Aviv los yemeníes. Todos se consideran israelíes, pero sigue habiendo esos elementos culturales que hacen que mucha gente considere que existen varias naciones culturales unidas por una nación política, que es Israel.

¿Cuáles han sido algunos de los errores que ha cometido Israel a lo largo de su historia?

Para mí el mayor error que ha cometido Israel es no resolver la contradicción que hay entre el sionismo laborista y el sionismo revisionista. Esencialmente es cómo se debe contestar a las agresiones. En los años 30, cuando los árabes atacaban a los colonos judíos, por un lado estaban Ben-Gurión y el grupo del sionismo laborista que planteaban que había que defenderse pero no atacar. Y por otro, el sionismo revisionista [ideología del partido Likud de Benjamin Netanyahu], que planteaba que había que hacer ataques preventivos contra la comunidad árabe para evitar que ellos volvieran a atacar.

Es lo que vemos hoy en Gaza

Así es. Hay una parte muy numerosa y significativa de Israel que confía en una visión más moderada y que plantea la idea de los dos Estados, la coexistencia con los árabes y el responder desde la lógica de la ley en caso de un ataque. El sionismo revisionista muchas veces va más allá y lo que ellos entienden como mejor para disuadir a los enemigos es atacarles primero. Eso no está resuelto y a raíz del 7 de octubre se ha vuelto a poner en evidencia. Además, creo que ha tenido consecuencias bastante negativas para la reputación de Israel.

En su libro también sostiene que detrás de los ataques del 7 de octubre no solo estaría Hamás, sino también Hezbolá, los hutíes de Yemen e Irán. ¿Qué le ha llevado a pensar de esta manera?

Existen una serie de reuniones previas y documentos que están saliendo a la luz. Por ejemplo, el negociador del alto el fuego firmado hace unos días tuvo algunas entrevistas con la Guardia Revolucionaria [rama de las Fuerzas Armadas iraníes] en los que se mencionan los ataques. Hamás es uno de los enemigos de Israel, pero no es el único y hay una cooperación entre distintos grupos no estatales como Hezbolá, los hutíes y Hamás. Y el único actor internacional que tiene capacidad para llevar a cabo esa coordinación es Irán. Más allá del odio que puede tener hacia Israel, Irán lo que busca es legitimidad para convertirse en el líder del mundo islámico frente a lo que plantea Arabia Saudí, que es una política más conciliadora, pacificadora y menos agresiva. Entonces, Irán aprovecha los enemigos que tienen Israel para intentar conseguir una posición de reconocimiento de líder del mundo árabe.

¿Qué errores cree que cometió Israel tras los atentados?

El primer error fue dejar resquicios para que pudiera haber un atentado. Una vez el atentado ocurre es muy difícil reaccionar de una manera proporcional porque Gaza es una zona densísimamente poblada. Israel no podía dejar a los rehenes en manos de Hamás, tenía que dar una respuesta. Pero en el momento en que decide entrar en Gaza, ahí ya ha perdido. Es una situación de lose-lose: por un lado va a tener un alto coste reputacional a nivel internacional porque va a tener que llevar a cabo acciones en las que van a morir civiles; y por otro lado, también va a tener muchas víctimas en su propio Ejército.

¿Y después?

Nunca sabremos si el objetivo de la operación era el rescate de los rehenes o la destrucción de Hamás. Durante un tiempo se dijo que el objetivo era el rescate de los rehenes, pero la realidad es que el Ejército ha rescatado a no más de una decena de ciudadanos y que la mayor parte de los rehenes que han vuelto han sido canjeados por presos palestinos. Eso evidentemente también da una sensación de debilidad de cara al exterior.

¿Qué se podría haber hecho diferente?

Desde el momento en que se comete un atentado es muy complicado. Ahí ya todas las opciones son malas. Si se hubiera cedido desde un primer momento, si se hubiera buscado la negociación, el coste hubiera sido muy alto a la hora de intercambiar presos por rehenes. Probablemente, se tendría que haber tenido una actitud más humanitaria. Pero cuando en un territorio tan pequeño como Gaza hay dos millones de personas viviendo es muy difícil discriminar. Hamás es un régimen totalitario que ocupa todas las esferas, entonces en muy difícil discernir entre quién es civil y quién es militar. Además, en muchas ocasiones, el Ejército israelí ha realizado operaciones más orientadas al castigo que a obtener un beneficio militar.

A raíz del acuerdo firmado en Egipto algunos analistas sostienen que ha llegado el fin de la masacre, pero no el comienzo de la paz. ¿Usted cree que la guerra ha terminado tal y como asegura Donald Trump?

Es un alto el fuego muy débil, más que un acuerdo de paz. Y creo que va a ser muy complicado que no vuelva a haber enfrentamientos. Para que este alto el fuego acabe en un acuerdo de paz que nos diera prosperidad y relaciones mucho más pacíficas, hay que dar muchos más pasos de los que se han dado. Además está viciado de origen, porque es un acuerdo que no tiene en cuenta a Naciones Unidas, que es la institución internacional de carácter universal que tenemos. Es un acuerdo en el que se introducen demasiados actores privados y donde se ven intereses económicos. Todos esos elementos hacen muy difícil que podamos confiar. Me gustaría equivocarme pero creo que no va a ser un acuerdo de paz y probablemente volveremos a ver operaciones militares.

Desde hace meses se dice que tanto a Netanyahu como a Hamás les conviene la gestión de la guerra, no su fin. ¿Por qué han accedido entonces las partes a firmar este acuerdo?

Hamás está prácticamente destruido, desmantelado tanto a nivel operacional como interno. Otra cosa es que pueda reconstruirse, porque Hamás, más que un grupo terrorista es una ideología que se basa en el odio. Y ya se ha sembrado odio para los próximos años y décadas. Entonces, para Hamás es un respiro. De hecho, lo que el grupo está haciendo ahora es ajustes de cuentas y castigar a los palestinos que ellos consideran que han colaborado con Israel. Y a Israel le para EEUU, de quien es profundamente dependiente en todos los sentidos: político, emocional y militar. Trump para la guerra probablemente para su gloria personal e incluso obliga a Netanyahu levantar el teléfono para pedir perdón a Catar. Israel hubiera seguido, pero como es dependiente de EEUU al final tiene que ceder.

Hamás, más que un grupo terrorista es una ideología que se basa en el odio. Y ya se ha sembrado odio para las próximas décadas

En su libro también sostiene que el 7 de octubre Israel «inició el camino hacia su autodestrucción». ¿A qué se refiere con estas afirmaciones?

Israel es una sociedad democrática, crítica. Es muy difícil para los israelíes ver las imágenes que han visto de su Ejército, a niños muriendo de hambre, que su primer ministro sea acusado de genocidio. He hablado con muchos amigos que viven en Israel y están en una profunda depresión por lo que ocurrió el 7 de octubre y por la reacción que ha tenido su Estado. Sus universidades han sido acusadas y la crítica a la acción del Gobierno es continua. Por eso planteo que el 7 de octubre Israel inició el camino hacia su autodestrucción.

¿Qué debería hacer Israel para evitarlo?

Cambiar de Gobierno. Intentar elegir un Gobierno en el que haya personas que consideren que debe haber un Estado palestino que permita a los palestinos vivir en paz entre ellos y con sus vecinos.

Las acciones de Israel contra Gaza han alimentado el antisemitismo. ¿Cree que el antisionismo ha derivado en ese antisemitismo?

El antisionismo es antisemitismo. Cuando se habla del río al mar, y me da igual que lo diga un judío o un palestino, estamos cometiendo una irresponsabilidad y estamos negando a la otra parte su derecho a existir, que es un derecho que otorgó la comunidad internacional en el año 1947 con la resolución 181. También es verdad que hay un sionismo religioso, revisionista, que es incompatible con el pueblo palestino, que tiene el mismo derecho que el israelí de vivir en esa tierra. Luego se pueden discutir las fronteras, la capital, pero hay que partir de la base de que los dos Estados deben existir.

¿Qué opina de las medidas que ha tomado el Gobierno español para contribuir a presionar a Israel, como el reconocimiento de Palestina y el embargo de armas?

EEUU, Europa, el Gobierno español y la población mundial han presionado y todos esos elementos han contribuido a que Israel acepte ese alto el fuego, cuando podía haber continuado porque es superior militarmente. El reconocimiento de Palestina por parte de España era un elemento fáctico. En 2014 el Congreso aprobó un resolución instando a reconocer el Estado de Palestina y muchos partidos de la oposición llevaban en su programa electoral de las últimas elecciones el reconocimiento. Es decir, ya había un consenso social que invitaba a dar ese paso que supone un freno a los deseos del sionismo religioso de borrar del mapa a Palestina. Es un mensaje claro de que no vamos a permitir que solo haya un Estado, ya sea palestino o israelí.

¿Cree que algún día veremos al Estado de Israel convivir junto al Estado de Palestina?

Sí, yo soy optimista y muchas veces de los peores momentos salen las mejores cosas. Israel ya ha firmado la paz con Egipto, Jordania, Sudán, Marruecos, Catar, Bahréin y con muchos otros. Siempre ha habido malos momentos y situaciones dolorosas y precisamente cuando uno está más en el barro es cuando ve la necesidad de cooperar.

Alberto Priego

  • Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, donde obtuvo la licenciatura en Ciencias Políticas y de la Administración. Es profesor agregado de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia de Comillas. Está especializado en diplomacia, en la política del Gran Oriente Medio, la relación entre el islam y las relaciones internacionales y el derecho internacional público.
 
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