 
				Hace años un lúcido comentario sostuvo que, en nuestro país, un no judío podía transitar toda su vida sin tener contacto con algún judío o sus expresiones religioso culturales, pero no a la inversa: a cualquier judío le resultaba imposible la inexistencia de ese contacto.
Pues bien, desde el terrible 7 de octubre prácticamente esa ecuación se quebró: los medios de comunicación y las redes sociales introdujeron a Israel’/ y lo judío en la alteridad diaria.
Simultáneamente y mayoritariamente, las instituciones judías, y especialmente en estos dos años, emitieron numerosos comunicados que se difundieron como la piedra arrojada en un espejo de agua: en los limitados círculos que provoca su caída.Fuera de ellos su difusión fue y es, harto limitada, sino inexistente. Sin dejar de reconocer la necesidad de galvanizar a la propia opinión.
Esta nota va a cumplir con esa regla inexorable, excepto por la vocación de difundirla mínimamente por parte de su autor y contactos.
El llamado «judío de a pie » y aquellos de sus congéneres que sienten empatía por Israel, se han visto desvalidos en el debate frente a la oleada del tsunami antisemita, pro Hamas y palestino.
Si bien debe quedar claro, con lógica weberiana, que las opiniones diaspóricas navegan confortablemente en las aguas mansas y transparentes de la » ética de los principios» , en la realidad israeli, quienes » ponen el cuero», lo hacen en las aguas a veces turbias de » la ética de la responsabilidad». Y es natural que la sociedad en guerra negara el paradigma de » dos estados para dos pueblos».
Pero en la diáspora, judíos de a pie, y amigos empáticos perdieron el soporte humanístico que mejor contradecía el nefasto, racista y genocida concepto» del rio al mar».
En el dinamismo constante de las ideologías y sus debates no siempre los conceptos que marcaron rutas, se compadecieron con las ciencias y las opiniones autorizadas. Para muestra, el concepto » del hogar nacional judío» de la Declaración Balfour no fue nunca un concepto explicado por el derecho internacional .
Sin embargo aceleró el desarrollo del sionismo político hacia uno de sus logros más importantes, el Estado de Israel.
El convulsionado medio oriente reproduce cíclicamente la regla según la cual las potencias definen sus fronteras.Asi el pacto Sykes – Picot, ratificado en la Conferencia de San Remo de 1920, fue un acuerdo secreto entre Francia y gran Bretaña de 1916, que dividió el imperio turco después de la primera contienda mundial, creando fronteras en el papel que anticiparon conflictos futuros en la región.
Hoy Sharm el Sheik, muestra la vigencia de esa regla, con nuevos y antiguos participantes, un gran ausente y con un escenario de transmisión mediática al instante.
La diaspora y nuestros amigos, deberiamos evaluar que mientras Israel repele misiles con la cúpula de Hierro, nosotros debemos adecuar los argumentos más allá de los círculos del espejo de agua donde solo vemos reflejados nuestro rostro.

























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