Tumba de Rajel- Aishlatino.com
¿Qué tiene de especial Rajel para que conmemoremos su muerte más que la de cualquiera de los otros patriarcas y matriarcas?
El 11 de jeshván marca el iortzait (aniversario del fallecimiento) de nuestra matriarca Rajel.
Al aprender más sobre quién fue Rajel, tal vez podamos entender por qué los judíos conmemoramos su muerte más que la de cualquier otro patriarca o matriarca.
Primeras impresiones
Encontramos a Rajel por primera vez en Génesis, capítulo 29, cuando ella está cuidando las ovejas de su padre. De hecho, su nombre “Rajel” en hebreo significa “oveja pequeña”. Ella parece tener una conexión natural con este animal doméstico del campo. Al mismo tiempo, el texto menciona su apariencia física:
“Y Rajel era hermosa de forma y bella de aspecto”.
Estos datos adquieren importancia cuando los comparamos con la impresión que tenemos de su hermana, Leá:
“Y los ojos de Lea eran lánguidos”.
El nombre “Leá” en hebreo significa “cansada” o “fatigada”. El Talmud nos dice que los ojos de Leá se habían ablandado y debilitado por su llanto constante ante el destino que se asumía para ella: casarse con el malvado Esav, el hermano gemelo de Iaakov.
Rajel parece sentirse cómoda en el mundo exterior, hermosa a los ojos de quienes la ven, realista y adaptable, participando en las labores y el sustento de la familia. Leá, en cambio, parece tener una personalidad más oscura y compleja. Sus ojos, que representan “la ventana del alma”, reflejan una rara repulsión hacia su destino, un cansancio nacido de su lucha por evitar el mal en el mundo a toda costa.
Podríamos decir que Rajel representa este mundo, los aspectos revelados de la realidad y de sus habitantes, mientras que Leá simboliza el mundo oculto, uno que no está hecho para enfrentar las realidades crudas de la existencia y que se siente rechazado por todo lo que representa Esav.
Una pareja hecha en el cielo
Iaakov amó a Rajel de inmediato. Aunque puede parecer que fue su belleza externa lo que lo atrajo, podemos asumir que nuestro tercer patriarca (y el más completo) vio mucho más que eso cuando “se enamoró”.
El siguiente pasaje del Talmud nos revela la cualidad más destacada de Rajel, lo que debió de darle a Iaakov la certeza de que ella era la elegida:
“Iaakov le preguntó a Rajel: ‘¿Te casarás conmigo?’ Ella respondió: ‘Sí, pero debes saber que mi padre es un tramposo y tratará de engañarte’. Iaakov preguntó: ‘¿Y cuál es su truco?’ Ella dijo: ‘Tengo una hermana mayor y tratará de casarla primero’. Entonces él le dio señales (para asegurarse de que la novia fuera Rajel). Al llegar la noche de la boda, Rajel vio que llevaban a Leá bajo la jupá. Pensó: ¿Ahora mi hermana será humillada? Y le entregó las señales”. (Talmud, Meguilá 13b)
Al darle las señales, básicamente Rajel permitió que su hermana Leá se casara con Iaakov en su lugar. Hasta donde sabía, era posible que ella nunca se casara con él. De hecho, aunque más tarde también se convirtió en esposa de Iaakov, compartirlo con su hermana mayor ciertamente no fue algo fácil. ¿Qué llevó a Rajel a tomar una decisión tan desinteresada?
Rajel se vio impulsada a evitar la humillación de su hermana, incluso si eso significaba renunciar a su propio amor y destino.
Una absoluta y abarcadora compasión. Rajel fue incapaz de tolerar la idea de que su hermana fuera humillada, y se vio impulsada a evitarlo, aunque eso implicara renunciar a su propio amor y destino.
Rajel era la pareja perfecta para Iaakov. Según las fuentes tradicionales y cabalísticas, cada patriarca encarna un rasgo esencial que formó las bases del pueblo judío. Abraham, el primer patriarca, representa el jésed, la bondad amorosa, mientras que Itzjak representa la guevurá, la autodisciplina, la contención.
La cualidad principal de Iaakov es el emét, la verdad, que combina los dos extremos anteriores representados por su padre y por su abuelo. Iaakov representa la cualidad de la verdad que es una combinación de todo el cuadro.
En consecuencia, la misión de Iaakov es encontrar la verdad que el mundo tiene para ofrecer e integrarla. Él vive en el mundo físico y encuentra la santidad dentro de él, incluso en el exilio, santificando el mundo y utilizándolo para su verdadero propósito. Iaakov es quien transmite esta habilidad de «reunir las chispas» de verdad” dispersas por el mundo en los genes espirituales del pueblo judío.
Siendo esa su misión, él vio dos componentes que eran esenciales para su vida y destino compartidos. Por un lado, Rajel parecía adaptarse fácilmente al mundo físico, hermosa de forma y de apariencia, y por lo tanto también accesible y cercana al mundo. Más importante aún, Iaakov debió haber visto en ella una compasión inmensa, quizá en la manera que trataba a las ovejas bajo su cuidado o por la manera en que se relacionaba con las personas que la rodeaban.
La compasión permite a la persona ver más allá de sí misma, más allá de su subjetividad egoísta y entrar en la realidad del otro sin juicio ni resistencia.
La compasión permite a la persona ver más allá de sí misma, más allá de su subjetividad egoísta y entrar en la realidad del otro sin juicio ni resistencia. Por eso Rajel era la pareja ideal con quien Iaakov podía encontrar “la verdad completa” en el mundo, utilizando los aspectos positivos de cada persona o situación para acercarse más a la comprensión de la verdad.
Juntos aportarían al pueblo judío los genes espirituales de los cuales obtendríamos la capacidad para soportar los miles de años de exilio y alcanzar una comprensión más plena de la realidad y de la verdad.
“Dios es tu sombra”
Cuando Rajel murió, Iaakov la enterró “en el camino hacia Beit Lejem”. Más tarde explicó a su hijo Iosef que ese lugar fue elegido estratégicamente para la “madre judía por excelencia”, la fuente infinita de misericordia y compasión inmerecida.
“No la llevé ni siquiera dentro de Beit Lejem, y sé que eso te duele. Pero debes saber que Dios me dijo que lo hiciera, para que ella pudiera ayudar a sus hijos. Cuando Nevuzaradán, rey de Babilonia, los lleve al exilio y pasen junto a su tumba, Rajel saldrá, llorará y rogará misericordia. Y Dios le responderá: ‘Hay recompensa por tus acciones, dice Hashem, y tus hijos volverán a sus fronteras’”. (Rashi, Génesis 48:8)
Solo Rajel, quien mostró misericordia y entrega absolutas hacia otro, puede exigir y recibir una compasión similar del Todopoderoso:
Cuando el Templo fue destruido y los judíos eran llevados al exilio, Abraham se presentó ante Dios y dijo: “Amo del universo, cuando tenía 100 años me diste un hijo y cuando él tenía 37 años me dijiste: ‘Súbelo ante Mi como sacrificio’. Yo pude superar mi misericordia natural e incluso lo até yo mismo. ¿Acaso no recordarás mi devoción y tendrás misericordia de mis hijos?”
Luego vino Itzjak y dijo: “Cuando mi padre dijo: ‘Dios nos mostrará las ovejas para el sacrificio, hijo mío’, no dudé y acepté mi destino, incluso extendí mi cuello para ser sacrificado. ¿Acaso no recordarás mi fortaleza y tendrás misericordia de mis hijos?”
Después vino Iaakov y dijo: “Trabajé 20 años en la casa de Labán y cuando me fui, Esav vino a dañarme y sufrí toda mi vida criando a mis hijos. ¿Ahora serán llevados como ovejas al matadero en manos de sus enemigos? ¿Acaso no recordarás todo mi dolor y sufrimiento y redimirás a mis hijos?”
Luego vino Moshé y dijo: “¿Acaso no fui un pastor leal para Israel durante 40 años? Corrí delante de ellos en el desierto como un caballo. Y cuando llegó el momento de entrar en Israel, decretaste que moriría en el desierto. Ahora van al exilio… ¿no escucharás mi llanto por ellos?”
En ese momento, Rajel, nuestra matriarca, se presentó ante Dios y dijo: “Amo del universo, sabes que Iaakov me amaba más y trabajó siete años para mi padre para casarse conmigo. Y cuando llegó el momento de mi matrimonio, mi padre cambió a mi hermana por mí y no resentí a mi hermana ni permití que fuera avergonzada. Si yo, que soy solo humana, no estuve dispuesta a humillar a mi hermana para obtener lo que deseaba, ¿cómo puedes Tú, Dios eterno, vivo y compasivo, envidiar la idolatría que no tiene verdadera existencia y causar que mis hijos sean exiliados?”
Inmediatamente, se despertó la misericordia de Dios y Él dijo: “Por ti, Rajel, traeré a Israel de vuelta a su lugar, como fue dicho: ‘…No llores y que tus ojos no derramen lágrimas, porque hay recompensa por tus acciones… y hay esperanza para tu final, y tus hijos volverán a sus fronteras’” (Introducción al Midrash sobre Lamentaciones)
El 11 de Jeshván, aniversario de la muerte de Rajel, conmemoramos y tratamos de aprender de la intensa compasión que un ser humano puede expresar hacia otro. Una compasión que permite desarrollar una perspectiva verdadera y objetiva de la vida al percibir las chispas positivas de santidad inherentes a la humanidad y al mundo. Una compasión que no cuestiona si el destinatario merece recibir misericordia, sino que emula la misericordia ilimitada de Dios, permitiendo así que Dios responda de igual manera, cubriéndonos de compasión y de la redención final.




















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