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| martes diciembre 2, 2025

El mal entre la normalidad cotidiana


Hace pocos días pude ver una obra de teatro que fue finalista del Premio Pulitzer del año pasado, Here there are blueberries, traducida como “Aquí hay arándanos”, creada y dirigida por Moisés Kaufman, célebre director de teatro, cineasta y dramaturgo venezolano-estadounidense, conjuntamente con Amanda Gronich, escritora y guionista de numerosos programas de televisión de gran audiencia, además de productora de obras de teatro. Cabe resaltar que, para la presente obra, los creadores contaron con el conocimiento histórico, metodológico e investigativo del Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos, USHMM, y con el apoyo en asuntos éticos de Fellowships at Auschwitz for the Study of Professional Ethics, FASPE.

 

Esta obra se basa en hechos reales y desarrolla un estilo histórico documental, enfocado en el descubrimiento ocurrido en 2007, de un álbum de fotos de la Segunda Guerra Mundial, perteneciente a Karl Höcker, adjunto al director del campo de exterminio de Auschwitz. Dicho álbum llegó a las manos de Rebecca Erbelding, una archivista del Museo del Holocausto, lo cual impulsó a un equipo de ese centro conmemorativo a efectuar una serie de investigaciones para identificar a cada personaje que aparecía en las fotos, fechas, lugares y relaciones entre ellos.

 

El álbum en cuestión no expone imágenes de los millones de víctimas del nazismo; más bien, contiene fotos de los perpetradores nazis: oficiales de las SS, auxiliares y personal administrativo en la zona residencial, durante sus actividades normales, demostrando que estos siniestros personajes llevaban vidas corrientes, se ocupaban de labores ordinarias, disfrutaban de momentos familiares de ocio, de alegres celebraciones campestres; pero, simultáneamente, cumplían sus atroces “obligaciones” fundamentadas en la barbarie inhumana característica del régimen nazi, del cual eran parte activa. En una de las fotos aparecía con expresión relajada al aire libre, el despiadado comandante de las SS, Josef Mengele, conocido como “el Ángel de la Muerte”, quien, adicionalmente a sus experimentos pseudocientíficos, supervisó crueles torturas con honda satisfacción. En otra impactante foto, aparecían los jerarcas nazis festejando su “logro”: el haber transportado a más de 350.000 judíos húngaros a los campos de la muerte, casi al final de la guerra.

 

“Aquí hay arándanos”, al mostrar a figuras monstruosas llevando vidas comunes, enfrenta a los funestos negacionistas con evidencias minuciosamente detalladas y testimonios contundentes provenientes del propio lado ejecutor. Así mismo, orienta a la reflexión sobre la naturaleza del mal, del correcto término: la banalidad del mal, magistralmente descrito por Hannah Arendt. Además, impulsa el ineludible pensamiento crítico acerca de la memoria y la necesaria valentía para admitir las herencias de los cómplices y de las circunstancias del pasado.

 

Al finalizar la obra, se presentó un conversatorio entre dos personas, David Goldman, presidente de FASPE y David Luban, profesor de Leyes de la Universidad de Georgetown y también miembro de FASPE. Ambos dialogaron sobre los temas críticos desarrollados en la actuación: la responsabilidad frente al mal, personas ordinarias implicadas en el salvajismo genocida, la complicidad y la burocracia, la importancia de preservar la memoria. Luego dieron espacio a preguntas del público, oportunidad aprovechada por mi grupo para preguntarle al profesor de la Universidad de Georgetown acerca del hermano del Emir de Catar, Mohammed bin Hamad Al Thani, quien es miembro directivo del Consejo de Administración de la Fundación Catar, precisamente el organismo que financia la totalidad del campus de esa universidad en Doha, se encarga de las billonarias donaciones a las diferentes universidades estadounidenses y que, sin duda, han definido y dirigido el brutal antisemitismo en EEUU. Por otra parte, también preguntamos acerca de la posible relación entre Al Thani y Francesca Albanese, Relatora Especial de la ONU sobre los territorios palestinos, quien se ha desempeñado con total arbitrariedad y abuso. Para nuestra ingrata sorpresa, el profesor Luban afirmó que tiene 20 años en la Universidad de Georgetown y nunca había escuchado nada de lo que le planteamos. Sea verdad o no, es un hecho cierto que, allí mismo tropezamos con un ejemplo de burocracia y complicidad, responsabilidad frente al mal, ética y memoria.

 

 

 
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