Pablo Romero
Tel Aviv
Elmundo.es
22/01/2010
Gran parte de las ideas que mueven el gigantesco mercado de las telecomunicaciones provienen del otro lado del Mediterráneo. Israel, el país con la mayor proporción de ingenieros per cápita del mundo, se reivindica como la ‘tierra prometida’ de las nuevas tecnologías de la información. Varios factores explican este hecho, como sus altos estándares educativos, el fomento de creación de nuevas compañías y el propio carácter de los israelíes.
Tierra de innumerables conflictos armados, y en una permanente guerra por su supervivencia desde 1948, Israel no ha tenido más remedio que suplir con ingenio sus enormes carencias de recursos naturales. «Cuando se creó el Estado de Israel la economía era eminentemente agrícola», recuerda el doctor Shuki Gleitman, uno de los mayores expertos de la industria tecnológica israelí. En los años 60, la renta per capita israelí no pasaba de los 200 dólares. Hoy, supera los 27.000 dólares. Sólo las exportaciones anuales de comunicaciones, electrónica y ‘software’ de Israel mueven un volumen anual de 15.000 millones de dólares, el 15% del total.
Este desarrollo en electrónica y comunicaciones se debe sobre todo a la fortísima industria militar que desarrolló el país durante los años sesenta y setenta, cuando el país quiso dejar de depender del exterior para su defensa. No obstante, a finales de los ochenta el país se enfrentó a una ‘reconversión’ hacia la industria civil por la crisis de la industria militar tradicional, que coincidió con la explosión de las nuevas tecnologías en todo el mundo y con una ola masiva de inmigrantes desde los países de la antigua Unión Soviética, muchos de los cuales poseían una alta formación técnica pero muy escasas nociones empresariales.
Según el experto en tecnologías de la comunicación Benny Einhorn, «tradicionalmente Israel desarrollaba tecnología para venderla luego, pero ahora lo que se busca es también impulsar compañías aquí». De hecho, es uno de los países que más patentes generan ‘per capita’.
Emprendedores
Por esta razón, Israel ahora ‘mima’ a los emprendedores. Los programas gubernamentales de apoyo no son meras subvenciones a las compañías, sino auténticas inversiones para ayudar a que las ideas tomen forma de empresa, para lo que se facilitan infraestructuras. «Quien tiene una idea puede presentar al Estado un plan de negocio básico, y pueden aprovecharse de una gran red de ‘incubadoras’; enseñamos a las empresas a caminar solas en dos o tres años», afirma Gleitman.
Fue precisamente Gleitman, tras su paso por el Gobierno israelí, quien impulsó un fondo estatal de 500 millones de dólares anuales para ayudar a las ‘star-ups’ locales desde mediados de los noventa. «Al invertir el Gobierno, aunque la compañía quiebre (pasa en el 80% de los casos), ese conocimiento pasa a manos del Estado», comenta Gleitman, y aquí reside también uno de los pilares del éxito de la tecnología israelí: el país produce sobre todo ideas.
En 2008 fueron creadas 3.870 ‘start-ups’ en Israel, 190 de ellas en el sector de las Telecomunicaciones. De ellas, sobreviven pocas. En cualquier caso, sólo en este último sector conviven 590 compañías. En el país, que cuenta con una población de 7,2 millones habitantes, hay cuatro operadores móviles y cinco de cable.
Internacionalización
El Gobierno también apoya la internacionalización de las empresas, con programas que incluso facilitan la creación de compañías con un pie en Israel y otro en países como EEUU, Canadá o Reino Unido. «Nuestro mercado interno es muy limitado, y somos una isla en esta zona del planeta, así que debemos salir fuera», asegura Gleitman.
Además, la colaboración entre universidades, centros tecnológicos y empresas es más que fluida. No en vano, prácticamente todas las grandes tecnológicas mundiales, como Microsoft, Cisco o Motorola, mantienen importantes laboratorios y centros de desarrollo en el país. IBM, por ejemplo, tiene en Israel su mayor laboratorio fuera de EEUU.
Nuevas ideas
¿Cómo competir con potencias tecnológicas como la India o China? El doctor Gleitman sostiene que en lo que son realmente buenos los israelíes es en la «tecnología disruptiva», es decir, en la generación de ideas nuevas o incluso revolucionarias. «Somos muy buenos en inventar, ahora el siguiente paso es tratar de que esas ideas cristalicen en empresas de aquí, que no terminen siendo vendidas cuando aún son pequeñas por dichas ideas». «Israel es una fuente de innovación en telecomunicaciones en donde la gente piensa diferente y hay mayor cantidad de nuevas ideas», sentencia Benny Einhorn.
«En mi opinión, el origen de esta capacidad de inventar es debido al carácter nacional. Aquí la improvisación es algo positivo, las discusiones son constantes, los israelíes son inconformistas y son curiosos», afirma Gleitman, y añade: «Hay un chiste muy descriptivo sobre la diferencia entre un ingeniero estadounidense y uno israelí. El primero se lee las instrucciones por completo antes de encender una máquina, mientras que el israelí directamente enciende la máquina, y sólo si algo falla se lee el manual».
A pesar de todo, Israel se enfrenta a un reto importante para poder mantener el ritmo de generación de ideas: evitar la fuga de cerebros. Su nivel educativo es muy alto, y gran parte del éxito académico se basa en que muchos jóvenes completan su formación en el exterior, en donde estudian, trabajan y a menudo terminan quedándose.
Difusion: www.porisrael.org
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.