La muchedumbre aullaba por venganza, los misiles llovían sobre las paredes de la sinagoga mientras los fieles se acurrucaban adentro. Era una escena de Europa en la década de 1930 – excepto que esto ocurría en el este de París, en la tarde del 13 de julio de 2014.
Miles se habían reunido para manifestarse contra el bombardeo israelí de Gaza. Pero la protesta pronto se tornó violenta – y contra los judíos en general. Uno de los atrapados le dijo a la televisión israelí que afuera las calles eran «como una intifada», el levantamiento palestino contra la ocupación israelí.
Algunos de los judíos atrapados se abrieron paso cuando la policía antidisturbios dispersó a la multitud. Manuel Valls, el Primer Ministro francés, condenó el ataque en «los términos más enérgicos posibles», mientras que Joel Mergei, un líder de la comunidad, dijo que estaba «profundamente conmocionado y asqueado». Las palabras no tuvieron ningún efecto. Dos semanas más tarde, 400 manifestantes atacaron una sinagoga y a empresas de propiedad judía en Sarcelles, en el norte de París, al grito de «Muerte a los Judíos». Carteles, incluso, habían anunciado el ataque con antelación, como en los pogromos de la Rusia zarista.
Francia ha sufrido la peor violencia, pero el antisemitismo está repuntando en toda Europa, alimentado por la guerra en Gaza. En Gran Bretaña, el Community Security Trust (CST) dice que hubo alrededor de 100 incidentes antisemitas en julio, el doble del número habitual. El CST ha emitido una alerta de seguridad para las instituciones judías. En Berlín, a una multitud de manifestantes anti-Israel se les impidió atacar una sinagoga. En Lieja, Bélgica, el dueño de un café puso un letrero diciendo que los perros son bienvenidos, pero que no se permiten judíos.
Sin embargo, para muchos judíos franceses y europeos, la violencia no es ninguna sorpresa. Setenta años después del Holocausto, desde Amiens hasta Atenas, el odio más antiguo del mundo florece de nuevo. Para algunos, la oposición a la política de Israel es ahora una justificación para el abierto odio a los judíos – aunque muchos judíos se oponen fuertemente al bandazo a la derecha de Israel y apoyan el establecimiento de un estado palestino.
Como argumenta Stephen Pollard, editor del Jewish Chronicle: «Estas personas no fueron atacadas porque mostraban su apoyo al gobierno israelí. Fueron atacadas porque eran judíos, realizando sus actividades diarias».
Un fin de semana de mayo pareció encarnar la oscuridad. El 24 de mayo un pistolero sacó un rifle de asalto Kalashnikov en el Museo Judío de Bruselas y abrió fuego, matando a cuatro personas. Al día siguiente, los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo mostraron un aumento en el apoyo a los partidos de extrema derecha en Francia, Grecia, Hungría y Alemania. El Frente Nacional en Francia ganó las elecciones, que muchos temen podría ser un preanuncio de que finalmente tomen el poder en una elección nacional.
Quizá el resultado más impactante fue el aumento en el apoyo a Amanecer Dorado en Grecia. El partido, que ha sido descrito como abiertamente neo-nazi, ganó casi el 10% de los votos, otorgándoles tres miembros en el Parlamento Europeo.
En partes de Hungría, especialmente en el empobrecido norte y este, Jobbik es la principal oposición al gobernante derechista Fidesz. Jobbik obtuvo el 14,7% de los votos en las elecciones europeas. El partido niega ser antisemita pero incluso Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés, no descartó cooperar con ellos en el Parlamento Europeo.
En noviembre de 2012, Marton Gyöngyösi, un MP Jobbik de alto rango, pidió que se confeccionara la lista de los judíos de Hungría, especialmente los que trabajasen en el Parlamento o para el gobierno, porque representaban un «riesgo para la seguridad nacional». (Gyöngyösi más tarde se disculpó y dijo que se refería sólo a los judíos con doble nacionalidad israelí-húngara).
Algunos consideraron el ataque en Bruselas y los resultados de las elecciones como presagios oscuros. «¿En qué momento», preguntó Jeffrey Goldberg, un prominente periodista judío estadounidense, «los judíos de Estados Unidos y los judíos de Israel les dirán a los judíos de Europa, que habría llegado el momento de irse?» Parece que ahora.
IRSE
Una encuesta, publicada en noviembre de 2013 por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, encontró que el 29% ha considerado emigrar, porque no se sienten seguros. Los judíos de toda Europa, señaló la encuesta, «enfrentan insultos, discriminación y violencia física que, a pesar de los esfuerzos concertados de la UE y de sus Estados miembros, no muestra signos de desvanecerse en el pasado».
Dos tercios consideran que el antisemitismo es un problema en todos los países encuestados. En general, el 76% dijo que el antisemitismo había empeorado en los últimos cinco años en sus países de origen, con los más notables deterioros en Francia, Hungría y Bélgica. El Congreso Judío Europeo ya montó un sitio web, sacc.eu, para dar asesoramiento y contactos en caso de un ataque.
«La tendencia es muy alarmante», dice Natan Sharansky, presidente de la Agencia Judía, que une a Israel con las comunidades de la diáspora y organiza la inmigración. «El nivel de preocupación por la seguridad en Europa es mayor que en Asia o América Latina. Esta sensación de inseguridad es cada vez mayor. Es difícil imaginar que en Francia, Bélgica y muchos otros países se les dice a los judíos que no salgan a la calle con una kipá».
Una encuesta realizada por la Liga Anti-Difamación (ADL) en Nueva York, encontró resultados similares. La ADL Global 100 encuestó a 53.000 adultos en 102 países. Encontró que el 26% tenía actitudes profundamente antisemitas, que respondieron «probablemente cierto» a seis o más de entre 11 estereotipos negativos de los judíos.
Los mayores niveles de prejuicio se encontraron en el mundo árabe, con los territorios palestinos encabezando la lista con el 93%, seguido de Iraq con un 92%. En Europa, Grecia encabezó la lista con 69%, mientras que Francia alcanzó un 37% y Bélgica un 27%. Gran Bretaña tenía un 8%, Holanda 5% y Suecia fue la más baja con un 4%. En Europa Oriental, Polonia tenía el 45% y Hungría el 41%. La República Checa fue la más baja con el 13%.
Pero la situación es más compleja de lo que sugiere la encuesta. Malmö, la tercera ciudad más grande de Suecia, es uno de los lugares más inquietantes de Europa para los judíos. Los ataques antisemitas se triplicaron entre 2010 y 2012, cuando la comunidad, en torno a 700 personas, registró 60 incidentes. En octubre de 2012 una bomba explotó en el centro de la comunidad judía.
Los líderes judíos acusaron a Ilmar Reepalu, que se desempeñó como alcalde entre 1994 y 2013, de comentarios incendiarios. Reepalu pidió que los judíos se distanciaran del sionismo, y afirmó que la comunidad judía había sido «infiltrada» por el Partido Demócrata de Suecia, que tiene sus raíces en la extrema derecha. Reepalu ha negado ser antisemita. Pero sus comentarios provocaron una tormenta de protestas y se vio obligado a retractarse. Hannah Rosenthal, ex enviada especial de EE.UU. para la lucha contra el antisemitismo, dijo que Malmö es un claro ejemplo del «nuevo antisemitismo», donde se utiliza el odio a Israel para disimular el odio de los judíos.
No es antisemita criticar al gobierno de Israel o a sus políticas hacia los palestinos, dicen los líderes judíos. Un razonado y abierto debate sobre el conflicto siempre es bienvenido – sobre todo ahora, cuando las pasiones sobre Gaza están creciendo tanto. Pero la morbosa obsesión con la única democracia de Medio Oriente, dicen, su implacable demonización y los llamados a su destrucción son indicativos de antisemitismo.
Los medios de comunicación sociales proporcionan una fácil plataforma para la propagación del odio, que ha sido impulsado por la alianza entre islamistas y la izquierda, dice Ben Cohen, autor de Algunos de Mis Mejores Amigos: Un Viaje A Través del Antisemitismo del Siglo XXI. «Decir que los judíos son la única nación que no tiene derecho a la libre determinación, manchando a Israel como una encarnación moderna de la Alemania nazi o la Sudáfrica del apartheid, afirmar que el ‘Lobby de Israel’ manipula la política exterior estadounidense desde las sombras es, sin lugar a dudas, antisemitismo».
CORAZONES GIRADOS HACIA ORIENTE
En 1997 escribí un libro sobre las minorías musulmanas en Europa, llamado Un Corazón Girado Hacia Oriente. Era optimista y, en retrospectiva, ingenuo de mi parte. Viajé a través de Francia, Alemania, Gran Bretaña, Turquía y Bosnia. Esperaba entonces que un tolerante, moderno Islam podría emerger en Europa, en la tradición otomana. Los otomanos no habían sido perfectos, pero habían sido comparativamente tolerantes – especialmente en comparación con la iglesia católica. En Francia me encontré con intelectuales musulmanes, exiliados y artistas. Estaban resentidos por su estatus de segunda clase, y habían sido marcados por el racismo y la discriminación. Pero su enojo estaba dirigido contra las autoridades francesas y querían coexistir con sus compatriotas judíos.
Entonces, ¿qué salió mal? Las corrientes subterráneas hacía tiempo que estaban circulando, pero se notaban poco. Se remontan a la revolución islámica en Irán, el asedio de La Meca y la invasión soviética de Afganistán en 1979, dice Ghaffar Hussain, de la Fundación Quilliam, un experto contra el extremismo de Londres. «El extremismo islamista experimentó un recrudecimiento mundial después de 1979. Estos eventos jugaron a favor de los islamistas». Esa ira fue agravada por la guerra de Bosnia, que ayudó a alimentar una conciencia global musulmana.
Muchas comunidades musulmanas occidentales están sufriendo una crisis de identidad, dice Hussain. La política del odio ofrece una salida fácil y un medio de culpar a los demás por los sentimientos personales. «En muchos casos resuena con las experiencias de vida de los jóvenes musulmanes. Se sienten alienados y marginados, debido a experiencias negativas, insuficiencias personales o incluso diferencias culturales».
Judíos, musulmanes, africanos y otros inmigrantes, una vez vivieron en razonable armonía en los suburbios, compartiendo dificultades. La Haine (Odio), un thriller de gran éxito dirigido por Mathieu Kassovitz, fue estrenado en 1995, con tres protagonistas: uno judío, un afro-francés y un tercero de una familia del norte de África. La violencia y brutalidad son experimentadas por los tres amigos.
Una película como esa es casi inimaginable hoy en día. El punto de inflexión se produjo en enero de 2006 con el secuestro y asesinato de Ilan Halimi. Un vendedor de teléfonos móviles de 23 años de edad, Halimi cayó en una trampa tentadora, secuestrado y retenido durante tres semanas en Bagneux, en las afueras de París. Allí fue torturado mientras sus secuestradores telefoneaban a su familia, para que pudieran oír sus gritos. Youssouf Fofana, el líder de la banda, fue condenado a cadena perpetua.
Uno de los aspectos más perturbadores del caso fue que 28 personas estuvieron involucradas en el secuestro y muchas más, que vivían en la urbanización, sabían al respecto. «El asesinato de Ilan Halimi fue el primer asesinato de un judío, porque era judío», dice Roger Cukierman, presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías francesas (CRIF). «El prejuicio y la falta de humanidad fueron impresionantes. Es increíble que en los 24 días que estuvo secuestrado y torturado ninguno de los involucrados, siquiera consideró hacer una llamada anónima a la policía».
Muchos culpan al polémico comediante Dieudonné y su «quenelle», supuestamente una versión modificada del saludo nazi, por alimentar el odio. Los medios de comunicación sociales están inundados con sus seguidores, haciendo la quenelle frente a sinagogas, monumentos conmemorativos del Holocausto, la escuela en Toulouse, donde tres niños judíos y un profesor fueron asesinados, e incluso a la entrada de Auschwitz.
Dieudonné niega que el gesto sea antisemita. La quenelle, dice, es un «gesto de liberación» de la esclavitud. Dieudonné es también el creador de la canción «ShoahNanas» (Piñas Holocausto), que canta acompañado de un joven que lleva una gran estrella amarilla sobre un pijama.
Ahora, un nuevo ingrediente ha sido arrojado a la caldera: las guerras en Siria e Irak. El Gobierno francés estima que 800 jihadistas están luchando en Siria, acompañados de varios cientos de Gran Bretaña. Entre ellos estaba Mehdi Nemmouche, acusado del atentado contra el museo judío de Bruselas. La policía francesa descubrió que tenía en su poder un fusil de asalto Kalashnikov y una pistola, que creía que fueron utilizados en el ataque.
Junto con las armas, la policía encontró una hoja blanca estampada con el nombre del Estado Islámico de Irak y el Levante (Isis), la milicia, juzgada demasiado extremista incluso para al-Qaida, ha capturado grandes extensiones de Irak.
En mayo de 2012, en Toulouse, un hombre armado mató a siete personas, entre ellas un maestro y tres niños, en una escuela judía. «Los judíos en Francia y Bélgica están siendo asesinados porque son judíos», dice Cukierman. «El jihadismo se ha convertido en el nuevo nazismo. Esto hace que la gente considere irse de Francia».
Los asesinatos no han disminuido el odio anti-judío. Por el contrario, parece que lo han inflamado. El empinamiento del antisemitismo ha disparado la emigración a Israel. En 2011 y 2012, poco menos de 2.000 judíos franceses emigraron a Israel.
En 2013, el año después del ataque de Toulouse, se fueron 3.289. En el primer trimestre de este año emigraron 1.778 judíos. «Creo que este año se irán 5-6.000 judíos», dice Cukierman. «Si se mudan a Israel por el sionismo, está bien. Pero si es por miedo, entonces no es agradable. El problema es que la democracia no está bien equipada para luchar contra el terrorismo. Lo que vimos en Toulouse y Bruselas es terrorismo».
ATAQUES TERRORISTAS
En toda Europa las comunidades judías están invirtiendo en infraestructura de seguridad y aumentando la protección. Después de los ataques de Toulouse, la Agencia Judía creó un Fondo para Asistencia de Emergencia. Hasta ahora se han distribuido casi 4 millones de dólares para aumentar la seguridad en 116 instituciones judías en más de 30 países. En Gran Bretaña, el gobierno paga £2,5 millones al año por guardias de seguridad en las escuelas judías.
Hay una relación directa entre los acontecimientos en Medio Oriente, especialmente con respecto a Israel/Palestina, y los picos en el antisemitismo, dice el portavoz de CST Mark Gardener. Gaza ha provocado un nuevo aumento en los ataques. «La situación es como una olla a presión, esperando que cualquier chispa la libere y las comunidades judías locales sean objeto de ataques racistas».
Hasta ahora, los judíos británicos no han sufrido un ataque terrorista como en Toulouse o Bruselas, pero no por falta de jihadistas que traten de hacerlo. En 2011 las tropas somalíes mataron a tiros a un líder de al-Qaida en África cuando trataba de embestir su automóvil a través de un puesto de control. Los documentos encontrados en el interior de su automóvil incluían planes detallados para ataques contra Eton College, el Ritz y hoteles de Dorchester, y los barrios de Golders Green y Stamford Hill de Londres, que tienen grandes poblaciones judías.
Al año siguiente, nueve jihadistas británicos fueron declarados culpables de planear actos terroristas, incluidos los ataques potenciales a dos rabinos, y un matrimonio de Oldham, al norte de Inglaterra, fue condenado por planear ataques terroristas contra la comunidad judía de Manchester.
Los musulmanes están sobre representados entre los perpetradores de incidentes antisemitas, dice Gardener. «No es tan extremo como en Francia, Bélgica, Holanda o Malmö, donde los niveles de antisemitismo les hacen la vida difícil a los judíos, pero es un fenómeno. Un gran número de musulmanes creen que el 11-S fue un complot judío, que los judíos operan los medios de comunicación y que el dinero judío controla a los políticos. Por supuesto que hay organizaciones musulmanas que hablan en contra del antisemitismo y muchos líderes musulmanes están plenamente conscientes del daño que el antisemitismo le hace a su propia comunidad».
Sin embargo, el panorama no es todo desalentador. En Berlín y Budapest la vida judía está floreciendo. El epicentro del Holocausto parece un centro poco probable para un renacimiento judío. Pero la capital de Alemania es ahora el hogar de una de las comunidades judías de más rápido crecimiento del mundo, con decenas de miles. Hay una creciente sensación, sobre todo entre los alemanes jóvenes, que la ciudad está incompleta sin la presencia judía, sobre todo en las artes, la cultura y la literatura. Los días de gloria de los años anteriores a la guerra nunca podrán ser recreados, pero pueden ser recordados y utilizados como inspiración para una nueva forma de cultura judeo-alemana.
El renacimiento judío de Berlín es impulsado por la afluencia de Rusia y un creciente número de israelíes que han solicitado pasaportes alemanes.
Budapest es el hogar de la mayor comunidad judía nativa de la región, por lo general estimada entre 80.000 y 100.000, aunque tal vez sólo un quinto de esa cifra está afiliada a la comunidad judía. Aún así, la ciudad es el hogar de una docena de sinagogas funcionando, un próspero centro comunitario, tiendas, bares y restaurantes kosher, y cada verano es anfitrión del festival judío de verano, que es apoyado por el gobierno y la municipalidad. El Distrito VII, el barrio judío tradicional, es ahora la parte más de moda de la ciudad, sede de numerosos «ruin-pubs» bohemios [NT: romkocsma en húngaro; algo así como bares de la ruina, porque funcionan en edificios de ex teatros en ruinas, etc.].
La vida comunitaria estaba moribunda bajo el comunismo. Hasta hace poco, el establishment judío era percibido por muchos como insular y egoísta. Recién ahora hay una nueva generación de activistas, como Adam Schönburger, revitalizando la vida judía, en parte centrándose en temas culturales, sociales y éticos, en lugar de religión. Schönburger es uno de los fundadores de Siraly, un centro cultural judío que se reabrirá a finales de este año.
El resultado es una nueva confianza entre muchos judíos húngaros y un orgullo por su herencia. Tanto es así que están boicoteando los actos de conmemoración del Holocausto del gobierno, acusando al gobierno de encubrir la colaboración del país en el Holocausto – que el gobierno niega enérgicamente – señalando que numerosos funcionarios, incluido el presidente, han admitido la responsabilidad de Hungría.
«Tenemos que redefinir qué significa ser judío», dice Schönburger. «No veo muchas posibilidades a través de la continuidad exclusivamente religiosa. Tenemos que educar a la gente acerca de su patrimonio y tener nuevos puntos de referencia para que se sientan conectados. Estos pueden ser culturales o a través del activismo social, la idea de Tikun Olam, «la sanación del mundo ‘».
ENRIQUECIMIENTO DE UN REINO
Pocos de los furiosos jóvenes de los suburbios saben que los musulmanes y los judíos comparten una historia común de tolerancia y coexistencia.
La vida judía floreció bajo el dominio islámico en España, una era conocida como la Edad de Oro, que produjo algunas de las obras más importantes de la erudición judía y un florecimiento del conocimiento y la ciencia. Judíos sirvieron como asesores de los gobernantes musulmanes, como médicos, abogados, maestros e ingenieros. Aunque hubo brotes esporádicos de violencia, los judíos que vivían bajo el dominio musulmán en la Edad Media eran mucho más prósperos, seguros e integrados que los de la Europa cristiana.
Cuando, en 1492, los judíos fueron expulsados de España, el sultán otomano Bayecid II estaba tan incrédulo que envió una flota de barcos para recogerlos. No podía permitir que se le escapara este premio de médicos, abogados, científicos y comerciantes.
«¿Ellos llaman a este Fernando, que empobrece su reino y enriquece el mío, un príncipe sabio?», preguntó. Los inmigrantes judíos se asentaron por todo el imperio otomano, desde Salónica hasta Bagdad.
Enseñar acerca de ese patrimonio común, y las raíces comunes del Islam y el judaísmo podría ayudar a distender el odio, argumenta Roger Cukierman. «Tenemos que enseñar a los niños, desde la edad de cinco o seis años a respetar a sus vecinos, sea cual fuere su color, religión u origen. Esto no se hace hoy en día. Tenemos que educar a los padres y a los medios de comunicación a no promover el odio».
Los líderes moderados, musulmanes y judíos, están trabajando juntos en contra de las campañas para prohibir la circuncisión y el sacrificio ritual, dice Ghaffar Hussain, de la Fundación Quilliam. «Sólo escuchamos acerca de lo que los extremistas están haciendo. Pero tenemos que desafiar las narrativas extremistas y trabajar por un espacio liberal, democrático y secular, donde la gente de una amplia variedad de orígenes pueda prosperar y coexistir».
El futuro de los judíos europeos es más que una cuestión de los mismos judíos, sostiene Natan Sharansky. «Me gustaría ver fuertes comunidades judías en Europa, pero tienen cada vez más dudas sobre cuál es su futuro. Los líderes europeos están trabajando duro para convencerlos que Europa es multicultural y post-nacionalista. Pero si la minoría más antigua de Europa se siente incómoda y está desapareciendo, se plantean cuestiones de educación y ciudadanía. Ese es el desafío para los líderes de Europa».
http://www.newsweek.com/2014/08/08/exodus-why-europes-jews-are-fleeing-once-again-261854.html
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
no me llama la atencion xq esta relacionado con la cantidad de arabes en esos lugares