Sal Emergui
Elmundo.es
05 ABR 2011
“Sería muy triste que después de todo lo que he hecho por los jóvenes del campo de refugiados de Jenin, yo muriera por una bala palestina”, me confesó el actor árabe-israelí y símbolo de la lucha por la causa palestina, Juliano Mer-Khamis, después que islamistas radicales en Yenín redactaran y distribuyeran folletos amenazándole de muerte por dos grandes pecados: “Traición” al ser hijo de madre judía israelí y “corrupción moral» al “estropear” la juventud en Yenin con obras de teatro en las que se «atrevía» a hacer coincidir en un mismo escenario a chicos y chicas.
«Si las palabras no le convencen, deberemos usar el lenguaje de las balas», le advertían los fundamentalistas. Dos años después, cerca del Teatro de la Libertad de Jenin que fundó y cuando estaba en compañía de su hijo pequeño, Mer ha sido asesinado a quemarropa por unos encapuchados. El hombre que solía decir “mi Intifada cultural tiene más éxito que la violenta”, ha acabado rendido a la ceguera del fuego. Fuentes de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina relacionan su asesinato con las amenazas de los islamistas más extremistas y el hecho que el teatro fue quemado en el pasado. Otras fuentes no descartan un viejo ajuste de cuentas.
El primer ministro palestino, Salam Fayad, ha ordenado una investigación rápida y amplia ante lo que considera una «gran pérdida del pueblo palestino».
Asesinado en Jenín. El carismático actor y director.
El conocido activista propalestino nació hace 52 años en el seno de una familia muy especial Su madre, Arna, una judía israelí que en los 80 creó un grupo de teatro infantil en el campo de refugiados de Jenin, escenario de violentos enfrentamientos entre soldados israelíes y milicianos palestinos. Su padre, Saliba Khamis, un cristiano árabe que lideró el partido comunista en Israel. Lo que marcó más a Mer no fue sólo el origen de sus padres sino sus inquietudes.
Con nacionalidad israelí y tras servir en el Ejército, Mer inició una exitosa carrera. En las últimas dos décadas, se convirtió en uno de los críticos más persistentes contra la política de Israel hacia los palestinos. Se sentía más palestino que israelí aunque recientemente afirmó que «estando aquí en Jenín me siento más judío que nunca». Amantes de los extremos, irónicamente aspiraba a ser puente de los dos pueblos.
“Durante la Segunda Intifada, los tanques no sólo destrozaron espacios físicos de Yenin sino los valores culturales. Mi misión es darles a los jóvenes palestinos la posibilidad de expresarse contra la ocupación sionista sin las armas”, añadió en un recorrido por el campo de refugiados.
Tras ser acribillado
Uno de ellos es Zacaria Zubeide, ex jefe de las Brigadas de los Mártires Al Aksa en Jenín, que aceptó la amnistía, dejó las armas y abrazó el mundo del teatro. Cada vez que conversábamos en la ciudad cisjordana, Zubeide citaba a Mer con mucha admiración. “Detrás de este asesinato hay un grupo importante. No es una acción fácil de hacer”, comenta al diario Haaretz Zubeide que sabe un par de cosas armas automáticas y emboscadas.
El jefe de los milicianos que dejó las armas por el Teatro de Mer (Sal Emergui)
Mer deja huérfanos a palestinos deseosos de una forma de resistencia no violenta. Deja huérfanos a aquellos que soñaban con el teatro como creativa válvula escapatoria. Deja huérfana a su hija de 11 años (de su primera esposa)y al pequeño de su actual pareja, una finlandesa que estaba embarazada de gemelos.
Un tipo valiente dentro y fuera del escenario. Palestino para los israelíes y judío para los palestinos, Mer siempre hizo lo que quiso sin temer al «qué dirán».
Su función ha acabado de forma dramática dejando en Jenín una significativa obra cultural, social y política pero también una nube de dudas sobre si los asesinos conseguirán su propósito de acabar no sólo con el actor sino con la idea que defendía.
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