¿Por qué el presidente y sus consejeros, a la hora de interpretar los comentarios de Netanyahu sobre el Estado palestino, optan por lo que más puede tensar las relaciones con Israel? ¿Por qué el constante estribillo de “No podemos pretender que esos comentarios no han existido”? ¿Por qué la incapacidad de asumir que Netanyahu ha ganado (y que, en cierta e importante medida, Obama perdido) las elecciones israelíes?
Parte de la respuesta es, indudablemente, la estrechez de miras del señor Obama y su aparentemente inextinguible odio hacia el primer ministro de Israel. Pero hay algo más, algo más profundo.
El presidente está utilizando los comentarios del primer ministro Netanyahu para alcanzar una meta claramente pretendida: debilitar al Estado judío. El señor Obama es producto de un entorno progresista, del que forma parte la Academia, en el que la hostilidad a Israel está muy extendida.
Como presidente, Obama ha de hacer frente a una serie de restricciones en lo de socavar Israel. Pero el presidente se ha servido de unos comentarios del señor Netanyahu en campaña para hacer avanzar su agenda, que en este punto pasa por revertir décadas de política norteamericana e imponer una solución basada en dos Estados. (Esto es sólo una pieza de un puzle mucho maás grande).
Para el señor Obama, los comentarios del primer ministro israelí han sido menos una ofensa que una oportunidad; una oportunidad, en su magín, para poner a Israel en su sitio. Esto explica los inauditos e incesantes ataques contra el señor Netanyahu. El presidente y su Casa Blanca están galvanizados como nunca; están cumpliendo una misión.
El hecho de que esa misión sea terriblemente perniciosa no parece que haga al presidente pisar el freno. Tiene prisa. Y la gente que tiene prisa a menudo actúa temerariamente.
El señor Obama es presa de un berrinche, claramente. Pero centrarse en eso, en vez de en el proyecto ideológico subyacente a sus acciones, es perder la perspectiva. Barack Obama está usando los últimos años de su presidencia para dar rienda suelta a sus ambiciones izquierdistas, lo que incluye el hacer un daño tremendo a nuestro aliado más fiable, uno de los países más estimables del mundo.
Para quienes amamos a Estados Unidos y a Israel, ésta es una época triste y vergonzosa. Que afortunadamente pasará. Pero, hasta entonces, se va a provocar un daño tan grande como innecesario.
© Versión original (inglés): Commentary
© Versión en español: elmed.io
Obama no ha estudiado la historia, no conoce el pasado de Medio Oriente, a lo sumo lo que ha escuchado y no ha comprendido muy bien, al parecer.
Desde la invasión ejipcia, asiria, babilónica, persa, griegas, las cruzadas europeas, turco-otomanas, británicas y la pretensión actual persa, que amenaza con desatar un holocausto nuclear, Obama está mas ofuscado por no poder imponer su autoridad intransigenete, mas que su concepción ideológica, podría resumirse que es un fracazo mas, agregado a su larga lista de fracazos domésticos.
Ya no se sabe quien persigue a quien, porque Israel goza de la simpatía hasta de quienes han querido borrar todo rastro de su historia, lección que Obama debería aprender, so-pena de caer en el mismo error.
Pero démosle la oportunidad de reconocer un error y redimirse, nadie tiene mas culpa de sus fracazos como el mismo!.-