Uno de los principales fracasos en los análisis occidentales sobre la Primavera Árabe ha sido la subestimación de la religión como factor en la política de Oriente Medio. Cuando empezó, todo el mundo comenzó a hablar de los liberales seculares. El problema es que los liberales seculares son prácticamente inexistentes en la sociedad árabe -la gente que realmente importa son los Hermanos Musulmanes.
Si usted quiere hablar de organización política real, esta es invariablemente de carácter islamista, en estos días. Escribí una monografía sobre esto hace cinco años. Examiné el ascenso de Hamás al poder en Palestina, con el argumento de que no era un acontecimiento excepcional, sino la regla.
Cuando hay elecciones libres, a los islamistas les va extremadamente bien o triunfan. Cuando Jordania tuvo elecciones relativamente libres en 1989, los islamistas de varias designaciones obtuvieron alrededor del 40 por ciento de los escaños en el Parlamento. Desde entonces, los jordanos han hecho trampa de forma sistemática en las elecciones, para mantener a los islamistas afuera. Cambiaron la ley electoral, perpetraron fraude, violencia – lo que quiera – cualquier cosa menos permitir que los islamistas saquen provecho de una elección libre.
¿Por qué la tradición es tan resistente? Me gustaría citar cuatro factores.
Secularización de arriba hacia abajo
En primer lugar, hay un carácter de arriba hacia abajo en las reformas de secularización introducidas en el Oriente Medio durante los últimos 200 años, más o menos. El punto de partida de lo que llamamos la era «moderna» en el Oriente Medio comienza con la invasión napoleónica de Egipto en 1798 -la arrolladora introducción del poder europeo y las ideas europeas que indujeron un período de reformas en el Medio Oriente-.
Sin embargo, estas reformas de secularización y occidentalización fueron «de arriba hacia abajo». Ellas no venían de abajo hacia arriba. Como resultado, muy a menudo, la gente no las quería. Y siempre hubo un retroceso tradicionalista en contra de estas reformas de secularización.
Tomemos un país como Turquía, donde se introdujeron las reformas más impresionantes durante el “Tanzimat” (Regulación y organización). Estas reformas otomanas, a partir de 1839, terminaron en 1876 con la introducción de la Constitución otomana. Por lo que se podría decir que Turquía había llegado más lejos en este proceso de secularización y occidentalización. Pero luego mire hoy a Erdogan. Él es capaz de sacar provecho del sentimiento islamista de la mayor parte del pueblo turco.
Usted ve, las reformas de muy amplio alcance que se implantaron bajo Kemal Ataturk se introdujeron por la fuerza. Ataturk fue un dictador -la latinización del alfabeto, por ejemplo, se impuso a la población-. Por eso, con la democratización de Turquía después de la Segunda Guerra Mundial, usted tiene el resurgimiento gradual de la tendencia islámica.
En todo el Oriente Medio, puede haber habido reformas seculares, pero ellas no produjeron sociedades seculares. Las sociedades permanecen básicamente vinculadas a la religión en lo más profundo de sus corazones.
Sociedades de grupos, no de individuos
Hay un gran libro escrito por un historiador británico del Medio Oriente, Malcolm Yapp. Dice que las sociedades de Oriente Medio no son sociedades de individuos sino sociedades de grupos. Y este es el segundo factor que explica la resistencia de la tradición.
Las sociedades occidentales se ven a sí mismas como sociedades de individuos. Los derechos de los individuos están, en el centro del debate político, garantizados por el Estado. La gente se organiza políticamente como individuos; se unen al Partido Republicano o al Partido Laborista, o lo que sea; pero como individuos.
El Oriente Medio, dice Yapp, no es una sociedad de individuos -y nunca lo fue- sino una sociedad de grupos.
Usted pertenece a un grupo – es decir, a su familia, a su familia extendida, a su tribu, y quizás por encima de todo, a su denominación religiosa. Por lo tanto, usted es, ante todo, un musulmán, un judío o un cristiano -y cierto tipo de cristiano, ya sea maronita, o griego ortodoxo o griego católico-, y estas diferencias importan. Si eres musulmán es una gran diferencia si usted es sunita o chií o miembro de los heterodoxos no musulmanes como los alauitas o los drusos, que no son realmente musulmanes en absoluto.
Los estadounidenses invadieron Irak con la creencia de que se trataba de una sociedad de individuos y que por lo tanto se unirían en partidos políticos democráticos que luchan por el poder. Pero, ¿qué pasó? ¡Los grupos fueron a la guerra unos en contra de otros! La guerra civil, suníes contra chiíes, era lo único que se podía esperar – no podría haber sido de otra manera-. Y no estoy diciendo que las sociedades de grupos son mejores que las sociedades de grupos de individuos; sino simplemente diferentes.
¿Por qué seguimos entendiendo mal? Bueno, en Occidente, un desdichado subproducto de la influencia de Edward Said es la falta de voluntad para reconocer la Alteridad del Otro. En las sociedades multiculturales en Occidente -y no tengo nada contra el multiculturalismo-, -estoy totalmente a favor del mismo-, usted tiene sociedades que ven a sí mismas como multiculturales. Pero mire, si usted se define a sí mismo como multicultural, usted está obviamente reconociendo que las otras culturas son el ‘Otro’, ¡por lo tanto, multi! Pero cuando el multiculturalista de EE.UU. y otros países occidentales mira a Oriente Medio, él o ella explica a los habitantes del Oriente Medio no como al Otro, ¡sino como… nosotros! Es por eso lo que entendimos sobre toda esa historia sobre Facebook y Twitter durante la Primavera Árabe. Era una forma de decir
«¡Son como nosotros!».
Los occidentales vieron Facebook y Twitter; pero no vieron a los Hermanos Musulmanes. La narrativa en Occidente era «Esto es Facebook y Twitter; este es el siglo XXI; esta es la intelectualidad liberal secular apoderándose de Egipto». Y luego los comentaristas se sorprendieron cuando la Hermandad Musulmana pasó por encima de todo el mundo. ¡Pero ellos iban evidentemente a pasar por encima de todo el mundo! Las únicas personas que van a impedir que los Hermanos Musulmanes pasen por encima de todo el mundo eran el ejército -no los liberales seculares-. Los liberales seculares, para echar a la Hermandad Musulmana del poder en Egipto, tenían que utilizar a los militares –ningún otro podría hacerlo-.
Religión y Estado
Tercer punto: nunca realmente ha habido una separación entre la religión y el estado en el Oriente Medio. No importa cuán lejos las reformas llegaron en el Imperio Otomano o en Egipto, siempre hubo lugar para la religión y el derecho islámico en el estado. En los últimos 20 o 30 años, este espacio se ha incrementado. Incluso bajo Mubarak, los abogados islamistas presentaban sus demandas en contra de los intelectuales por blasfemia en el sistema judicial secular ordinario -y ganaban-. La reintroducción de la Sharía en el sistema de los tribunales seculares fue permitida por Mubarak. ¿Por qué? Bueno, hubo una especie de acuerdo. A los islamistas se les permitió tomar el control de un determinado segmento del espacio público, siempre y cuando no se metieran con el gobierno. (Con el tiempo, se liaron con el gobierno, pero esa no era la idea original).
Territorialización de la identidad
El cuarto punto es el impacto en el Oriente Medio de una influencia genuina de occidentalización, que yo llamo la territorialización de la identidad. El Imperio Otomano no puede haber sido un país liberal; pero era un país muy tolerante. Las minorías y las mayorías vivían una al lado de la otra en paz en todo el imperio. Pero el advenimiento de la idea occidental del nacionalismo trajo la idea relacionada de vincular la sociedad, la comunidad y el territorio, y esto llevó a un derramamiento de sangre horrible en toda la región.
Una vez que se hizo importante territorializar su identidad religiosa; vemos enfrentamientos militares entre las comunidades. Esto es lo que sucedió en Yugoslavia. Esto es lo que sucedió en Chipre. Esto es lo que está sucediendo ahora en Irak. Esto es lo que fragmentó al Líbano hacia arriba. Esto es lo que ahora está desmantelando a Siria.
Neotradicionalismo
El caos en el Medio Oriente contemporáneo es la expresión cataclísmica del fracaso de la modernización al estilo occidental. Estos son estados fracasados que no pueden mantener económicamente a su pueblo, y el pueblo se rebela contra la desesperanza. Egipto es el ejemplo perfecto de ello.
La incapacidad de estas sociedades para proporcionar una vida digna a su población, y la desilusión generalizada con las reformas y la modernidad al estilo occidental, han producido el resurgimiento de lo que yo llamo neotradicionalismo: el Islam político, la política sectaria, la política tribal. En Egipto y Túnez vemos a los islamistas contra los laicos, en Irak y Siria vemos una guerra civil sectaria. En Yemen y Libia hay desintegración tribal. Toda la región está siendo desestabilizada a raíz de este resurgimiento del neotradicionalismo.
¿Cómo afecta esto a la cuestión árabe-israelí? Mientras los residuos del nacionalismo secular se retiran hacia el trasfondo; las fuerzas religiosas se vuelven cada vez más prominentes en el conflicto. Hamás y Hezbollah están definitivamente mucho más motivadas y son más centrales, en el conflicto armado con Israel que Fatah y los restos de la OLP.
Israel también está cambiando. Israel post-1967 no es Israel pre-1967. Israel post-1967 es una clase mucho más religiosa de sionismo, como resultado de la Guerra de los Seis Días y la ocupación. El componente mesiánico del esfuerzo sionista está creciendo. El sionismo clásico fue en realidad una manera de empujar a la religión afuera de la judeidad. Fue un esfuerzo para crear un judaísmo secular alternativo, de allí, la oposición de los ultra ortodoxos al sionismo. Siempre hubo un sionismo religioso más bien marginal; pero después de 1967 se convirtió en mucho menos marginal y es un segmento cada vez mayor de la política israelí.
Para los sionistas religiosos, el Estado de Israel no es la expresión territorial secular de la autodeterminación judía; se ha convertido en el vehículo para la redención religiosa. “Atjalta de’Geulah”, como ellos dirían – “el comienzo de la redención». Esto es lo contrario de lo que los sionistas seculares de la fase anterior planeaban.
En el lado judío y en el lado musulmán, el conflicto se está volviendo cada vez más por motivos religiosos. Israel exige la unificación de Jerusalén «por las buenas o por las malas” bajo la soberanía israelí. Existe, yo diría, una minoría árabe que no es muy bien tratada dentro de la ciudad. Vemos judíos fanáticos que se establecen en zonas residenciales musulmanes como parte del apoderamiento de inclusive las áreas residenciales musulmanes. Y vemos a Jerusalén convirtiéndose en el detonante de lo que se está convirtiendo en una confrontación crecientemente religiosa.
Abu Mazen trasladó la confrontación a la ONU y a la Corte Penal Internacional; mientras que Hamás la ha llevado al campo de batalla. El elemento armado del conflicto está siendo impulsado por motivaciones religiosas mientras que los laicos están llevando el enfrentamiento a otra parte.
La naturaleza cada vez más religiosa del conflicto palestino-israelí, y el creciente interés en Jerusalén, están ambos profundamente arraigados en lo que yo llamo el resurgimiento del neotradicionalismo.
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