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El fracaso de Obama para internalizar la intolerancia palestina


David Horovitz

Jpost.com

20/05/2011

obama-aipac2Los nuevos parámetros del presidente lo muestran ciego al significado de la demanda de un «derecho de retorno».

El domingo pasado, los nietos y bisnietos de los árabes palestinos que habían salido de Israel, mientras el mundo árabe trataba de asesinar a nuestro estado al nacer, intentaron un simbólico «retorno», con diversos grados de éxito, a través de las fronteras siria, libanesa, jordana y egipcia, y de la Margen Occidental y la Franja de Gaza.

Fueron calurosamente elogiados por este esfuerzo, por la Autoridad Palestina del presidente Mahmud Abbas, el ostensiblemente moderado sucesor de Yasser Arafat, con quien Israel ha estado tratando, desde hace casi ocho años, de hacer la paz. Abbas – quien más tarde en la semana, en un artículo de opinión en el New York Times, reescribió la historia del restablecimiento de Israel borrando de un plumazo el rechazo de los árabes de lo que habría sido su estado independiente junto al nuestro – elogió conmovedoramente a los que habían muerto en el asalto a las fronteras de Israel del «Día de la Nakba» del domingo (la mayoría de ellos muertos por fuerzas del ejército libanés) como los últimos «mártires» de la causa palestina.

El ataque de la Nakba del domingo contra el soberano Israel, y su conmovedora aprobación por el presunto socio palestino de Israel, fue la última lóbrega demostración de la insistente negativa palestina, durante cerca de dos tercios de siglo, de internalizar el hecho que los judíos tienen un derecho histórico a esta franja de tierra, y que sus demandas por la condición de estado no puede realizarse a costa del nuestro.

En medio de todas las «diferencias», que Binyamin Netanyahu y Barack Obama reconocieron, el viernes, en sus visiones del camino hacia la paz palestino-israelí, es la evidente incapacidad del presidente para apreciar el inflexible rechazo palestino a aceptar la legitimidad de Israel, lo que más está perjudicando la vital relación estadounidense-israelí y que más condena al fracaso su enfoque respecto de lograr la paz.

Una indicación de su falta de internalización de que Israel, en ninguna frontera, se considera fundamentalmente ilegítimo por gran parte de los dirigentes palestinos y el público fue evidente en 2009, Obama habla de divulgación mundo musulmán en El Cairo. No pudo, antes de que la mayoría de vital importancia de las audiencias, por mencionar vínculo histórico de Israel de esta tierra – el hecho de que este es el único lugar donde los Judíos han sido siempre soberano, el único lugar donde los Judíos han buscado siempre la soberanía, un lugar que nunca de buen grado a la izquierda y una a la que siempre rezó para regresar.

Ningún líder palestino abogará por un compromiso viable con Israel, hasta que este contexto judío soberano sea aceptado y, sin embargo, el presidente optó por no utilizar esa extraordinaria oportunidad para enfatizar nuestros derechos soberanos aquí, y así fomentar el necesario compromiso.

Dos años después, el presidente, muy obviamente, no ha cambiado. Hubo cosas positivas para Israel en su discurso del jueves sobre Medio Oriente – incluyendo la insistencia en que un estado palestino sea desmilitarizado, y la crítica a las movidas palestinas para buscar el apoyo de la ONU para la condición de estado, sin negociar la paz con Israel. Éstas fueron superadas ??por las negativas, sin embargo. Y junto con esas formulaciones negativas – de un presidente que bien puede creer, realmente, que está siendo justo con Israel, y que nosotros estamos incapacitados por un primer ministro incapaz de tomar las decisiones necesarias para garantizar el futuro judío y democrático de Israel – es el rechazo a reconocer la intolerancia palestina a la soberanía judía, y presionar urgentemente con las medidas necesarias para reducir y finalmente eliminar esa intolerancia.

Es enormemente preocupante, para muchos israelíes, reconocer que nuestro socio estratégico más importante, ahora está abogando públicamente, antes de que se haya detectado alguna significativa señal de compromiso palestino sobre el status final, para que nos retiramos, más o menos, a las líneas anteriores a 1967 – las así llamadas «fronteras Auschwitz» – desde las que fuimos atacados sin descanso en nuestras dos primeras frágiles décadas de condición de estado. Pero sólo un presidente, que ignore o subestime la hostilidad palestina hacia Israel, podría proponer una fórmula para reactivar las negociaciones en la que figuren esos parámetros de alto riesgo para el compromiso territorial, sin que, simultáneamente, dejando bien en claro que no habrá «derecho de retorno» para los refugiados palestinos.

Obama insta a Israel – varios de cuyos líderes han ofrecido dramáticas concesiones territoriales en la causa de la paz, y demostrado sus honestas intenciones, abandonando el sur de Líbano, Gaza y las principales ciudades de la Margen Occidental, sólo para ser recompensados ??con nuevos episodios de violencia – renunciar a su activo clave en disputa, el territorio de resonancia bíblica de Judea y Samaria, como primera etapa de un proceso de «paz». Pero no exige que los palestinos – cuyos líderes se han negado sistemáticamente a aceptar ofertas de paz de largo alcance, sobre todo la oferta de 2008 de Ehud Olmert, de una retirada a las líneas 67, ajustadas, y la división de Jerusalem – renunciar a sus activos clave en disputa, la demanda inadmisible para la destrucción de un estado judío, el «derecho de retorno» para millones de personas, hasta algún vago momento posterior, en todo caso. Meramente sugiere que el problema de los refugiados, junto con Jerusalem, sea abordado más adelante.

Nuestro Primer Ministro y el presidente de Estados Unidos podrían no llevarse demasiado bien. Podrían desconfiar uno del otro. Cada uno de ellos podría pensar que el otro no es realista, que es ingenuo, arrogante o algo peor. Pero el interés común y los valores compartidos por nuestros dos países deberían empequeñecer cualquier tal antipatía, y las comunicaciones bilaterales deberían ser suficientemente coherentes para que los mensajes y las preocupaciones vitales sean eficazmente expresados y dirigidos.

Sin embargo, la nueva fórmula del presidente para la paz palestino-israelí es tan inoperante y tan contraproducente, como para indicar una completa interrupción de la comunicación. Ningún actor internacional y, ciertamente, ningún negociador palestino, desafiará ahora el marco de Obama y declarará que los israelíes no pueden posiblemente ser obligados a aprobar un peligroso retroceso a las líneas de 1967, a menos que, o hasta que, los palestinos renuncien formalmente a la demanda de un “derecho de retorno”. Y así podemos mirar adelante hacia un nuevo período de estancamiento diplomático, de un Israel que parece recalcitrante en no cumplir con las expectativas declaradas públicamente por su aliado clave, de los palestinos obteniendo cada vez una mayor legitimidad internacional, aun cuando son liberados de la obligación de reconocer la legitimidad de Israel mediante el retiro de su demanda para destruirla bajo el peso del número de refugiados.

Algunos comentaristas sugieren que, en sus comentarios públicos del viernes, junto a Netanyahu en la Casa Blanca, Obama estaba tratando de mostrar una mayor empatía hacia Israel, tratando de reducir algunas de las fricciones causadas por su discurso del jueves. El presidente se refirió un poco a la cuestión del acuerdo de unidad Fatah-Hamas, invocando los principios del Cuarteto en relación a la viabilidad de Hamas como un socio.

En su mayor parte, sin embargo, Obama regresó a los parámetros que había establecido el jueves, volviendo a algo de lo que había dicho, usando muy similares palabras, y declinando introducir elementos que había optado no incluir un día antes.

En forma muy mortificante, como el jueves y de nuevo ahora en ésta más obvia de las oportunidades, optó por no decir claramente y con firmeza – como, no puede haber duda, lo habrían hecho los predecesores como George W Bush y Bill Clinton en ese contexto – que el problema de los refugiados palestinos deberá ser resuelto independientemente de Israel. No dejó en claro que, así como Israel construyó un estado dinámico que absorbió cientos de miles de refugiados judíos de Medio Oriente y África del Norte, hace seis décadas, una nueva «Palestina» deberá finalmente resolver su diligentemente perpetuada crisis de refugiados y abandonar el sueño de un «retorno». La reiterada omisión habrá hecho las delicias de todos los intransigentes enemigos de Israel. El sueño sigue vivo.

Netanyahu, por supuesto, llenó la brecha. Netanyahu se refirió a la imposibilidad de un «derecho de retorno». «No va a ocurrir», dijo, mientras el presidente estaba sentado impasible a su lado. «Todo el mundo sabe que no va a suceder. Y creo que es hora de decirles a los palestinos con franqueza que no va a suceder».

Pero Obama no hizo tal cosa. Por segundo día consecutivo, el presidente, en la misma semana del asalto Nakba en las fronteras de Israel, cuando se trataba de esta demanda central de los palestinos, que simplemente no se puede aceptar porque significaría la desaparición demográfica de nuestro estado, se mantuvo desalentadora, insistente y resonantemente silencioso.

http://www.jpost.com/Opinion/Columnists/Article.aspx?id=221510

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Difusion: www.porisrael.org

 
Comentarios
Carmen Martinez

😀 Apoyo plenamente al Estado de Israel esa es tierra dada por DIOS a su pueblo y los Palestinos nada tienen que hacer alli.
En cuanto a Obama no es de fiar, es monedita de doble cara.

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