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La Operación Opera, un aviso a Irán


Sal Emergui

Elmundo.es

07 jun 2011

Jerusalén-A las 17.30 de un día como hoy hace exactamente 30 años, ocho cazas F-16 de la Fuerza Aérea israelí irrumpían en los cielos de Iraq y bombardeaban la instalación nuclear de Osirak (Tamuz). La Operación Opera acabó en pocos minutos con el sueño atómico de Saddam Hussein para alivio de los israelíes y…de los iraníes, en guerra con Iraq y que ya habían intentado atacar Osirak. 30 años después, son los iraníes los que temen que esos cazas destrocen o retrasen su programa nuclear, mucho más protegido y diversificado.

Ironía con fino sabor parisino. Francia, el país que más ayudó a Saddam para tener su reactor fue  el que más hizo para la puesta en marcha de la central nuclear israelí. Hoy, Israel es independiente en todo lo que respecta a Dimona- según los expertos, pero sin Francia no hubiera sido posible.

Hussein-Chirac

Saddam Hussein y Jacques Chirac (con gafas a la derecha) visitando un reactor francés en el 75

El trigésimo aniversario del ataque adquiere especial relevancia por la denuncia  ayer de la Organismo Internacional para la Energía Atómica contra el programa nuclear iraní (“las actividades de Irán relacionadas con la posible dimensión militar parece que han continuado hasta muy recientemente” según el director general, Yukiya Amano) que aviva aún más el debate en Israel sobre la conveniencia de repetir la Operación Opera. Irán, como Iraq en su momento, afirma que su programa tiene sólo fines civiles y pacíficos. Israel no se lo creyó hace 30 años y tampoco se lo cree ahora.

Como hoy, el ataque tenía entonces una importante oposición interna. El primer ministro israelí Menajem Beguin no contaba con el apoyo de su número dos Igal Yadin y de figuras de peso como el jefe de la oposición Simón Peres o el ex ministro de Defensa, Ezer Weizman. Un mes antes del bombardeo y durante el funeral del hijo del jefe del Ejército, Raful Eitan, Weizman susurró a varios ministros: “No hagáis la operación. ¿Os habéis vuelto locos o qué?”.

Como hoy con el presidente iraní Mahmud Ahmadinayad, Beguin creía firmemente que la bomba nuclear en manos de Saddam podía implicar una “segunda Shoa” (Holocausto). “Si el enemigo dice que desea, aspira y sueña acabar con todos los judíos, no hay que ignorarlo. Debemos tomar sus palabras con seriedad y hacer todo lo posible para evitarlo”, advirtió Beguin enfatizando que la opción militar «es la última pero está sobre la mesa». Un discurso calcado al del actual jefe de Gobierno, Benjamín Netanyahu, que no olvida lo que define como “valiente decisión en el 81”.

Como hoy, los preparativos se realizaron en el mayor de los secretos. El ataque de Osirak culminó cinco años de intensas discusiones de la cúpula política y militar. Como hoy, Israel intentó la vía diplomática vía Washington y Paris. Cuando entendió que no daba frutos y la Inteligencia militar le informó que Saddam rozaba el punto sin retorno (escasas semanas), ordenó el bombardeo. Según confesó posteriormente, «la decisión más difícil» de su mandato.

La desconfianza de Beguin ante una filtración que eliminara el arma más importante (el factor sorpresa) era tal que el 10 de mayo del 81 aplazó la operación. El motivo, una carta que había recibido de Peres contra la operación teóricamente secreta. “Beguin creyó que la filtración podía haber llegado a más personas y canceló la misión cuando los pilotos se dirigían ya a los aviones”, recuerda el entonces jefe de la Fuerza Aérea, David Ivry. 

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Caza de combate israelí tras la Operación Opera.

Los F-16 que empleó Israel estaban destinados inicialmente a Irán pero tras la revolución islámica, EE.UU se los ofreció al Tzáhal. Ivry reconoce la enorme dificultad del ataque por la distancia o la gasolina. “Los estadounidenses no se creyeron que fuimos y volvimos de Iraq sin repostar”, cuenta Ivry que empezó a respirar cuando los pilotos, que viajaron a una distancia muy baja para evitar los radares, dijeron la palabra clave: Charly. Objetivo cumplido. Doce bombas de una tonelada cada una acababan de destrozar la central iraquí.

El ataque sorprendió a Saddam y a la comunidad internacional que lo condenó de forma casi unánime. Como castigo, el presidente Ronald Reagan congeló temporalmente el envío de equipamiento militar a su principal aliado en Oriente Próximo. Lejos de las cámaras, felicitó a Israel. El consejero de Seguridad Nacional de EE.UU, Richard V. Allen, viajó a Jerusalén y pidió ver a solas a Beguin que se esperaba una buena ducha de recriminaciones. En la reunión, sin embargo, le confesó: ´El presidente pide que le diga, well done (bien hecho)”.

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David Ivry, al frente de la Fuerza Aérea en el 81.

En septiembre del 2007, la aviación israelí bombardeó la planta nuclear siria que estaba construyendo el presidente Bashar Asad con ayuda de Corea del Norte. Así lo cree el Organismo Internacional para la Energía Atómica, lo insinuaron algunos dirigentes israelíes (incapaces de contenerse), y así se desprende de las fotos en diversos medios y de la decisión de Asad de «enterrar» el ataque y no responder a la clara violación de su soberanía.

Israel es consciente que Irán es muchísimo más difícil y que provocaría una contundente respuesta, apoyada por Hamas, Hizbulá y quizás Siria. Sin mencionar el incalculable gasto diplomático internacional y la posible crisis económica.

“Hay grandes diferencias. Irán tiene bien repartidas las instalaciones. En Iraq todo estaba concentrado en un lugar. La decisión de usar las armas nucleares estaba en manos de una sola persona, Saddam, mientras que en Irán es un proceso más complejo”, explica Ivry que advirtió a Netanyahu: “Antes de tomar una decisión tan trascendental como atacar, hay que asegurarse que has intentado el resto de opciones”.

La elección del día y la hora fue fundamental. Israel atacó un domingo porque era la jornada con menos trabajadores en la planta y en especial porque era el día de fiesta de los científicos franceses. Y eligió las 17.30 porque era cuando se producía el cambio de guardia de la unidades antiaéreas iraquíes.

30 años después, la Fuerza Aérea israelí se entrena con modelos similares a las centrales iraníes. La gran pregunta es si la opción militar se quedará en la mesa como forma de presión o se convertirá en una nueva Operación Opera.

Difusion: www.porisrael.org

 
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