[Planta de Producción de Agua Pesada cerca de Arak (Foto: AFP)]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
A fin de cuentas, el éxito del acuerdo firmado el martes en Viena depende de la buena voluntad del liderazgo iraní, que es notoriamente poco fiable. Por lo tanto, Israel debe tomar las precauciones necesarias y prepararse para una violación iraní del acuerdo.
El histórico acuerdo firmado en Viena el martes es una obra maestra diplomática. En su esencia, el texto no impide que Irán se convierta en nuclear, pero asegura que no logrará tal capacidad en el futuro inmediato – es decir, no durante el mandato del Presidente Barack Obama ni de los otros líderes mundiales involucrados en el acuerdo.
Obama se enfrenta a dos meses difíciles por delante, durante los cuales tendrá que convencer a los miembros de ambas cámaras del Congreso para que aprueben el acuerdo, incluyendo el levantamiento de las sanciones contra Irán. Podría tener que vetar una decisión opuesta de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes y encontrar maneras para complacer a los muchos demócratas que no apoyan el acuerdo.
Pero, al final, el presidente estadounidense encontrará la manera. Éste será su mayor legado en el ámbito de la política exterior, un acuerdo que da vuelta la página en las relaciones EE.UU.-Irán y pospone un Medio Oriente nuclear por algunos años.
Desde el punto de vista de Israel, el acuerdo coloca la opción militar de nuevo sobre la mesa y aumenta su urgencia. El gobierno israelí tendrá ahora que decidir si quiere o no atacar a Irán, siempre y cuando los ayatollahs decidan precipitarse hacia un arma nuclear.
Pero Obama puede cómodamente decir, sin temor de ser desmentido, que el acuerdo de Viena retrasa realmente, por un año o más, la construcción de la bomba de Irán – tal como prometió. Obama y las otras potencias mundiales también se jactan de que los medios de inspección acordados permiten la estricta supervisión de la producción de uranio y, si Irán rompe las reglas, podrán renovar las sanciones.
Del mismo modo, también se puede decir que antes de que el acuerdo expire y aunque se levanten las sanciones, Irán se abrirá a occidente y tal vez el régimen cambie su naturaleza y renuncie a su deseo de tener un arsenal nuclear. Obama hizo repetidamente concesiones, pero al menos tiene algo a cambio.
Campeón mundial del engaño
Por otra parte, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu está totalmente en lo cierto al decir que el acuerdo de Viena no le impide a Irán desarrollar y producir un arma nuclear. El acuerdo sólo retrasa el proceso, en el mejor de los casos durante 10 años o más, en el peor de los casos durante uno o dos años.
La fecha que determinará todo es el día en que se levanten las sanciones contra Irán en su totalidad (en 2016), más otros dos años. Después de un período de tiempo, es probable que no sea realista o posible consolidar un consenso internacional para renovar las sanciones o, para los estadounidenses, actuar militarmente si Irán rompe las reglas. El liderazgo de Irán será libre ya sea de adherirse al acuerdo o romperlo, abiertamente o en secreto. Rouhani y la Guardia Revolucionaria decidirán que camino tomar.
Hay que recordar que los iraníes son campeones mundiales del engaño. Adquirieron una valiosa experiencia en ese campo durante la última década. Hasta que occidente delibere y decida qué hacer, los ayatollahs ya tendrán el conocimiento y una rápida y moderna infraestructura para enriquecer uranio, así como la capacidad de producir una ojiva nuclear minimizada para ser montada en un cohete. En estas condiciones, el camino hacia un arma nuclear es sólo cuestión de unos pocos meses.
Incluso si los próximos presidentes de EE.UU. se mantuvieran decididos y unidos con otras potencias mundiales para limitar la capacidad nuclear de Irán en 10 a 15 años, tendrán dificultades para hacerlo en la práctica. Hasta que todo el mundo se de cuenta de que Irán definitivamente decidió precipitarse hacia el arma, y hasta que decidan qué hacer, incluso un ataque militar de EE.UU. será demasiado poco y demasiado tarde. Y éso es en el mejor de los casos: que Irán cumpla con las reglas que se firmaron en el acuerdo.
Sólo un año para una bomba
Ya en la actualidad, Irán es un estado en el umbral, capaz de enriquecer uranio al nivel requerido para desarrollar una ojiva en dos o tres meses. Pero su programa militar no es tan avanzado – nadie en occidente puede decir con certeza cuánto tiempo necesitaría Irán para desarrollar una ojiva nuclear operativa; la estimación es que necesitarían unos cuantos meses. Así que, siendo realistas, Irán está a un año de distancia de la bomba.
El mayor logro del acuerdo es que fija ese tiempo para eso. En términos de enriquecimiento de uranio, pone incluso más obstáculos, porque requiere que Irán desmantele la mayor parte de las centrifugadoras en su poder y reduzca drásticamente la reserva de uranio enriquecido que posee actualmente (que es suficiente parar seis u ocho bombas). Asimismo, evitará por completo que Irán enriquezca plutonio en los niveles requeridos para uso militar.
Este es el principal logro de Obama. No menos importante, el Secretario de Estado, John Kerry, condicionó la remoción de las sanciones a la reducción de la capacidad de enriquecimiento de Irán. En otras palabras, las sanciones no se eliminarán completamente hasta que Teherán demuestre, antes, que se cumplieron completamente las condiciones.
¿Pero que pasa si Irán viola el acuerdo?
Pero sigue habiendo una enorme brecha que permite a los iraníes hacer trampa. A pesar de que sería una violación del acuerdo, Irán puede perfectamente desarrollar nuevos modelos de centrifugadoras que podrían enriquecer uranio a un ritmo que es de tres a ocho veces mayor que las antiguas. En esencia, si Irán decide no cumplir con el acuerdo, podría conseguir la bomba dentro de unas semanas.
Pero la mayor laguna de todas es la limitada capacidad de la OIEA para supervisar e inspeccionar violaciones de las restricciones a la fabricación de las armas mismas. A pesar de que las cláusulas de inspección son draconianas, Irán puede remolonear y simplemente obstaculizarlos.
En cuanto a la balística, el acuerdo de Viena deja muchos cabos sueltos. En la práctica, Irán puede seguir desarrollando misiles balísticos, misiles de crucero y varios misiles de reentrada que, más adelante, podrán llevar ojivas nucleares.
Libre para comprar y vender armas
Otras cláusulas que no están conectadas directamente con la capacidad nuclear de Irán también son difícilmente alentadoras, como su renovada capacidad de patrocinar el terrorismo y la insurgencia en todo Medio Oriente. Las potencias cedieron a la demanda de Irán de aliviar la prohibición del Consejo de Seguridad de la ONU sobre compra y venta de armas convencionales. Recién ocurrirá dos años más tarde pero, finalmente, Irán no sólo podrá armar al presidente sirio Bashar Assad, sino también comprar sistemas de defensa antiaérea para proteger sus instalaciones nucleares.
Además, la eliminación de las sanciones le proporcionará a Irán, ya en 2016, miles de millones de dólares en ingresos – una suma suficientemente grande no sólo para estabilizar su economía en crisis, mantener a raya a los Guardianes de la Revolución y perpetuar el régimen islámico (en contra de los deseos de Occidente), sino también para financiar el terrorismo y seguir adelante con sus aspiraciones de hegemonía regional. Ésta es una gran preocupación no sólo para Israel, sino también para Arabia Saudita, Egipto y Jordania.
¿Un pacto de caballeros?
¿Podría haberse logrado un mejor acuerdo? Posiblemente. Pero el problema con el acuerdo de Viena, al igual que con otros tratados para frenar la proliferación nuclear, es que depende, en definitiva, de la buena voluntad del liderazgo iraní y, más aún, del poder de disuasión de Occidente.
El acuerdo se basa en la confianza. Las potencias occidentales creen que si Irán firmó el acuerdo lo cumplirá o abiertamente lo declarará nulo. Esa no es la manera de Medio Oriente. Demostró ser ineficaz también en relación a Corea del Norte. Es cierto que el régimen iraní es más sensible a las sanciones, pero una vez que hayan sido removidas será diez veces más difícil renovarlas.
¿Ningún acuerdo habría sido mejor? Tampoco habría funcionado. Las sanciones habrían permanecido, pero Irán seguiría pudiendo acumular uranio, desarrollar nuevas centrifugadoras y construir ojivas e irrumpir en el momento que Khamenei se hubiera ocupado de eso. El acuerdo, por lo tanto, es el menor de los dos males: Por lo menos, retrasa el armamento nuclear de Irán por unos años – y éso, cabe señalar, es exactamente lo que Israel quería lograr hace unos años con el lanzamiento de un ataque militar.
Por lo tanto, no sirve de nada llorar sobre la leche derramada y señalar con el dedo. Lo que necesitamos ahora es un plan operativo claro que tenga en cuenta la posibilidad de que Irán no haya renunciado a tratar de conseguir la bomba. Es por eso que tenemos que mantener la presión sobre Irán, y optar por un ataque militar si Irán se convierte en nuclear; y si un día llega a suceder que Irán tiene un arsenal nuclear, Israel tendría que crear una disuasión eficaz y abandonar su largamente sostenida política de ambigüedad nuclear.
Con este fin, Israel tendrá que hacer lo siguiente:
- Mejorar las relaciones con la administración Obama y otros gobiernos occidentales. Netanyahu reuniéndose con los republicanos en el Congreso no impedirá la aplicación del acuerdo, y sólo inducirá la hostilidad de la Casa Blanca. Israel no tiene tiempo para esperar a que Obama termine su mandato;
- Llegar a acuerdos con la administración estadounidense sobre lo que se considera como violaciones del acuerdo, y sobre qué sanciones conllevarían;
- Reforzar la recopilación de inteligencia sobre Irán para minimizar el riesgo de una sorpresa estratégica;
- Mejorar la defensa de Israel contra misiles, así como contra ataques aéreos y navales;
- Prepararse para un potencial ataque preventivo contra las instalaciones nucleares de Irán y contra Hezbollah y reservarla para cuando esté claro, sin una sombra de duda, de que Irán se está moviendo hacia la obtención de la bomba. Hezbollah tendrá que ser atacado, al mismo tiempo, porque está claro que tendrá un papel activo en cualquier conflicto entre Israel e Irán.
Lamentablemente, atacar las instalaciones nucleares de Irán es la única opción que tiene Israel. Todo lo demás ya fracasó antes siquiera de haberlo intentado. Dios proteja a Israel.