El ex jefe del Mossad explica el por qué las rivalidades internas en Gaza beneficia los intereses de Israel.
Recientemente, más y más actores en el ámbito internacional – actores estados y no estados – han necesitado de un término que exprese una situación en la que otro actor es un amigo y a la vez enemigo. Estos han comenzado a referirse a ellos como “amienemigos”.
El amienemigo posee una complicada relación con su entorno – combate contra un rival, contribuyendo así significativamente a uno de sus otros enemigos.
Hamás, por ejemplo, está en un estado de guerra con Israel, mientras que su batalla contra otras organizaciones en la Franja de Gaza, que rechazan su autoridad, le sirve a las necesidades de seguridad de Israel.
Por otra parte, Hamás goza de más libertad de acción que la opinión pública internacional le permitiría a Israel. Es más rápido y más eficiente y desenfrenado hacia el rival compartido.
La situación es más complicada al norte. Existe un número mucho mayor de actores que no son estados – Hezbollah, Jabhat Al-Nusra, Al-Qaeda, el Estado Islámico, el Ejército Libre de Siria. Cada uno de ellos inflige bajas a los enemigos de Israel. La batalla verdadera entre los diferentes actores debilita a cada uno de ellos en relación a Israel. Es posible que un amienemigo se esté desarrollando también entre los actores en el norte.
Una nueva realidad exige nuevas estrategias y tácticas:
En primer lugar, el reconocer la diferencia entre los diversos actores no estatales y el tratamiento de cada uno de ellos en particular. La declaración generalizada de que todos son terroristas homogéneos ya no es válida.
En segundo lugar, abandonar el enfoque fundamental que rechaza cualquier contacto diplomático con los terroristas. Este enfoque le impide a Israel usar herramientas vitales para estudiar al enemigo y afectar la forma en que piensa.
En tercer lugar, clasificar a los actores de acuerdo a las consideraciones costo-beneficio y recompensar a aquellos que contribuyen a nuestros intereses de seguridad.
En cuarto lugar, diseñar un estilo y contenido a fin de tener un discurso serio y profesional con algunos de los nuevos actores de acuerdo a los intereses de Israel. Israel debe decidir que exigir de un grupo u otro y que debe darle a cambio. En lugar de una política de calma a cambio de calma, debería desarrollar una política más dinámica, que busca cambiar las situaciones básicas a favor de ambas partes del discurso.
Por último, en lugar de juzgar el medio ambiente en el que vivimos, deberíamos poner mayor esfuerzo en la búsqueda de formas de vivir con este. Por ejemplo, mientras el flujo de materiales y bienes en la Franja de Gaza aumente, se extiende el contacto entre Israel y los habitantes de Gaza en el cruce fronterizo y, hacerlo también a través de los medios de comunicación modernos que rompen a través de barreras y fronteras físicas. Debemos utilizarlos al máximo en lugar de restringirlos.
Si las conversaciones recientes maduran en un acuerdo entre Israel y Hamás durante un período limitado de tiempo, será necesario convertirlas en la primera etapa tomando un nuevo camino. La táctica debe conducir a una estrategia de diálogo permanente. La fuerza de cada acuerdo siempre dependerá de las relaciones entre los ciudadanos de Israel en este lado de la frontera y los árabes en su otro lado.
Una fuente oficial fue citada recientemente diciendo que tenemos la calma incluso sin darle a los palestinos en Gaza un puerto marítimo y un aeropuerto. Sin abordar estas dos ambiciones, las recientes conversaciones demuestran que la fórmula de “calma por calma” no está actualizada. Tal enfoque garantiza una nueva ronda de combates.
Se espera que la retórica oficial de ambas partes continúe, pero eso no debería detener a los dos bandos en la búsqueda de rutas a un discurso menos agresivo. Israel y Hamás seguirán preparándose para las próximas rondas de combates como si no existiese otra alternativa y tal vez en realidad no la hay.
Pero si la cuarta ronda en Gaza estalla como está predestinada sin otras alternativas que deben ser examinadas, no seremos capaces de argumentar que nos vemos obligados a una “guerra inevitable” nuevamente. No seremos capaces de decirle eso al mundo y más importante aún, no seremos capaces de mirar directamente a los ojos de los ciudadanos de Israel y decirles eso.
Efraim Halevy es ex jefe del Mossad.
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