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| viernes noviembre 22, 2024

¿Cuanto perdón necesita el ser humano?


En estos días de profunda reflexión e introspección que pasan y mientras estoy solo frente a mi computadora con el viejo hábito de volcar mis pareceres, mis sentimientos y mis deseos sobre este familiar teclado, se me ocurrieron algunas dudas verdaderas y certezas relativas – valgan las redundancias de las expresiones – que me atrevo a compartirlas con todos ustedes.

Cuando se acercan estos días terribles, irrumpe en mi una gran necesidad interior: un deseo de pedir perdón, que me disculpen de las faltas que he cometido contra mi prójimo pero también necesito encontrar de donde pueda, esa vital porción de grandeza espiritual necesaria para perdonar las faltas u agravios que a su vez fueron cometidas contra mí.

Aquí mis sentidos sentimientos de perdón en estos días tan especiales del año, entran en violenta colisión con la terrible realidad que nos circunda. Pero, ¿Cuanto perdón se necesita realmente para borrar tanta vana y gratuita crueldad humana?

¿Cuanto perdón necesita el ser humano para eliminar el hambre, la pobreza y las injusticias producidas a su prójimo?

¿Cuándo quedarán completamente sin vigencia el hambre y la pobreza e irá desapareciendo rápidamente la pornográfica brecha existente entre ricos y pobres y se dejará de consumir irresponsablemente los recursos naturales para ponerlos definitivamente al servicio de todos los seres humanos?

¿Cuando los países mas ricos y poderosos del planeta tomarán la novedosa decisión de compartir los conocimientos científicos, la producción de alimentos, los servicios de salud y de educación de excelencia, con todas la naciones que tengan un porcentaje relativamente alto de población viviendo en la pobreza, el analfabetismo, el hambre y la marginación?

¿Cuanto perdón alcanza para que el ser humano destierre para siempre la discriminación y el odio gratuito hacia sus semejantes?

¿Cuando la gente comenzará a darse cuenta de que todos somos miembros de una misma raza – la humana – aunque existan diversos rasgos externos, creencias, costumbres culturales y lugares de origen que nos hacen diferentes?

¿Cuanto perdón requiere el ser humano para hacer desaparecer las guerras?

¿Cuándo los líderes mas influyentes y encumbrados del mundo islámico, decidirán separarse definitivamente de la descabellada idea de expandir compulsivamente el Islam a los no creyentes y dejar para siempre de lado el mal sueño de dominar completamente el planeta con sus creencias?

¿Cuando declararán completamente perimida esa otrora y creciente corriente fundamentalista que consagra la guerra santa contra el infiel o el diferente, como el instrumento obligado para el triunfo de su fe y de su cultura?

¿Cuándo estaremos viviendo nuevas épocas en que el fanatismo y el fundamentalismo en general se convertirán en viejos trastos inútiles?

¿Cuándo, en muchos rincones del planeta, sus habitantes no despertaran cada mañana – con el filo de la espada sobre sus cabezas – con la amenaza de aniquilamiento nuclear, destrucción y limpieza étnica, bombardeos de misiles, ataques terroristas, advertencias y maldiciones, injurias e improperios, amenazas veladas y al descubierto?

¿Cuando se tendrá conciencia en el mundo, del Deuteronomio 15,7? «Cuando haya en medio de ti algún hermano necesitado, en la tierra que el Señor, tu d-os, te da. No endurecerás tu corazón. No cerrarás tu mano sino que la abrirás generosamente y le prestarás lo que necesite».

Pero, creo decididamente que más allá del terror también hay vida, mas allá de la oscuridad también hay luz, mas allá del mal también hay bien. No todo esta perdido en este mundo.

Es mi gran utopía y mi ferviente deseo de que la solución de eternos conflictos termine devorando definitivamente al terror, a la intolerancia, a la irracionalidad, al odio gratuito y a la incomprensión entre los pueblos.

Estamos pisando lo talones de una nueva época donde nacerá una nueva generación humana que llegarán a ser los constructores del mañana. Nos dejarán sorprendidos y con la boca abierta pues vendrán a imponer en este sufrido mundo una nueva ética, una nueva forma de encarar la vida, sin prejuicios descalificadores, sin egoísmos destructivos, sin vanas necesidades discriminatorias y con muchas ganas de compartir entre todos esta maravillosa creación llamada planeta Tierra.

«Todo tiene un principio, todo tiene un final, todo lo que empieza algún día siempre termina en algún lugar pues la vida nunca fue una historia sin final». “A toda cuestión le he visto final”, David (Tehilim 119:96).

Seamos realistas, aunque en el mundo ocurran hechos desagradables.

Aunque los noticieros nos cuenten de guerras y egoísmos.

Aunque en nuestra vida aparezcan serios obstáculos a superar.

Existen instantes de felicidad.

Existen seres queridos que nos aman.

Existen Seres Humanos de “fierro” como vos, como tú y como él.

Y a modo de conclusión y con mi más sentida sinceridad, te solicito a ti, querida/o amiga/o, tu verdadero y sentido Perdón.
Si con mis escritos, opiniones y pareceres pude haberte ocasionado algún daño o falta y si fuera realmente así, estoy profundamente convencido de que estuvo fuera de mi conciencia y cuento desde ya con tu generosa absolución.

 
Comentarios
ROMEL MOZOMBITE PINCHI

Cuando se acercan estos días terribles, irrumpe en mi una gran necesidad interior: un deseo de pedir perdón, que me disculpen de las faltas que he cometido contra mi prójimo pero también necesito encontrar de donde pueda, esa vital porción de grandeza espiritual necesaria para perdonar las faltas u agravios que a su vez fueron cometidas contra mí.
Como seguir cuando hay personas que día a día se preocupan en destrozarte la vida… que tienen una sed enfermiza de verte caer y destruirte sin importarles decir mentiras escandalosas con el solo motivo de verte sufrir…

Dios eterno y poderoso… tu misericordia y perdón…

Mas que la «magnitud» del perdon otorgado o recibido, aquello que lo identifica como tal, es su authenticidad es decir su CALIDAD … un perdon nunca puede ser especulativo o interesado … tampoco obedecer a parametros de suficiencia por parte quien lo concede, impregnados de soberbia y complejo de superioridad … Sin humildad de corazon, es imposible perdonar, y tal actitud requiere previamente de un serio ejercicio de introspeccion … Ante Di-s, todo es digno de ser perdonado, atendiendo a la dimension de los pecados que frente a ÉL hemos contraido, y sin embargo nos perdona, si acudimos humildes y arrepentidos … Tengamos pues presente esta máxima, y no usemos con quienes nos hayan podido agraviar, una actitud mezquina a la hora de absolverles de sus eventuales culpas … solo asi nos haremos dignos de seguir beneficiandonos, de la Infinita Misericordia de Aquel que Todo lo Puede …

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