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| lunes diciembre 23, 2024

Parasha Lej Lejá


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Di-s habla con Avram, diciéndole «Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré». Allí, dice Di-s, hará de Avram una gran nación. Avram y su mujer Sarai, acompañados por su sobrino Lot, viajan a la Tierra de Canaan, donde Avram construye un altar y continúa difundiendo el mensaje de Di-s.

La hambruna causa que el primer judío viaje a Egipto, donde la hermosa Sarai es llevada al palacio del Faraón; Avram se escapa de la muerte porque se presentan como hermano y hermana. Una plaga evita que el rey egipcio toque a Sarai y ella lo convence de que debe devolverla a Avram y compensarlo con oro, plata y ganado.

De vuelta en la Tierra de Canaan, Lot se separa de Avram y se establece en la malvada ciudad de Sdom, donde es capturado cuando el ejército de Quedarlaomer y sus tres aliados conquistan las cinco ciudades del Valle de Sdom. Avram sale con una pequeña banda a rescatar a su sobrino, derrota a los cuatro reyes, y es bendecido por Malki-Tzedek el rey de Salem (Jerusalén).

Di-s sella el Pacto Entre las Partes con Avram, donde el exilio y la persecución (Galut) del pueblo judío le son informados y la Tierra Santa es asignada a ellos como su herencia eterna.

Aún sin hijos diez años luego de su arribo a la Tierra, Sarai le dice a Avram que se case con su sirvienta Hagar. Hagar concibe, se vuelve insolente hacia su señora, y se escapa cuando Sarai la trata duramente; un ángel la convence de retornar y le dice que su hijo será el padre de una nación numerosa. Ishmael nace en el año 86 de la vida de Avram.
Trece años después, Di-s cambia el nombre de Avram por Abraham («padre de multitudes») y el de Sarai por Sara («princesa»), y promete que tendrán un hijo; de este hijo, a quien deben llamar Itzjak («se reirá»), surgirá la gran nación con la cual Di-s establecerá Su pacto especial. Abraham recibe el mandamiento circuncidarse a si mismo y a sus descendientes como «una señal del pacto entre tu y Yo».

PEREGRINAJE Y REPOSO

Está escrito que todo lo que ocurrió con los Patriarcas es una señal para sus descendientes.
Abraham abandonó su casa paterna siguiendo el mandato de Di-s. Llegó a la tierra de Canaan, descendió a Egipto, volvió a la tierra de Canaan, hasta que, finalmente, se estableció en Hebrón.
Fueron años duros en los que debió luchar contra una sociedad corrupta, contra su propio sobrino, contra guerreros salvajes.
Y lo mismo ocurrió con sus descendientes: exilios, persecuciones, sociedades corruptas, pero, al igual que Abraham, seguimos adelante, conservando nuestra identidad. Ahora sólo nos queda esperar llegar al reposo definitivo en nuestra tierra.

DEJANDO EL HOGAR
Por Yossy Goldman

Se cuenta una anécdota ocurrida durante el encuentro entre dos famosos rabinos de antaño —el Rabino Eliahu, el «Gaon» (erudito) de Vilna, y el Rabino Iaakov Krantz, conocido como el «Maguid» (predicador) de Dubno. El Maguid de Dubno visitó Vilna y fue al gran Gaon. El Gaon le pidió al Maguid que predicara para él, como era su especialidad. «Déme musar (palabras de reprimenda). Regáñeme» dijo el Gaon. «Di-s no permita, que tenga la jutzpah (insolencia) de regañar al gran Gaon de Vilna», contestó el Maguid, absolutamente horrorizado por la sugerencia. «No me importa, este es su fuerte y deseo oír musar de usted», insistió el Gaon.
El Dubner Maguid pensó un rato y después accedió renuentemente a los deseos de su ilustre anfitrión. Dijo el Maguid, «¿Que gran logro es ser un Gaon, estando sentado en Vilna en su aislado kloiz (pequeño salón de estudio)? Salga al mundo, mézclese con la gente, y entonces veamos qué clase de Gaon es».
De hecho, es mucho más fácil ser estudioso y piadoso en un ghetto que está fuera de este mundo, el cual a menudo es indiferente e incluso hostil, a la Torá y a sus valores.

Ésta, de hecho, fue más o menos la prueba de Abraham en la Perashá de esta semana. «Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento, de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré» Y allí —lejos de su entorno natural y comodidad —Abraham llevó a cabo su misión Divina. Él difundió la existencia de un Di-s único en un mundo totalmente pagano y, en el proceso, su propio nombre y reputación quedaron marcados eternamente. Fue solamente después de salir de su hogar, que Abraham se convirtió en el padre fundador del pueblo judío.

Cien años atrás, una generación entera de judíos observantes de la Torá emigró de Europa. Vinieron a América, la tierra de las oportunidades de oro, para escapar pogromos y persecuciones. Con sangre, sudor y lágrimas se levantaron de las cenizas a las riquezas y personificaron el sueño americano —una historia de éxito que sorprende e inspira. Pero el hecho es que en su mayor parte, a medida que sus negocios prosperaban, sus vidas religiosas decaían. Indiscutiblemente, el judaísmo recibió un golpe descomunal. La mayoría no podía sostener sus valores del viejo mundo en el nuevo mundo de América. La transición del shtetl (aldea judía europea) a los rascacielos resulto demasiado contrastante, y los hijos y nietos de estos inmigrantes crecieron ignorantes de sus propias tradiciones sagradas.

En una escala menor, vemos este fenómeno hoy en día, cuando las familias emigran o se mudan de una ciudad a otra. Al alejarse de sus apoyos espirituales a los cuales estaban acostumbrados, forcejean y batallan con su espiritualidad. La mayor parte de sus esfuerzos está dirigida al restablecimiento y reorganización de sus vidas. Reordenar las infraestructuras religiosas, a menudo, llega último. Y en un nivel más sutil, una prueba similar se nos presenta cuando tomamos nuestras vacaciones anuales. Lejos del hogar y de nuestras normas habituales de comportamiento, somos desafiados a mantener el código de la conducta al que estamos acostumbrados durante todo el año.

Es como la historia del shadjan (casamentero) quién sugirió una jovencita a un muchacho y la alabo exageradamente. Después de su primera cita, el muchacho llamo ofuscado al shadjan para decirle lo que opinaba de el. «¡¿Cómo se atreve a presentarme tal muchacha?! ¿Usted no sabía que cojea?» Absolutamente impávido, el shadjan replico, «Pero, ¿cuál es el problema? Eso ocurre solamente cuando ella camina». Es cuando salimos de nuestros capullos espirituales, de nuestros cómodos hogares y comunidades, hacia la sociedad en general que podemos notar que cojeamos un poco, perdiendo nuestro equilibrio judío. Es entonces que nuestra fe, nuestros valores y creencias se ven realmente desafiadas.

Que Di-s ayude a que los hijos de Abraham a que emulen a su antepasado, que dejó su tierra y caminó fuerte en su fe, creciendo hasta alcanzar gran éxito espiritual y material. (www.es.chabad.org)

 
Comentarios

«Vienen dias, dice Adonay, en los cuales estableceré un nuevo pácto con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el dia que tome su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron Mi pacto, aunque Fui Yo un marido para ellos, dice Adonay . Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel despues de aquellos dias, dice Adonay;
Pondré Mi Ley en su mente y la escribiré en su corazón; Yo Seré su Di-s y ellos seran mi pueblo. Y no enseñará mas ninguno a su prójimo ni niguno a su hermano , diciendo; Conoce al Señor, porque todos me conoceran, desde el mas pequeño de ellos hasta el mas grande, dice Adonay. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré de su pecado …»
(Jeremias / Yirmiyahu 31 / 27 – 35)
Es preciso que aún se vea cumplida esta profecia, para que «Israel» entre en plenitud ante su (nuestro) Di-s núnca antes …
Para que obtenga por fin el consuelo, restauracion y descanso tanto tiempo esperado
en el dia en el cual El Espiritu del Altisimo ( Ruaj ha Kodesh) anide al fin en su álma, mente y corazon de manera fructífera y perdurable …

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