Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
A principios de esta semana, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, nos dio una lección de ciencias de la conducta. Después que explicó, durante una discusión sobre la situación en el Medio Oriente, que se opone a la construcción en los asentamientos, pasó a añadir que es de «naturaleza humana» resistir la ocupación. En días locos como estos, cuando civiles israelíes han sido apuñalados y asesinados durante cuatro meses en esta última ola de terrorismo, sólo podemos preguntarnos si también es «la naturaleza de la ONU» concederles a los terroristas palestinos la legitimidad de matar.
«La frustración palestina está creciendo bajo el peso de medio siglo de ocupación y la parálisis del proceso de paz», dijo. «Algunos me han dado la tarea de señalar esta verdad indiscutible. Sin embargo, como los pueblos oprimidos lo han demostrado a lo largo de los siglos, reaccionar a la ocupación es de naturaleza humana, que a menudo sirve como potente incubadora de odio y el extremismo».
Ban también condenó los actos de violencia, cuando mencionó el terrorismo palestino, pero teniendo en cuenta sus extravagantes declaraciones en apoyo del terrorismo, la única conclusión a la que podemos llegar es que Ban, esencialmente, condenó y justificó, justificó y condenó, este terrorismo. Es vergonzoso, es peligroso, es grosero – pero sobre todo es también un testimonio de la ignorancia o de la hipocresía, quizás ambas.
Pensándolo bien, tal vez esto explica por qué el Medio Oriente está tan deteriorado y quebrado. La comunidad internacional y la persona a la cabeza de las Naciones Unidas no entienden la «naturaleza del Medio Oriente», o simplemente no quieren entenderla. No comprenden las reglas del juego y la raíz del conflicto. Tampoco quieren entender el grado en el que la historia y la geografía determinan nuestro futuro aquí. Por no hablar de la religión – para bien o para mal. La conclusión de la ignorante/hipócrita (elija) declaración del secretario general es que el estado judío es la bolsa de boxeo, en la misma semana que se conmemora el Día International del Holocausto. ¿Qué pasó?
Desde la perspectiva del premio Nobel francés Albert Camus, el terrorismo es terrorismo, y no importa quién lo está perpetrando y dónde. No se puede justificar. Camus utilizó su obra «Los Asesinos Justos» para transmitir de manera brillante, a través de su prisma filosófico-humano, el tema del terrorismo y su legitimidad.
La obra en sí se basa en un hecho histórico real, el asesinato del Gran Duque Sergei Alexandrovich – en Moscú, en 1905, cuatro revolucionarios planean asesinar al gran duque lanzando una bomba en el coche que lo llevaba al teatro. La razón de su acto es ideológica; el fondo es la revolución comunista y el Zar que gobierna la ciudad con mano de hierro y oprime a su pueblo. La obra explora si asesinar o no a una persona es un acto digno cuando también hay niños en la vecindad y podrían ser lastimados – en este caso, la sobrina y el sobrino del zar. Surge un desacuerdo entre los potenciales asesinos: Kaliayev se niega a arrojar la bomba y matar a niños (porque nada justifica la matanza de niños e inocentes); mientras que su compañero, Stepan, cree que los dos niños deben morir para salvar a millones de otros niños de morir de hambre. Finalmente, el asesinato tiene lugar, pero en una fecha posterior. Camus dictaminó: Los niños se salvaron.
Si tan sólo Albert Camus pudiera haber escrito nuestra historia también. Quizás Shlomit Krigman todavía estaría viva.
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