Por Israel


Defendemos un ideal no a un gobierno
Síguenos en Facebook Twitter Twitter YouTube RSS Feed
| lunes diciembre 23, 2024

La indiferencia mata


Héctor Paladino vivía en la esquina de Gonzalo Ramírez y Barrios Amorín y en el frente de su casa, en la segunda mitad de los años 80, había una bandera del Tercer Reich.

No fue cosa de un día o dos. La bandera nazi se exhibió en esa esquina del barrio Palermo durante semanas o meses, a la vista de todos y la indiferencia de la inmensa mayoría.

Un par de muchachos uruguayos judíos realizó un día una especie de operación comando para tapar una pintada nazi que decoraba la casa junto con el pabellón del Reich. Fueron dos amigos míos los que realizaron aquella maniobra clandestina. Paladino se dio cuenta lo que estaba ocurriendo y los sorprendió. Todo terminó en una pelea a piñazos.

La mayor parte del tiempo la bandera estaba colocada del lado de adentro de la principal ventana de la vivienda del neonazi, a la altura de los ojos de los transeúntes que pasaban por la vereda. También era muy visible desde los autos que circulaban por esa esquina muy transitada.

Miles de personas vieron la bandera durante los muchos días que estuvo orgullosamente expuesta.

El 21 de diciembre de 1987, el neonazi Paladino pasó a hechos mayores y salió a la calle dispuesto a llevar a la práctica sus ideas. Asesinó a dos personas: Simón Lazovski y Delfino Sicco. Quiso también matar a una tercera persona, pero no pudo.

Durante meses o años, Paladino había avisado. Solo que casi nadie se lo tomó en serio. Disfrazadas de tolerancia, la indiferencia, la pasividad estatal y ciudadana, y la aceptación del odio al diferente le costaron al Uruguay dos vidas inocentes.

Ahora la historia ha vuelto a repetirse con la injusta y gratuita muerte de David Fremd en Paysandú.

Fremd, una persona apreciada y querida en su ciudad, fue asesinado por un trastornado maestro llamado Carlos Omar Peralta López, devenido últimamente Abdullah Omar.

Según han relatado periodistas locales, era asiduo concurrente a algunos cibercafés donde jugaba a videojuegos en los hay que matar gente. Cada tanto manifestaba que los muertos virtuales que él mataba eran judíos. “Lo hacía de vez en cuando, no le dábamos importancia”, me dijo un empleado de uno de esos cibers.

Como maestro había tenido diversos problemas y denuncias, incluso una por supuestos tocamientos a los niños. Una maestra le dijo a la periodista local Antonella Arbelo que “se pasaba hablando de Hitler”.

Sus problemas en la enseñanza, Peralta los achacaba a una conspiración judía en su contra.

Pero nadie le dio trascendencia al asunto. A pesar de tratarse de una ciudad pequeña, a las autoridades de la colectividad judía local no les llegó la noticia de la existencia de semejante vecino. A nadie le pareció importante advertirles.

No hay que hacerse trampa. Eso no es tolerancia ni signo de una sociedad plural. Es indiferencia. Silencio cómplice.

Un día, Peralta decidió pasar del video a la vida real y asesinó a Fremd.

Hace apenas unos días, en la edición de Búsqueda del 3 de marzo, uno de los seis refugiados de Guantánamo que llegaron a Uruguay por iniciativa del ex presidente José Mujica, el sirio Jihad Dhiab, se despachó con algunas declaraciones inquietantes.

“Nunca tuve nada que ver con Al Qaeda, pero con el maltrato que recibí ahora me gusta Al Qaeda”, dijo. “Ellos (Estados Unidos) crean sus propios enemigos, entonces yo estoy contento con lo que es Al Qaeda”.

Que el señor Dhiab haya sido torturado en Guantánamo y que haya estado preso 13 años sin la condena de un juez me parece deplorable y solo me provoca piedad y el mayor rechazo.

¿Pero Al Qaeda? ¿Hay que recordarle al señor Dhiab que esa organización que lo pone “contento” secuestró aviones llenos de personas inocentes para estrellarlos contra edificios llenos de personas inocentes? Los muertos de aquel día que cambió el mundo fueron cerca de 3.000. Todos inocentes.

Las tremendas declaraciones del refugiado sirio pasaron desapercibidas en Uruguay. Que alguien haya reivindicado a semejantes asesinos parece no haberle movido un pelo al gobierno ni a prácticamente nadie.

Ahora tenemos a un habitante del Uruguay que reivindica a la banda terrorista Al Qaeda.

No pasa nada.

Todo está en calma.

No hay por qué preocuparse.

Son cosas que pueden pasar en cualquier lado, como una bandera del Tercer Reich en tu barrio o un maestro loco gritando en un ciber que está matando judíos.

http://www.clarin.com/mundo/Asesinan-punaladas-directivo-comunidad-Paysandu_0_1537046560.html

 
Comentarios

Aún no hay comentarios.

Deja un comentario

Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.

¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.