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| lunes diciembre 23, 2024

Las encuestas del Centro Pew y los árabes de la ‘Knéset’


Los medios israelíes fueron prácticamente unánimes al titular una nueva encuesta del Centro Pew a los israelíes. Todos destacaban su conclusión de que casi la mitad de los judíos israelíes está a favor de la expulsión de los árabes. El único periodista al que se le ocurriópreguntar a un experto qué significaba realmente esa cifra fue Ofer Aderet, de Haaretz. Pero para entender la respuesta del experto hay otro dato útil: sólo un día antes de que el Centro Pew publicara su encuesta dos de los tres partidos árabes de la Knéset condenaron públicamente al Consejo de Cooperación del Golfo por declarar a Hezbolá organización terrorista basándose en que tal declaración podría beneficiar al país de cuyo Parlamento son miembros.

Aderet preguntó al profesor Sammy Smooha sobre los resultados del Centro Pew porque es el máximo experto de Israel sobre lasrelaciones judeo-árabes, y ha seguido el asunto desde 2003 mediante una serie de exhaustivas encuestas anuales. Smooha dijo que los resultados del Centro Pew diferían de sus propias encuestas, las cuales revelaban sistemáticamente que unas tres cuartas partes de los judíos israelíes están a favor de la coexistencia con los árabes. Dio dos explicaciones para esta discrepancia.

La primera es que la pregunta del Centro Pew era ambigua y confusa. A los encuestados sólo se les preguntaba si estaban a favor o en contra de que “los árabes deban ser expulsados o transferidos desde Israel”. Eso es fácil de responder si crees que los árabes deben ser expulsados o si crees que no deben serlo nunca. Pero ¿y si crees, como muchos israelíes, que la respuesta es a veces sí y a veces no?

Muchos centroderechistas, por ejemplo, están a favor de expulsar a los árabes que apoyen abiertamente el terrorismo o busquen socavar la existencia de Israel como Estado judío, pero no a otros árabes. Muchos centroizquierdistas creen que se debería obligar a los árabes de Jerusalén Este (la mayoría de los cuales tienen permiso de residencia permanente pero no son ciudadanos israelíes) a integrarse en la Autoridad Palestina, lo quieran o no, pero no a otros árabes. Por lo tanto, la cuestión dependerá de si los encuestados interpretaron que la palabra árabes se refería a todos los árabes o a algunos árabes.

Smooha sostenía que la mayor parte de los encuestados que estaban de acuerdo con el enunciado interpretaron su significado como “algunos árabes”, porque si se interpreta como la expulsión de “todos los árabes” la idea “no es realista ni factible”. De hecho, ningún partido israelí defiende la expulsión de todos los árabes, y muy pocas personas lo hacen; incluso los racistas antiárabes más intransigentes tienden a hacer excepciones con los drusos, por ejemplo.

Su interpretación se ve reforzada al observar el patrón de voto. Según el Centro Pew, los judíos derechistas religiosos están abrumadoramente a favor de la expulsión de los árabes. Pero el único partido de derechas que defiende realmente la expulsión de un gran número de árabes –Israel Beiteinu, que quiere intercambiar ciertas localidades árabes por los principales bloques de asentamientos bajo un acuerdo de estatus final con los palestinos– ganó sólo seis escaños en las últimas elecciones a la Knéset; el resto de partidos de derechas o religiosos, que no defienden tal cosa, ganaron en conjunto 51 escaños.

Por el contrario, el Centro Pew halló escaso apoyo a la expulsión de los árabes entre la izquierda. Sin embargo, la principal facción de centroizquierda –la Unión Sionista, con 24 escaños– es también la facción israelí que defiende en estos momentos la expulsión de un gran número de árabes, en oposición a lo que podría decidirse en un distante acuerdo final: el Partido Laborista, que tiene la mayoría de los escaños de la Unión Sionista, adoptó recientemente un plan para entregar unilateralmente Jerusalén Este a la Autoridad Palestina, plan que por lo tanto sacaría a cientos de miles de árabes de Israel.

En resumen, los resultados del Centro Pew no se ajustan en absoluto a los patrones de voto, a menos que se entienda que la mayoría de los de centroizquierda interpretaron que la pregunta se refería a todos los árabes, y por lo tanto se mostraron en contra, mientras que la mayoría de los derechistas la interpretaron como algunos árabes y en consecuencia se mostraron a favor.

Esto nos lleva a la segunda explicación de Smooha: él cree que los resultados del Centro Pew sobre todo “reflejan un distanciamiento y un descontento con los árabes, más que una legitimación a su expulsión por parte del Gobierno”. Dicho de otro modo, muchos israelíes optaron por interpretar que la pregunta se refería a algunos árabes –una postura que podrían defender– porque querían mostrar su “distanciamiento y descontento”.

Pero ¿por qué querrían los judíos israelíes hacer eso? ¿Y por qué querrían expulsar a algunos árabes? Primero, porque están hartos de escuchar a los líderes árabes israelíes apoyar el terrorismo antiisraelí. Y, segundo, porque están hartos de que los árabes corrientes –los que afirman estar a favor de la coexistencia, y creo que en muchos casos lo están de verdad– no sólo no renieguen de esos líderes, sino que además los reelijan para la Knéset año tras año.

La polémica sobre Hezbolá, que surgió después de que se realizara la encuesta del Centro Pew, es un ejemplo perfecto. Hezbolá ha matado a miles de israelíes y a decenas de miles de árabes no israelíes. Sin embargo, los partidos Balad y Hadash condenaron al Consejo de Cooperación del Golfo por declararla una organización terrorista. Balad considera que la decisión “sirve a Israel y a sus aliados en la región” y perjudica “a cualquiera que actúe contra la agresión israelí”, mientras que Hadash piensa que sirve a los intereses de Israel, ayuda a mantener la “ocupación de Israel” y “demuestra que los Estados del Golfo son totalmente leales a las fuerzas neocolonialistas y sionistas, enemigas de los árabes”.

Todo esto era demasiado incluso para el ultraizquierdista Haaretz, que suele defender todas las pataletas de los miembros árabes de laKnéset. En un virulento editorial, señalaba que los ataques de Hezbolá también mataron a muchos árabes israelíes (la mayoría de los cuales viven en el norte, uno de los principales objetivos de Hezbolá) y exigía: “¿Cabe la posibilidad de que los representantes de los partidos Balad y Hadash estén dispuestos a aceptar esto, así como que también matan a judíos?”. Después arremetía contra “la falta de lógica diplomática” en afirmar que Hezbolá lucha contra la “ocupación israelí”, cuando no lo hace, ocupada como está controlando el Líbano y cooperando en la matanza de cientos de miles de sirios. Por último, consignaba que estos partidos “están aplastando con sus propias manos la lucha de los árabes israelíes por la igualdad de derechos y el reconocimiento de su estatus único en el Estado judío” al respaldar la afirmación de que “los árabes israelíes son enemigos del pueblo judío y del Estado judío”. Nota para los miembros árabes de la Knéset: cuando ni siquieraHaaretz os apoya, es que habéis perdido hasta el último judío israelí.

Ya he explicado anteriormente por qué los árabes israelíes siguen reeligiendo a estos partidos pese a que afirman que no reflejan las prioridades de los votantes. Pero, por justificada que esté la explicación, la mezcla de una conducta cada vez más airada de los miembros árabes de la Knéset y el creciente “distanciamiento y descontento” reflejados por la encuesta del Centro Pew crea claramente una situación inflamable. Y llegará el momento en que, si no surge un liderazgo árabe israelí nuevo y diferente, tenderá a explotar.

Pero en vez de ayudar a cultivar ese nuevo liderazgo, tanto los judíos americanos como los izquierdistas israelíes han apoyado con entusiasmo lo que los propios árabes israelíes están haciendo para destruir la coexistencia. Por ejemplo, el presidente de Hadash, Aymán Odeh –que condenó al Consejo de Cooperación del Golfo por declarar a Hezbolá organización terrorista pero no condenó los apuñalamientos palestinos porque “no creo que me corresponda a mí decirle a la gente cómo tiene que resistir”– fue agasajado por grupos judíos cuando visitó América el año pasado.

Es hora, por lo tanto, de que tanto árabes como judíos se den cuenta de que apoyar a pirómanos como Odeh no es una forma de promover la coexistencia. De lo contrario, el “distanciamiento y el descontento” reflejados en la encuesta del Centro Pew sólo irán a más

http://elmed.io/las-encuestas-del-centro-pew-y-los-arabes-de-la-kneset/

 
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