Hoy cerré los ojos. Estaba cocinando a las diez de la mañana, solo en mi casa, no tenia que mostrar nada a nadie, no se trataba de un acto social sino de un homenaje intimo. Mientras sonaba la sirena de IOM HASHOA en todo Israel, todo lo que había a mi alrededor desapareció. No había mas ollas, ni comida, ni aromas, ni ruidos, ni sabores, solo recuerdos. Toda la realidad murió por unos instantes y yo con ella.
Al cerrar mis ojos me transporte a ese maldito lugar, al escenario donde nunca debió suceder esa tragedia, donde 6 millones de judíos fueron asesinados impunemente. Y me reuní por unos instantes interminables con mi abuelo Berale y con mi abuela Fanny, a los que solo conocí por un cuadro antiguo en blanco y negro que lucia a la entrada de mi casa paterna. Pero aun así aprendí a amarlos, alguien tuvo el poder y la osadía de quitármelos solo por ser judíos. Otros once hermanos de mi padre de los que no se ni sus nombres desaparecieron o murieron allí.
Mi padre, que viajo muy joven a Sudamérica no me enseño a odiar a pesar de todo lo vivido tratando de quitarme una pesada carga que aun así no desaparece. Cada judío y cada no judío que sufrieron esa barbarie estuvieron hoy en mi corazón. Si, fue solo un minuto, pero las imágenes hicieron que el tiempo no pasara.
Se detuvo el reloj vital y fue sustituido por la emoción, el amor, la tristeza y el recuerdo. Gracias a Israel por recordarlo cada año, gracias a todos los israelíes y judíos del mundo porque juntos haremos que no suceda otra vez, NUNCA MAS
Dificil ejercicio es aquel que consiste en honrar la memoria de aquellos que sufrieron martírio y extermínio por el hecho de ser judios, desechando a la vez alimentar un resentimiento tan légitimo, como dañino y esteril … se precisa pues, aprender a superalo, sin traicionar el recuerdo de aquellas victimas del ócio demoniaco y cerril, que fue el nazismo …