Es temprano para responder a esta pregunta. Para los israelíes se trata de una incógnita de crucial importancia. Especialmente si la decisión británica de salir de la Unión Europea es el puntapié inicial que pondrá punto final al proyecto supranacional iniciado con la firma en Paris del Tratado que institucionalizaba la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) de 1951 firmado por Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo (conocidos como “los seis”).
La prensa israelí nos recuerda que la decisión adoptada por el pueblo británico en el plebiscito ha provocado la renuncia de un gran amigo y aliado de Israel como lo es David Cameron. El propio Cameron se ocupó de recordarles a los judíos de su país, unos días antes de la crucial elección, que su permanencia (vía el “Remain”) aseguraba que Israel fuese defendida dentro de la Unión Europea. Sin embargo, si Cameron es reemplazado por Boris Johnson al frente del Partido Conservador y si logra imponerse en las próximas elecciones británicas, esto favorecería a Israel.
Vivimos días de movimientos tectónicos. ¿Quién diría hace 10 años que seríamos testigos directos de la disolución de varios estados árabes, que provocarían una masiva ola de inmigrantes hacia Europa, transformándose en uno de los catalizadores del rechazo por parte de Europa a la continuación de las fronteras abiertas (Tratado de Schengen) y esto sería una de las razones por las cuales los británicos votaron a favor del Brexit?
Hagamos un primer ejercicio delineando algunas consecuencias posibles para el Estado de Israel. La decisión del Brexit puede afectar a Israel en lo económico, geopolítico y hasta en lo conceptual. Puede afectar… y no siempre para mal.
Desde el punto de vista económico, la debilidad e inestabilidad tanto de Gran Bretaña como de la Unión Europea podrían afectar las exportaciones de Israel hacia el viejo continente. Gran Bretaña es la segunda socia más importante para las exportaciones israelíes por detrás de Estados Unidos. Las exportaciones israelíes hacia Gran Bretaña en 2015 alcanzaban los 3.2 billón de dólares (5% de todas las exportaciones). Las importaciones en el mismo año llegaron a los 2.27 billón de dólares que son el 3.6% del total de todas las importaciones del estado hebreo. “La decisión del pueblo británico de salir de la Unión Europea puede dificultar a corto plazo no solamente a la economía británica, sino también a los inversores en los mercados financieros”, afirmó Yaniv Hebrón del fondo de inversiones israelí Excelence. El 70% de las exportaciones israelíes a Gran Bretaña se concentra en el área farmacéutica y el 80% se concentra en tres sectores, los productos de Teva (medicinas), químicos y productos aeronáuticos. Los economistas israelíes aseguran que se trata de productos que se siguen vendiendo a pesar de las dificultades económicas a las que se deberá enfrentar Gran Bretaña. En otras palabras, la creencia es que, a pesar de la caída de la Libra, los productos se seguirán vendiendo de forma estable. La estadística muestra que 1 de cada 6 productos farmacéuticos en Gran Bretaña son de la israelí Teva. Es posible suponer que el Brexit puede afectar el 20% de las exportaciones restantes (especialmente productos agrícolas y plásticos).
La Unión Europea es el principal socio comercial de Israel, representa un tercio de los intercambios comerciales del estado hebreo. Israel se ubicaba en el respetable 27º posición (2014) entre los principales socios comerciales de la UE en el mundo. Las exportaciones israelíes hacia la Unión Europea alcanzan los 13 billones de euros y las importaciones alcanzaban cifras aún mayores: 17 billones de euros.
En resumen, la reacomodación europea tras el Brexit puede provocar diversos problemas financieros, comerciales y económicos pero el alcance de los mismos sobre las exportaciones israelíes podría afectar parcialmente la economía hebrea.
Desde el punto de vista geopolítico, en especial si nos centramos en las relaciones entre Israel y la Unión Europea, el Brexit podría llegar a ser una muy buena noticia para Israel. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea debilita a la organización continental y, teniendo en cuenta el nefasto papel interpretado por los europeos a la hora de tratar con el conflicto palestino-israelí, el reciente golpe despierta poco disimuladas sonrisas entre los israelíes. Israel se siente más cómoda tratando bilateralmente con cada uno de los países de la Unión Europea en vez de tratar con los burócratas de Bruselas, que han demostrado ser los principales instigadores de las políticas de boicot y señalización de los productos israelíes.
Una Unión Europea centrada en solucionar sus problemas internos podría dedicar menos esfuerzos y energías en imponerle a Israel un tratado que no respeta los intereses de seguridad de Jerusalén, como la última propuesta francesa.
Una Unión Europea centrada en reacomodar sus intereses económicos podría dedicar menos fondos para continuar con su política de financiar (obsesivamente) ONG israelíes que preparan informes demonizando al estado hebreo. Por ejemplo, la Unión Europea tiene una organización llamada European Instrument for Democracy and Human Rights (EIDHR) que pretende desarrollar los derechos humanos y la democracia en las sociedades civiles fuera de la Unión Europea. EIDHR entregó 3.754.113 euros en 2014 para ONG israelíes que poseen un claro posicionamiento ideológico y que están implicadas en evidentes actividades políticas. La misma organización donó 5.630.323 euros para ONG en Cisjordania y Gaza, la gran mayoría realiza acciones políticas. En contraste, Ucrania, que es cinco veces más grande que Israel recibió en 2014, estando en guerra y registrándose allí duras violaciones a los derechos humanos… recibió solamente 3.400.575 euros. ONG Monitor analizó 27 ONG israelíes que recibieron en el periodo 2012-2014 un 65% de sus donaciones de organizaciones nacidas de la Unión Europea (donaron 157 millones de shekalim).
Muchas organizaciones no gubernamentales que gozan de apoyo financiero europeo promueven marginales agendas políticas que son contrarias a las políticas europeas oficiales del gobierno, tales como anti-Israel BDS (boicot, desinversión y sanciones), campañas de guerra jurídica, actividades que se oponen a un marco de dos estados, y otros aspectos de la Estrategia de Durban. Estos grupos, fuertemente financiados, explotan una retórica de los derechos humanos y recurren sistemáticamente a informes que se centran en la sociedad israelí.
Además de lo señalado anteriormente, una Unión Europea centrada en reestablecer sus fronteras, podría limitar el flujo de radicales islámicos entre los países. Menos fundamentalismo islámico en Europa es bueno no solamente para los europeos, tambien es bueno para Israel.
Desde el punto de vista conceptual o filosófico, el post-nacionalismo transnacional de la Unión Europea “chocaba” con los principios fundacionales del Estado de Israel como cuna nacional del estado hebreo. Una Europa que regresa a su particularismo nacional, a ciertos comunitarios regionales y hasta tribales, podría llegar a “comprender” un poco mejor las presiones a las que se ve sometida Israel. Mientras que el Estado de Israel siempre ha estado obsesionada por defender y mantener sus fronteras de las amenazas extranjeras y la penetración de minorías no judías dentro del estado hebreo, los europeos buscaban desarrollar una identidad supranacional que contuviese pluralmente diversas manifestaciones culturales de todos los pueblos que conforman la Unión. Una de las razones por las cuales Israel no se sentía a gusto con la posibilidad de unirse a la Unión Europea es justamente por el principio de libre movimiento de personas… ¿Para qué fundamos tras años de exilio un estado judío? ¿Para que cien mil trabajadores portugueses puedan entrar, vivir y trabajar en Israel?, se cuestionaban en Israel. En resumen, mientras que Israel aún no ha asegurado su presencia en fronteras seguras, los europeos iban hacia otra dirección, dificultando su capacidad de comprender necesidades fácticas israelíes.
El mundo comienza a digerir la votación a favor del Brexit. Es imposible suponer con exactitud la forma en que dicha decisión puede afectar a Israel. Sin embargo, puede que estemos experimentando el comienzo de buenas noticias.
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