Sal Emergui
29 JUL 2011
Aproximándose al mes de septiembre en el que los pesimistas (¿realistas?) pronostican una violenta fisura llena de sangre, palestinos e israelíes se parecen cada vez más. Ambos han creado un “Fórum Septiembre” y han dejado a sus diplomáticos sin vacaciones en esas fechas. Delante y detrás de las cámaras, el aparato político-mediático de ambas partes no descansa ante al combate final en el cuadrilátero de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Antes, tanto el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, como el presidente palestino, Abu Mazen , deben superar serios problemas domésticos. Israel vive la protesta social más importante en las últimas tres décadas y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) tiene serias dificultades para pagar a sus 150.000 funcionarios.
El guión es conocido. Con el proceso de paz estancado profundamente y bajo el paraguas de la Liga Arabe, Abu Mazen pretende recabar el reconocimiento internacional de un Estado en las fronteras previas a la guerra del 67 y Jerusalén Este como capital. Desde hace meses, recorre los cinco continentes en busca de una mayoría que en cualquier caso ya tiene garantizada. Sus 95 representaciones oficiales mantienen contactos, reuniones, entrevistas… Una de las órdenes es organizar en sus respectivos paises manifestaciones el día de la petición oficial y el discurso de Abu Mazen en Nueva York.
“Nuestra decisión de acudir a la ONU es compatible con las negociaciones de paz. Tras tantos años, tenemos el derecho de ser reconocidos como país soberano en la ONU”, afirma Abu Mazen, preocupado esencialmente por la oposición de Estados Unidos. Por eso añadió esta semana: «Tenemos que ir a la ONU sin cometer el mínimo error. No queremos una crisis con los americanos».
Analistas palestinos creen que Abu Mazen debe hacer algo para dar esperanzas a su pueblo pero advierten que el reconocimiento sería simbólico (no se trata del Consejo de Seguridad) y no cambiará nada como tampoco lo hizo en 1988 la declaración de independencia de Yasir Arafat. Incluso podría aumentar la frustración.
Pese a las sonrisas, Barack Obama se opone a la decisión de Abu Mazen de ir a la ONU
Israel contraataca reuniéndose con los países que considera vital para conseguir lo que llaman “mayoría de calidad”. El objetivo es tener el apoyo de más de 30 naciones, encabezadas por EE.UU, Cánada y las principales europeas. “Pidan lo que pidan, los palestinos tienen mayoría automática antiisraelí en la ONU. Nuestro objetivo es convencer a los países responsables de los peligros de este paso unilateral”, nos dice el viceministro de Exteriores, Danny Ayalon que pronostica el fin de los Acuerdos de Oslo si Abu Mazen sigue con su plan. Según su Gobierno, el objetivo palestino es rechazar las negociaciones de paz para deslegitimar y aislar a Israel.
En esta batalla, cada voto requiere presión. Sudor, lágrimas y muchas palabras. Avigdor Lieberman estuvo recientemente en Albania en la primera visita en 17 años de un jefe de la diplomacia de Israel. Al cabo de pocas horas, el primer ministro albanés recibía un telegrama palestino invitándole a Ramala. Albania ya reconoció el Estado palestino en 88.
Palestinos e israelíes intentan ganar la pelea mediática antes de intercambiarse puñetazos diplomáticos en la ONU. Así, no es casual este video de Ayalon en YOUTUBE (“La verdad sobre Cisjordania”) que en pocos días ha tenido más de 200.000 visitas y ha enfadado a palestinos y jordanos. En el clip con subtítulos en ocho idiomas, niega que Cisjordania sea un territorio ocupado (lo define como disputado citando las guerras del 48 y 67) y habla sobre el principal punto que les separa hoy en día, las colonias.
El video del viceministro israelí de Exteriores Danny Ayalon
El dirigente palestino, Saeb Erekat expresó “su conmoción por el video”: “La comunidad internacional sabe ahora que el Gobierno israelí niega al pueblo palestino el derecho inalienable de autodeterminación, continuando su iniciativa ilegal y colonial en los territorios ocupados palestinos”.
Preparativos en el terreno. Abu Mazen pide manifestaciones masivas y pacificas. “Apoyamos actos de lucha no violenta contra la ocupación”, dice negando que busquen una tercera Intifada copiando el modelo de la segunda. «Nosotros recibimos consignas del Gobierno que siguen siendo preservar el orden público de la mejor manera posible», nos dice un importante oficial de la Policia palestina.
Israel, por su parte, ha destinado 75 millones de shékels (15 millones euros) para adquirir métodos antidisturbios “no letales”. Camiones-cisterna, un dispositivo de lanzamiento de granadas de estruendo, un material que desprende un olor inaguantable (provocando vómitos) son algunos de los medios que usarán los efectivos de seguridad para frenar las posibles marchas de los palestinos hacia ciudades o colonias israelíes. Asimismo, invierte más de 50 millones de shekels (10 millones de euros) en la construcción de una valla de seguridad en los 12 km de la frontera con Siria para evitar la infiltración desde este país.
Israel se prepara ante el escenario más “moderado” (manifestaciones no violentas que duren pocos días) y el más extremo (dimisión de Abu Mazen, desmantelamiento de la ANP, ataques desde Gaza, inflitraciones desde Siria y Líbano y anarquía en Cisjordania).
Septiembre se acerca. Israelíes y palestinos se alejan.
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