Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Nunca pensé que tendría el valor de anunciar públicamente que he abandonado el Islam. He estado dudando de declararlo abiertamente; de acuerdo con muchos líderes musulmanes, ahora soy un «infiel», lo peor que posiblemente podría ser según ellos. Sobre todo estaba preocupado por las repercusiones y riesgos para mi familia y mis parientes. Pero, ante los horrores que se han extendido por todo el mundo, finalmente he tomado la decisión de escribir la historia de mi vida en «El Musulmán Renegado: Una Memoria de Lucha, Resistencia, Ilustración y Esperanza».
Un musulmán cree que el Corán contiene las palabras textuales de Allah, y que deberían implementarse sin reservas, sin importar el momento y la ubicación geográfica. La recompensa islámica por matar a un infiel o apóstata, alguien que se aparta del Islam y renuncia a Allah y a Mahoma, recibe el mejor lugar en el cielo, de acuerdo con algunas de las enseñanzas islámicas. La pena por renunciar al Islam es la ejecución, administrada legalmente en las sociedades islámicas por los gobiernos, los tribunales islámicos, o algunos grupos religiosos y musulmanes individuales que desean cumplir con su deber prescrito por Dios (Allah), Mahoma y el Corán. Estas leyes islámicas y la Sharia me crearon un poco de preocupación, miedo y cautela para contar mi historia.
Si se ha nacido en, o convertido al Islam, abandonarlo no es una tarea fácil. Un musulmán está adoctrinado desde la primera infancia. Creo que el adoctrinamiento evoluciona, y se transforma en miedo profundamente asentado acerca de cuestionar, y mucho menos rechazar, a Allah, al Islam y a las reglas de Mahoma. Decidir ser libre e independiente, liberarse de ser esclavo del Islam, es inconcebible y está fuera de cuestión. Una vez que uno se convierte en esclavo del Islam, muere su coraje y voluntad de abandonarlo. Como también se ha mencionado, el Islam y los líderes musulmanes también castigan con la muerte el abandono del Islam, de Allah, y de Mahoma.
Crecí dentro de una familia religiosa, en sociedades islámicas, hasta hace pocos años. Yo era uno de los pocos que realmente leyó todo el Corán palabra por palabra. Lo leí varias veces, y traté de seguir las reglas meticulosamente, línea por línea. No veía a mi religión como un título; quería vivir como un devoto musulmán. Para hacer eso, tenía que ser un seguidor estricto de las normas islámicas. Yo era el «buen» musulmán, según muchos imanes con los que hablé.
Pero, ¿quién es ese «buen» musulmán, de acuerdo con las enseñanzas islámicas? Un buen musulmán sigue los versículos de Allah palabra por palabra. No se pueden escoger las reglas que le gusten o que desee aplicar en determinadas situaciones. Deben seguirse todas las normas legales, sociales y espirituales. No cualquiera puede ser un buen musulmán; un buen musulmán siente una profunda creencia de que ha sido «elegido». Sólo él está en el camino correcto, y todos los demás de otras religiones, incluso otros musulmanes, no están en el camino sagrado que conduce a la salvación. Un buen musulmán debe también ser un seguidor de su imán o ayatollah, además de Allah, Mahoma y el Corán. Social y legalmente hablando, de acuerdo con las palabras de Allah en el Corán, debe aceptar las «reglas de Allah» de que un hombre puede casarse con más de una mujer simultáneamente sin pedirles su permiso (como lo hizo mi padre), que en el tribunal de justicia el testimonio de una mujer no es igual al de un hombre, que las mujeres heredan mucho menos que los hombres (la mitad de lo que heredan sus hermanos), que los hombres pueden tener tantos casamientos temporales como quieran, que tener esclavos no es un problema, que un musulmán no debe ser pasivo, sino que debe ser un jihadista dispuesto a imponer las reglas de Allah en cualquier sociedad siguiendo tres pasos: diciéndoles a aquellos que no están siguiendo el Islam cuál es el camino correcto, si no escuchan, advertirles y, si aún desafían, castigarlos (recurrir a la violencia). Un buen musulmán cree en las supersticiones detalladas en el Corán como el «mal de ojo». Un buen musulmán esconde algunos de sus verdaderos sentimientos, evita divertirse normalmente y ve a las otras religiones como incompletas, porque Allah establece en el Corán que el Islam es la última religión que completa todas las deficiencias de otras religiones, y así sucesivamente.
Cuando llegué a Estados Unidos, hace unos años – antes de los recientes ataques terroristas en París, Orlando, San Bernardino, Londres y otros – traté de crear conciencia y alertar sobre los inevitables ataques terroristas que iban a suceder en el nombre del Islam. El Islam puede proporcionar un poderoso lenguaje y una herramienta para cometer algunos de los peores crímenes contra la humanidad, al mismo tiempo que les permite a los autores de esos ataques que sientan que son bendecidos, privilegiados, recompensados, y que están del lado ganador.
A menos que comprendamos mejor la naturaleza del Islam, su transformación y dependencia de los versículos coránicos, así como la de sus normas, valores, principios e ideología en el mundo moderno, no podremos abordar esta amenaza. Continuará aumentando en intensidad y se extenderá más de lo que la mayoría puede imaginar.
No estoy sugiriendo que me baso solamente en una visión académica y epistemológica de las culturas del mundo, sino en mi experiencia de primera mano de haber crecido, estudiado y trabajado en sociedades predominantemente musulmanas durante la mayor parte de mi vida. Nací en la República Islámica de Irán y crecí tanto en culturas árabes como persas.
Es mi opinión que aquellos que tratan de convertir a la gente al Islam, comienzan primero con algunas nociones atractivas del Islam. Una vez que se suscribe a la religión (pronunciando dos frases: Ash hadu an la ilaha ill Allah wa ash hadu anna Mahomaar Rasul Allah «Declaro que no hay más dios que Allah y declaro que Mahoma es el Mensajero») seguirán luego, lenta y gradualmente, restricciones, normas discriminatorias contra la mujer, etc. Sin que el nuevo converso se dé cuenta, se convierte en esclavo de la ideología islámica, así como del imán. Su libertad le será quitada, y se le creará un nuevo mundo, un nuevo Dios (Allah), y un nuevo conjunto de reglas. Una vez que se someta al Islam, no hay manera de volver, porque si abandona esta ideología, se es un infiel, un apóstata que merece ser matado, según las palabras de Allah en el Corán.
En mi libro comparto mis propias experiencias, en parte porque creo profundamente que cuando más la gente se interconecta, más urgente es el desafío para el actual orden mundial – para los valores occidentales democráticos, los derechos humanos universales, el estado de derecho, la justicia social, la igualdad de género, la sociedad civilizada y para toda la humanidad – no son las bombas nucleares, la armas químicas, u otras capacidades militares, sino que es la ideología islámica moderna. ¿Cuánto tiempo continuarán siendo «políticamente correctos» en este tema los principales medios de comunicación y los políticos? Mi intención es crear conciencia de lo que está sucediendo en los muy blindados y silenciosos rincones del Islam fundamentalista. Para mí, es imperativo que el pueblo estadounidense sea educado acerca de los islamistas extremistas que los miran con tan intenso odio.
¿Es la ideología islámica una ideología de paz como muchos musulmanes e imanes sostienen? Hay algunos versículos e ideas en el Corán (probablemente plagiadas de las ideas del cristianismo y el judaísmo) que sí promueven cosas positivas.
Pero las reglas violentas y discriminatorias del Corán eclipsan cualquier atisbo de paz.
¿Consideraría usted pacífica a una ideología o a un líder si ese líder le dice una cosa buena pero, al mismo tiempo, le dice que puede matar en nombre de esa ideología (como está indicado por Allah en el Corán)? ¿Seguiría usted a alguien que te dice una cosa buena, pero luego le dice que las mujeres no deben ser consideradas iguales a los hombres en el sistema legal?
La ideología islámica, sus duras enseñanzas e imposibles normas, crearon contradicciones dentro de mí. Comencé un examen de conciencia, que me llevó a mi transformación interior y a un drástico cambio. Nací como esclavo dentro de esta ideología, y finalmente tuve que tener la libertad para hacer mi propia elección de vida (cuando estaba en Irán hace unos años) para liberarme de las cadenas de esta ideología. Hacerlo, abandonando todo lo que me habían enseñado durante más de dos décadas, no fue una tarea fácil.
Si se ha nacido en una familia musulmana y vivido en una sociedad musulmana, donde la sharia y las leyes islámicas son implementadas legalmente por el sistema, es doloroso y peligroso. El temor a la violencia y a la muerte ha calado en mi vida desde el momento en que nací – hasta este mismo momento. A pesar de los riesgos, siento que debo decir mi verdad. Las cadenas y las crueles amenazas de esta ideología lo perseguirán a donde quiera que se encuentre. Sabiendo que me convertiría en un objetivo, junto con mi familia y mis amigos, sabiendo que perdería todo lo que siempre consideré querido (incluyendo a muchos de mi familia y mis amigos), podría haber cedido a mi miedo. En cambio, decidí no hacerlo. Fue una decisión que no tuve más remedio que tomar.
El Dr. Majid Rafizadeh, un politólogo iraní-estadounidense, escritor, asesor de negocios y orador público, es presidente del International American Council y es miembro de la junta de Harvard International Review (Universidad de Harvard). –Educado en Harvard, Rafizadeh creció la mayor parte de su vida en países musulmanes (tanto naciones sunitas como chiítas). Es el autor del libro de memorias «Un Dios que Odia a las Mujeres» y del próximo libro de memorias «El Renegado».
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