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| sábado noviembre 23, 2024

Cómo convertir adolescentes suicidas en asesinos


La semana pasada Los Angeles Times publicó un impresionante reportaje: según Kadura Fares, líder del Club de Presos Palestinos, aproximadamente una quinta parte de los ataques palestinos contra israelíes de los últimos meses han sido intentos de suicidio a manos de la Policía. Aunque el cálculo se hubiese exagerado, las fuerzas de seguridad israelíes coinciden en que ha habido muchos casos de este tipo, lo cual suscita una cuestión: dado que el principal interés de los suicidas suele ser darse muerte, ¿por qué tantos suicidas palestinos tratan de matar a otros en el proceso? Y Fares responde de manera bastante directa: “En nuestra cultura, el suicidio sin motivo no es honorable”, dijo. “Si intentan enfrentarse a un soldado, en cambio, se contempla con más respeto”.

O para decirlo más claramente: los palestinos han creado una cultura donde el asesinato masivo es el camino más rápido, fácil y seguro hacia la gloria. Lo que los palestinos angustiados escuchan de su sociedad es más o menos lo siguiente:

¿Te sientes fracasado? No pasa nada. Lo único que tienes que hacer es asesinar a un judío, y te convertirás inmediatamente en un héroe. Serás idolatrado en los programas de radio y televisión; pondrán tu nombre a escuelas y campeonatos de fútbol; los políticos te alabarán. Y, como extra, también te ganarás el respeto que va unido a mantener una familia: si sobrevives, el Gobierno te pagará un salario superior al del mercado mientras estés en la cárcel, y si mueres pagará a tu familia.

Para un muchacho desesperado, esa perspectiva de redención instantánea es enormemente tentadora.

Esto es, claramente, una forma de abuso de menores socialmente aceptada: en lugar de animarles a buscar ayuda, a los muchachos desesperados se les anima a cometer asesinatos, en la seguridad de que serán abatidos por las fuerzas de seguridad o enviados a prisión durante años. Que esta práctica sea ignorada por la miríada de grupos pro derechos humanos activos en la Margen Occidental es una prueba clamorosa de que los derechos humanos de los palestinos les importan tan poco como los de los israelíes.

Frente a lo que sostiene el redactor del titular de Los Angeles Times, que tituló el artículo “La política no es el único motivo detrás de los ataques palestinos con cuchillo contra soldados israelíes”, el hecho de que muchos potenciales suicidas intenten atacar a israelíes tiene todo que ver con la política; no con la política de los agresores, sino con la de su sociedad. Porque en la sociedad palestina asesinar judíos es el clímax del logro político. Y no hace falta que se fíen de lo que digo: simplemente reparen en la campaña electoral de Fatah para los comicios municipales de octubre.

La semana pasada, la página oficial de Fatah en Facebook lucía una lista de los logros del partido. El primero de la lista era: “Fatah ha matado a 11.000 israelíes”. ¿Y qué decían el segundo, el tercero y el cuarto? Por ese orden: Fatah “ha sacrificado a 170.000 mártires” (el término palestino para quienes mueren atacando a israelíes); fue “el primero en llevar a cabo operaciones [es decir, ataques terroristas] durante la Primera Intifada”; y fue “el primero en luchar en la Segunda Intifada”, las brutales matanzas terroristas que asesinaron a más israelíes en cuatro años que en todos los atentados palestinos juntos en los 53 años anteriores. De hecho, sólo hay un logro no violento en la lista, e incluso ése guarda relación con el activismo antiisraelí: “Fatah lideró el ataque palestino contra Israel en la ONU”.

En cualquier otra parte del mundo, los partidos gobernantes que tratan de ser reelegidos suelen destacar sus esfuerzos por mejorar la vida de la gente, mediante, por ejemplo, la creación de empleo y de nuevas infraestructuras o con medidas contra la pobreza. Pero no aparece ninguna medida de ese tipo en la lista de logros de Fatah, a pesar de que ha dirigido la Autoridad Palestina (AP) durante los últimos 22 años. Sin duda, debe de tener apuros para encontrar algún logro de ese tipo del que presumir, aunque quisiera hacerlo, pero se debe precisamente a que sistemáticamente ha dado prioridad a dañar a Israel, en vez de a ayudar a su propio pueblo.

Para que nadie lo olvide: Fatah es el partido palestino moderado, el del presidente de la AP, Mahmud Abás, el supuesto socio de Israel para la paz. Hamás, como ya he señalado anteriormente, es como mínimo igual de sanguinario.

Esta es, por supuesto, la principal razón de que más de dos décadas de proceso de paz no hayan producido aún la paz. Es difícil hacer la paz cuando una parte exalta el asesinato del otro como el mayor bien posible. Sin embargo, Occidente ha hecho sistemáticamente la vista gorda ante este problema, en vez de hacerle frente, optando en su lugar por decir que la paz llegaría mañana si Israel simplemente hiciera más concesiones. Y muchos occidentales facilitan activamente este agresivo culto a la muerte culpando, no a los líderes palestinos que incitan a los jóvenes con problemas a matarse a sí mismos y a otros, sino a Israel, con la dudosa teoría de que debe de ser en cierto modo culpable si tantos palestinos quieren atacarlo (si eso no les parece cuestionable, prueben a decir que las mujeres deben de ser culpables si hay tantos hombres que quieren violarlas).

Ni la paz israelo-palestina ni una mejor vida para los palestinos serán nunca alcanzables mientras esta cultura de la muerte siga dominando la política palestina. Este es un cambio que los palestinos tendrán que acometer por sí mismos, pero Occidente podría ayudar en el proceso si dejara de ser un elemento facilitador.

El último informe del Cuarteto para Oriente Medio (EEUU, la UE, la ONU y Rusia) daba un primer paso positivo: al menos reconocía que la incitación palestina al terrorismo es un problema. Pero hasta que los países occidentales no empiecen a condenar clara y sistemáticamente este comportamiento, y a penalizarlo activamente, en lugar de apuntar principalmente a Israel, los palestinos tendrán buenos motivos para pensar que su culto a la muerte les funciona de maravilla. Porque en un sistema político que considera que dañar a Israel es el bien mayor, cualquier política que impulse a Occidente a ponerse en contra del Estado judío es un éxito; no importa cuántos jóvenes palestinos tengan que morir en el proceso.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

 
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