Sabido es que Las mil y una noches constituye, además de una de las obras más geniales de la literatura universal, un compendio asombroso del imaginario árabe, claro que con matrices hindúes y persas sosteniendo desde abajo el vuelo y la fantasía de sus cuentos más deliciosos. No soy el único que, en el caso de escoger un libro para llevarse a una isla, optaría por la colección de noches narradas más extraordinaria que conoce la Humanidad. El retrato aún vivo, palpitante de los navegantes musulmanes como Simbad, el bullicio de los mercados, la consulta de los adivinos de bola de cristal, las discusiones de los mercaderes y las infidelidades de las bailarinas; las caravanas, los médicos y sus enfermos, los santos y los fugitivos. Un mosaico delicioso y tolerante con buenos y malos, héroes y villanos. Todo lo cual está urdido por el principio del placer, que es el que mueve, casi en exclusiva, a las élites árabes hasta la fecha. Lo que significa que el principio de realidad les es, en gran parte, ajeno. Por eso cuando un alto oficial saudita visita Israel y reconoce con cierta humildad sus logros y también su derecho a ser, no sabemos si por su boca habla la realidad o se expresa el placer que le inspira el poder, ya que es la fuerza y el empuje, el talento y el valor judíos lo que-implícitamente-está aceptando.
Es, hay que decirlo, un síntoma de alta aristocracia producido por la buena educación a la que no tienen acceso o no quieren tenerlo los clérigos islámicos que no sólo han protestado por la visita del saudí a Israel sino que insisten aún en su odio y continúan afilando su teológico desprecio comparándonos con cerdos y monos. Hoy resulta un hecho innegable que la expulsión de los judíos españoles en el siglo XV se hizo por la mente y obra de ese tipo de personas: analfabetos, resentidos y cínicos de clase baja, ya que la aristocracia española tenía una actitud más pragmática y serena y no sentía gran animadversión hacia los judíos, si había que emplearlos lo hacía y si resultaban de interés para su reino los defendían con tibieza. Al igual que aquellos reyes, muchos aristócratas árabes actuales o profesionales educados en el seno del Islam sienten que puede serles de utilidad estar bien con los judíos, y por eso promueven artículos de prensa en los que defienden la postura de ´´limpiar la relación´´. Pían tarde y a medias, pero ese piar es mejor que nada. Les ha llevado décadas darse cuenta de que tenían que cambiar el chip.
Hasta que la educación para la tolerancia no abarque a todos los estratos sociales, y en especial a la clerecía islámica, y eso durante mucho mucho tiempo, Israel no tiene por qué fiarse de la buena voluntad de algunos. Es la mayoría musulmana la que se empecina en odiarnos, adjudicándonos complots falsos y endilgándonos la culpa por el problema palestino, que debe más a los países árabes incapaces de ayudar a sus hermanos que a la mera existencia de Israel. Sadat, que fue un adelantado, murió asesinado por los hermanos musulmanes a quienes irritó el gesto de buena voluntad del egipcio.
Quién sabe si el diplomático y general saudita no correrá el mismo destino. Sentémonos, pues, a esperar para ver cómo sigue la enmienda informativa, si se trata de una mera lluvia de verano o es, de verdad, la manifestación de un auténtico cambio de buena voluntad para con el pueblo judío. Entretanto atrevámonos a ver el mismo fenómeno entre nuestros propios clérigos, bastante más racistas de lo que podemos imaginar, rabinos llenos de prejuicios y con poca tolerancia en los negros bolsillos de sus levitones. Los pecados no pertenecen a un único grupo humano, todos estamos llenos de cenizas expulsadas por el volcán de nuestra ira, todos nos consideramos, antes o después, mejores que nuestros vecinos. Por lo que la conciencia es un lugar en el que nadie debe permitirse bajar la guardia ni relamerse demasiado por sus éxitos. Las mil y una noches son un don de la imaginación placentera. La paz un difícil logro articulado sobre el principio de realidad. El placer es narcisista, lo real dialógico.
Concuerdo plenamente, con el análisis y la reflexion del maestro Satz, respecto a la labor ingente que resta por hacer, en lo tocante a la transmision de valores educativos y morales en el seno del mundo musulman, si lo que se pretende es dotarlo de tolerancia hacia aquella opciones religiosas distintas a la suya … Bien hariamos pues hasta entonces (y me témo que por largo tiempo) en desconfiar de las muestras de «afabilidad» que alguno de sus representantes se presten a realizar hacia judios y cristianos principalmente, al responder éstas probablemente mas a intereses puntuales o en determinados casos a formas de cortesia, que a un sentir genuino y cabal, que como queda dicho, dista mucho a dia de hoy, de anidar en sus mentes, corroidas de ordinario por los celos, el desprecio y el ódio …