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| martes abril 30, 2024

Las entretelas del corazón


 

Angustiado, con los ojos enrojecidos de quien lleva días sin dormir, Zevi Agudó, comerciante de Milán, viajó a Florencia para consultar al Rabí Alessandro Luzzato, quien enseñaba en la casa de estudios adjunta a la sinagoga.

-Maestro-le dijo-, haga que mi viaje no haya sido en vano, ayúdeme a serenar mi  ánimo.

-¿Qué es lo que te ocurre, Zevi?-respondió el Rabí Alessandro Luzzato sin dejar de hojear un tomo del Talmud. La Pascua era inminente y cerca de Fiésole se abrían los primeros crisantemos amarillos.

-He sentido la garra de la soledad, sus uñas de hierro opaco, su coraza de corcho, su vacío de congoja a todas horas. Es como para volverse loco.

-¿Por qué?-quiso saber el maestro, mirándolo a los ojos.

-Eso es lo que yo me pregunto, pues tengo familia, amigos, trabajo y , de hecho, físicamente, no estoy solo más que unos pocos minutos al día.

-¿Conoces la historia de Pinjás Deshe, el compañero de andanzas de Honi el Hacedor de Círculos?

-No, maestro.

-Ocurrió que, sintiéndose más solo que una nube de verano, más solo que un ciervo ante el abismo en una noche sin estrellas; más solo que un manantial en el desierto, más solo que un nido abandonado o un caracol vacío, más solo que un pan deshecho bajo la luna, subió a la viña de su amigo Samuel y se quedó dormido envuelto en el sopor de la tarde. Fue allí, dicen, donde tuvo un sueño revelador. Los pámpanos lo abrazaron y se convirtió en un grano de uva, luego en otro y más tarde en otro más hasta sentirse un racimo entero. Entonces, en menos de lo que demora un suspiro en dejar la nariz, fue aplastado por el trapiche y se transformó en mosto, luego en vino y, por fin, cuando iba a ser bebido, se despertó sobresaltado. Al contarle el sueño a su amigo Samuel éste quiso saber qué rostro tenía el bebedor, y el pobre Pinjás Deshe, asustado todavía, le dijo: ´´Ese es el tema: no tenía cara.´´ Lleno de entusiasmo Samuel le preguntó dónde se había recostado, en qué sitio había yacido, y fue a echarse allí, gritando alborozado: ´´¡Qué belleza ser bebido por El Sin Rostro, embriagarlo a El de nuestros propios sueños, qué belleza servir, solos y en medio del campo, a su sed!´´.

Dicho esto último, Rabí Alessandro Luzzato sacó una botella de vino, vasos,y le ofreció un trago a su atolondrado consultante.

¡Lejaim!-exclamó-.Por la vida.

-Por la vida-respondió Zevi.

-Recuerda-agregó el maestro, tras saborear el vino-que estar solo revela lo que hay detrás de las entretelas del corazón. Hebras de luz que suben al cielo, estrellas que tintinean en el cayado de la aorta.

 

Solo se dice, en hebreo, lebad ( dbl ), concepto que aúna, a su vez, otro dos:el de leb,  corazón ( bl )y bad,

 ( db ), una  tela, pero también una vena o arteria. Numéricamente solo o lebad da 36, cifra equivalente a eloha ( hl) = 36), uno de los nombres del Creador, el cual puede ser leído, si se lo alitera, como morada, tienda, ohel  ( lh) ). Para la tradición bíblica el corazón es la morada, el santuario de lo divino por excelencia.

 
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