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| sábado noviembre 23, 2024

Protesta social en Israel


Egon Friedler

La Republica. Uruguay

6/8/2011

PlazaTahrirIsrael

¿También Israel se contagió de los aires de cambio en los países vecinos?

¿Hay rasgos comunes entre lo que sucedió en Egipto y lo que sucede ahora en Siria con las manifestaciones de protesta que movilizaron a 150.000 personas en las ciudades israelíes? La respuesta a estas preguntas es un No categórico, porque las protestas se realizan en el marco de un estado democrático y el objetivo no es derrocar al gobierno, sino obtener un cambio de política. Cadenas de mensajes electrónicos en Israel lo señalan una y otra vez: los israelíes están hartos del deterioro de su nivel de vida y de los privilegios de dos grupos minoritarios: los colonos de los territorios y los ultra-ortodoxos.

    El problema obviamente no es nuevo y muchos observadores tanto israelíes como extranjeros se preguntan ¿Por qué ahora?  A juicio del corresponsal del “New York Times” en Israel, Ethan Bronner (31.7.2011) precisamente la caótica situación de la zona y el hecho de que una solución al conflicto israelí-palestino parece más lejana que nunca, ha influido en el desencadenamiento de las protestas. Otras causas para él, han sido la disminución de los ataques terroristas y el crecimiento económico del país. Otra tesis que circula ampliamente entre los “bloggers” de Internet es que la “mayoría silenciosa” se hartó de pagar por un estado que ha desmantelado gran parte de sus redes de protección social y concede demasiados beneficios a los grandes inversores  mientras castiga a la clase media.

      Para el escritor y periodista Yaír Lapid  (Yediot Hajaronot, 30.7.2011) se trata de “La revolución del 42%” y lo explica en estos términos. “El 42% somos nosotros: israelíes, sionistas, seculares de la derecha y la izquierda. Alguna vez fuimos el grupo más influyente pero esto ya no es así. Por una parte, somos el grupo más grande en el país, más que los árabes (20%) más que los religiosos (12%) y que los ultra-ortodoxos (8%). Sin embargo, ellos siempre nos derrotan. Como somos la mayoría, no merecemos nada. ”.

  ¿   En qué medida la rebelión ciudadana contra el gobierno tiene connotaciones políticas?  Para Shai Golden de “Maariv” : “La izquierda ha resucitado.  El nuevo movimiento será la izquierda social”

      Ethan Bronner recuerda que dos décadas atrás, Itzjak Rabin derrotó a Itzjak Shamir, poniendo fin a 15 años de hegemonía del partido conservador  Likud. Rabin prometió cambiar el orden de las prioridades económicas del país y congeló la construcción de asentamientos en la Margen Occidental y en Gaza y dedicó el dinero a ciudades israelíes de la Galilea y el Neguev.

     Moshe Arens, un ex ministro del Likud, y uno de los pocos colaboradores de “Haaretz” que milita en la derecha política, pone en duda el carácter ideológico del movimiento de protesta (2.11.2011) : “Los militantes israelíes no son como los manifestantes egipcios ni como los  “sans coulottes” de la Revolución Francesa. Ellos no son el proletariado ni son los “sin techo”. Ellos anuncian con orgullo que son clase media. Ellos pertenecen a la generación que en su momento preguntó qué podían hacer por su patria y que ahora se considera con derecho a preguntar qué puede hacer su país por ellos.”

      “Ellos han visto el progreso de Israel que lo convirtió en un país próspero, incluso rico.  Es un líder mundial en tecnología y ha salido mejor parado de la crisis económica global que la mayoría de los países, con casi pleno empleo, mientras los Estados Unidos enfrentan un desempleo del 10% y España tiene un 20%. La mayoría de los países planean hoy medidas de austeridad que van a perjudicar a todos, ricos, pobres y clase media, mientras la economía israelí crece año tras año. Y sin embargo, nuestra clase media  siente que no recibe lo que cree merecer. No hay dudas acerca del carácter genuino del movimiento de protesta israelí. Sin embargo, cuando en abril pasado, una encuesta del Instituto Gallup, preguntó a los israelíes si les iba bien, un 67% contestó que sí. Israel estuvo entre los ocho primeros países en lo que se refiere a su bienestar, antes que los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países”.

      Pero la opinión mayoritaria en la prensa es que sí existe una relación entre la izquierda política y el movimiento de protesta social. Por ejemplo, Yoni Buchsbaum titula su artículo en Yediot Hajaronot (27.7.2011) “Somos todos izquierdistas.”

      Algunos intelectuales consideran que la protesta social debe tener un alcance mucho más amplio que la lucha por una vivienda más económica y por una mejor redistribución de la riqueza. Por ejemplo para  el decano del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Avner de Shalit (Haaretz, 3.8.2011) la lucha no debe limitarse a objetivos económicos sino que debe estar acompañada por cambios profundos en la enseñanza del civismo, la lucha por la paz y el fin de la ocupación.”

     El Prof. Carlo Sprenger ( Haaretz, 3.8.2011) va aún más lejos y propone que el movimiento de protesta reclame una Constitución que consagre de una vez por todas la separación entre la religión y el estado. 

     Pero quizás el análisis más profundo sea el del Prof. Shlomo Avineri, un politólogo de renombre internacional (Haaretz, 1.8.2011). Comienza su artículo citando al fundador del sionismo Theodor Herzl (1860-1904) : “Si bien Herzl no era socialista, comprendió muy bien que un proyecto revolucionario como el sionismo no tendría éxito, mientras estuviera basado únicamente en el modelo capitalista de mercado. Por eso en su novela utópica “Altneuland” describe a la Eretz Israel futurista como una sociedad de bienestar, una especie de tercera vía entre capitalismo y socialismo”

      En el resto del artículo exalta  la validez histórica de la social-democracia israelí y rechaza el modelo “simplista de privatización, que se inspiró en la economía neo-capitalista de Ronald Reagan y Margaret  Thatcher” y termina con los siguientes conceptos : “La actual protesta social es una consecuencia directa causada por el capitalismo salvaje, que fue acompañado, por intereses políticos de coalición, de un sistema de subsidios gubernamentales de viviendas, empleo en el sector público y reducciones disparatadas de impuestos para colonos y ultra-ortodoxos. Quienes cargan sobre sus hombros estos  subsidios sectoriales son quienes ahora protestan, jóvenes que pagan impuestos, sirven en el Ejército y aportan a la Economía.”

      “Es difícil predecir adónde conducirán estas protestas. Pero está claro que aquí sucedieron tres cosas revolucionarias: primero, se trata de manifestantes que no pertenecen a la ultra-ortodoxia, ni al fundamentalismo de derecha, ni a la ultra-izquierda pro-palestina, sino a la columna vertebral de la sociedad israelí. Segundo, va quedando claro que la democracia está basada en el pueblo y su participación en el sistema político y no solo en las sentencias de los tribunales de justicia. Y por último, parece claro que el modelo neo-capitalista (que claramente produjo las crisis económicas por las que pasa Occidente) es opuesto a las necesidades del proyecto sionista. Por eso, es maravilloso ver las banderas de Israel izándose en las manifestaciones, luego de que parecía que las había monopolizado la derecha colonizadora. La protesta no es  solamente social; es sionista, en el sentido más profundo, justo y humano del sionismo”.

 
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