Guy Millière
8 de agosto de 2011
La «flotilla de Gaza» fracasó. Sólo un barco llegó a la costa oriental del Mediterráneo. La mayoría de ellos ni siquiera pudieron salir de sus puertos de partida. Un intento de reemplazar la flota con una «flytilla» de manifestantes en un avión a Tel Aviv fracasó miserablemente.
Sin embargo, sería peligroso considerar, a este intento fallido, más que una victoria limitada y de corta duración. Las organizaciones «Pro-Palestinas» en Europa y Estados Unidos siguen difundiendo su veneno y ya están preparándose para su próxima batalla: la búsqueda de un reconocimiento de la ONU de un estado palestino dentro de las «fronteras de 1967», y la organización de la cumbre Durban III, el 22 de septiembre, en Nueva York.
Estas organizaciones deben ser vistas como lo que son: instrumentos en una guerra contra Israel, que nunca se ha detenido desde 1948 y que, simplemente, ha experimentado cambios de táctica.
Los enemigos de Israel, inicialmente, recurrieron a ejércitos convencionales luchando en nombre de la «nación árabe». Cada vez, fueron derrotados.
Entonces decidieron recurrir al terrorismo, a la propaganda y a la desinformación. Crearon los movimientos para llevar a cabo ataques; se llevaron a cabo ataques sangrientos y mortales. Estos ataques sólo se detuvieron cuando Israel tomó medidas de seguridad – tales como una larga barrera electrónica – que reduce casi a cero la posibilidad de que sus ataques sean exitosos. La propaganda y la desinformación, sin embargo, no han cesado.
Ahora hemos llegado a la siguiente fase: los efectos de la propaganda y la desinformación. Éstos están firmemente anclados en la mente de millones, y han comenzado a echar raíces en la realidad.
El objetivo sigue siendo borrar a Israel del mapa, pero usando otros medios: demonización, sugiriendo que Israel es un estado criminal cuya desaparición, quizás, sea necesaria; explotación de prejuicios; boicots que, si se cumplen literalmente, sólo privarían a los boicoteadores de la medicina y la tecnología de la que no tienen ninguna intención privarse; voluntaria ceguera, tanto sobre la historia como sobre los hechos del crecimiento del Estado de Israel, y falsificaciones que conducen a otras falsificaciones.
Nadie había oído sobre un «pueblo palestino» antes de mediados de los años 1960. No existían. Israel era llamada Palestina bajo el mandato británico, hasta la independencia de Israel en 1948. Todos los judíos que habían nacido allí, hasta 1948, tenían la palabra «Palestina» estampada en sus pasaportes. Los palestinos actuales son aquellos árabes que, por diversas razones, decidieron abandonar el país durante la Guerra de Independencia de 1947, cuando cinco países – Jordania, Egipto, Siria, Líbano e Irak – atacaron a las 600.000 personas en el joven Estado de Israel, el día después de su nacimiento, con la esperanza de matarlo en la cuna. Después de que los cinco países fueron detenidos, rechazados y derrotados, y después que los árabes que habían huido pidieron regresar, se les dijo que ya que no se habían quedado para ayudar en el combate, eran considerados como una quinta columna y, por lo tanto, no eran bienvenidos. Los árabes que se quedaron son los árabes israelíes que viven allí ahora, y que representan el 20% de la población, o más de un millón y medio de los siete millones de personas. Viven libremente entre los judíos; eligen libremente a los miembros del parlamento israelí [Knesset]; operan sus propios partidos políticos independientes; tienen cargos de jueces en la Corte Suprema de Israel; practican como médicos junto a médicos judíos en los hospitales de Israel y como profesores en las universidades israelíes; y, a menudo, son voluntarios para luchar junto a judíos en el ejército israelí, a pesar de que no están obligados a unirse a las fuerzas de defensa de Israel.
En este momento, sin embargo, multitudes están seguras de que un «pueblo palestino» ha existido durante siglos, que fueron despojados de sus derechos y que ahora están comprometidos en una «lucha de liberación nacional» para liberarse de sus «opresores». El hecho es: nunca ha habido un Estado Palestino independiente o algún territorio palestino – la palabra proviene de los filisteos de la Biblia que navegaron desde lo que hoy es el norte de África. Pero aquellos que están seguros de que un «pueblo palestino» existe, sin embargo, también están seguros de que existen «territorios palestinos» ocupados por Israel, pero que solían pertenecer al «pueblo palestino» y, por lo tanto, deben ser devueltos a sus «legítimos» propietarios.
La idea de que millones de seres humanos fueron expulsados ??por la fuerza del territorio de Israel y, por lo tanto, tienen pleno «derecho de retorno», puede deducirse fácilmente de esa versión ficticia de los acontecimientos. La idea de que el día que Israel se creó fue una «catástrofe» (nakba) para el «pueblo palestino», también se puede deducir de eso. Luego resulta suficientemente simple agregar que el «pueblo palestino» es víctima de un «genocidio» cometido por los israelíes.
El hecho que judíos hayan vivido durante más de dos milenios en Judea-Samaria y en toda la ciudad de Jerusalem, es borrado de las memorias y de los libros de historia. También es borrada la limpieza étnica que desterró a los judíos ??de la Margen Occidental y Jerusalem Oriental en 1947-48. Y en nombre de los «derechos» del «pueblo palestino», una nueva limpieza étnica – desterrando a los judíos de nuevo de la Margen Occidental y Jerusalem Oriental – puede considerarse, perversamente, una «moral» imperativa, y cualquiera que no esté de acuerdo puede, perversamente, ser llamado un «extremista».
A los líderes de los movimientos terroristas, que nunca renunciaron al terrorismo, se les dio un cuasi-estado, la Autoridad Palestina, que ahora es tratada, en muchos países de todo el mundo, como una entidad legítima.
Los líderes de Hamas, que abiertamente llaman a la guerra santa [jihad], desde su Carta y hacia abajo, y que creó un régimen totalitario en Gaza, recientemente casi realizaron un acuerdo con la Autoridad Palestina, pero nadie en occidente parece preocuparse. Nadie se atreve a decir nada: los «palestinos» son casi universalmente considerados como el epítome de los condenados de la tierra – sin que nadie se pregunte por qué los árabes no deben ser culpados por insistir en encerrarlos en campamentos, o las Naciones Unidas, que no sólo los mantienen encerrados en estos campamentos, sino que refuerza y ??promueve la versión revisionista palestina de los acontecimientos – de modo que con estas toneladas de desinformación, la «causa palestina» es, casi unánimemente, considerada como santa.
Mientras tanto, en varios países europeos, los políticos israelíes son objeto de enjuiciamiento por supuestos «crímenes de guerra», que parecen consistir, principalmente, de los esfuerzos por defenderse de gente comprometida con su destrucción.
Israel es comparado con Sudáfrica en la época del apartheid o con el Tercer Reich.
La valla de seguridad electrónica, erigida para mantener a los terroristas fuera y proteger la libertad de los israelíes, es comparada, temeraria y maliciosamente, con el muro de Berlín, construido para mantener a los alemanes orientales adentro y privarlos de libertad.
A pesar de las abundantes pruebas de lo contrario, el bloqueo de la Franja de Gaza es descrito como un medio para impedir la entrada de alimentos y medicinas a Gaza; se dice que crea un sufrimiento insoportable. El hecho que la frontera entre Gaza y Egipto fuera recientemente abierta – pero luego cerrada de nuevo por Egipto, una semana más tarde – es totalmente ignorado. ¿Por qué no hay flotillas exigiendo que Egipto abra su frontera con Gaza?
Las campañas de «boicot, desinversión y sanciones» se están organizando en todo el mundo contra las empresas israelíes, contra la venta de productos israelíes, y contra los académicos, artistas y científicos israelíes.
Los resultados son evidentes en Europa. En encuestas realizadas año tras año, Israel es considerado como el «país más peligroso para la paz del mundo» y como la principal causa de los disturbios en Medio Oriente. Durante debates televisados ??en Francia y Alemania, expresar la idea de que Israel es un «paréntesis en la historia» o un «error» que debe ser corregido, ya no es tabú. Libros que, cruelmente, denigran a Israel y arrojan dudas sobre la existencia del pueblo judío, se convierten en best sellers. Uno de ellos, La Invención del Pueblo Judío, por Shlomo Sand, recibió un prestigioso premio literario, el Premio Aujourd’hui, en Francia en 2009.
Encuestas mostrando que una gran mayoría del «pueblo palestino» es criminalmente antisemita y quiere a los judíos aniquilados, nunca son citados en la prensa; si hay algunas menciones de estos puntos de vista, son cuidadosamente «saneadas» para que parezcan mucho más benignas de lo que realmente son.
La situación no es tan catastrófica en Estados Unidos, pero se está deteriorando; podría seguir deteriorándose a menos que entre en juego una fuerte vigilancia y la comunidad de inteligencia enfrente las realidades acerca de las que prefiere no saber.
El fracaso de la «flotilla de Gaza» y la «flytilla» no debería ocultar la agitación «pro-palestinos» que continúa, y que el objetivo de los agitadores y de los que los apoyan, permanece sin cambio: Están en guerra; quieren la destrucción de Israel; no se detendrán. Crean un odio hacia Israel que nunca dejó de crecer, y eso parece como si los agitadores esperan un retorno a todo tipo de ataques.
Arsenales están creciendo rápidamente en Líbano y Gaza. Irán, extremadamente inestable, pronto podría tener armas nucleares. El régimen sirio está involucrado en una campaña adecuada a las peligrosas decisiones de ese gobierno. En Egipto, la Hermandad Musulmana está a las puertas del poder. En la Franja de Gaza, Hamas, la rama «palestina» de la Hermandad Musulmana, que asumió el control político a las pocas semanas de ser elegido democráticamente, arrojando a simpatizantes de la OLP y Fatah de los pisos superiores de altos edificios, está ansioso de hacerse cargo de la Margen Occidental, si se presentase la oportunidad.
Una guerra termina sólo cuando hay un ganador y un perdedor. Por ahora, los enemigos de Israel no han perdido. Pero Israel aún no ha ganado.
http://www.hudson-ny.org/2304/war-against-israel
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Difusion: www.porisrael.org
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