El proyecto del Muftí árabe-palestino de Jerusalén, Hajj Amin Al-Husseini, era construir cámaras de gas en Emek Dotán para eliminar a los judíos del Mandato Británico sobre Palestina, copiando el accionar de su aliado, el genocida Adolf Hitler. Esta es una historia conocida. Lo que suele conocerse menos es la ejecución de su plan para envenenar y asesinar a 250.000 judíos de la Tel-Aviv de 1944.
En ésta historia participaron varios actores. El primero y principal el Mufti Hajj Amin Al-Husseini. Fue el incitador de las matanzas contra los judíos en los desmanes de 1920-1921 y, en especial, el promotor de la guerra religiosa iniciada por los árabes de Palestina en 1929. Luego, se destacó como instigador y organizador de la revuelta árabe contra los británicos (y judíos) entre 1936-1939, razón por la cual se tuvo que escapar vestido de mujer encontrando refugio en Irak, en donde esperaba que el régimen golpista pro-nazi de Rashid Ali Al-Gailani le permitiese seguir organizado su revuelta. Para su desgracia, los británicos intervinieron y la cúpula de Al-Gailani terminó colgada en un cadalso. El Muftí se escapó a Irán pidiendo refugio en la embajada de Japón, allí recibió un pasaporte italiano, de allí a la Roma de Mussolini y luego a los pies de Adolf Hitler, encontrándose por primera vez con su patrón nazi en Berlín, el 28 de noviembre de 1941.
El segundo actor es Adolf Hitler. El Muftí y su par nazi tenían ciertas cosas en común. El líder palestino se comprometió a enrolar 10.000 combatientes árabes “para la causa”, quienes gracias a su “enorme fuerza de fe” derrotarían a los 40.000 soldados británicos en el medio oriente. Este enfrentamiento provocaría el levantamiento en contra de Gran Bretaña de los pueblos de Irak, Adén y Bahréin, los cuales bloquearían el abastecimiento de las fuerzas británicas debilitando el frente este. Lo que comenzó con un gran entusiasmo nazi al ver a semejante aliado-súbdito ideológico terminó en un fiasco. Masas de árabes no se enrolaban y los que se entrenaban no demostraban gran capacidad para el combate. Los nazis ofrecieron fondos y armas pero se fueron debilitando hasta ser conquistada la primera ciudad alemana (Aachen) en octubre de 1944. Para enfrentar la invasión aliada desde el este y el oeste, el estado mayor nazi decidió desviar la atención de la guerra movilizando las fuerzas militares hostiles para ellos hacia las zonas más sensibles del Imperio Británico, entre ellas sobresalía la tierra de Israel. Además, el 19 de setiembre de 1944, Winston Churchill y Jaim Weitzmann acordaron la conformación de una brigada de soldados judíos que combatiesen en el marco del ejército británico. Eso provocó la ira del Mufti de Jerusalén quien durante años había promovido la idea de un ejército árabe pro-nazi, un plan que había quedado encajonado y olvidado.
Aliados – El Muftí y Hitler (1941)
El tercer actor fueron los “simpáticos” Templarios. Los Templarios fueron un grupo de idealistas cristianos protestantes llegados de Alemania que influidos por los cambios y las modernizaciones del siglo XIX abandonaron sus hogares natales para preparar la inminente nueva llegada del Mesías que vendría con el regreso de los judíos a Israel y cuando dicho centro espiritual se desarrollase para recibir al redentor. El aporte Templario al desarrollo sionista fue invaluable. Los barrios templarios en Haifa o Jerusalén son una pequeña muestra del bendito aporte que hicieron tales idealistas. Lamentablemente, la tercera generación de templarios se radicalizaron, muchos de ellos, adoptaron las ideas nazis. Personas que habían nacido en Israel, que habían aprendido hebreo y que conocían la geografía ahora deambulaban por las calles de Alemania colaborando con el exterminio judío.
El cuarto personaje es el jeque árabe palestino Hassan Sálameh. Fue uno de los líderes más sobresalientes de los grupos armados árabes que combatieron contra los británicos y la comunidad judía durante los desmanes de 1936 a 1939. Estas operaciones incluían estallar vías de ferrocarriles y postes eléctricos, varias líneas de comunicación, e incendiar los huertos plantados por los judíos. En 1938, Sálameh fue herido cuándo hizo volar en pedazos el tren Lod-Haifa. Siguiendo al Muftí, se escapó a Irak, de allí a Siria, para luego ser re-enrolado por su guía el Muftí y los nazis para realizar operaciones de guerrilla y terrorismo (ya no pretendían formar un ejército, ahora se conformaban con “pocos y (quizás) buenos”).
Salama con rifle en mano y montado durante la rebelión del Mandato de Palestina, 1939
Presentados los personajes, expliquemos el complot para ejecutar otro genocidio contra los judíos del Mandato Británico en Palestina.
Al enterarse que los británicos formaban una brigada judía, mientras él había logrado únicamente difundir la ideología nazi en árabe y persa vía la radio Seszen, el Mufti Hajj Amin Al-Husseini estalló de rabia. Exigía la formación de una Brigada árabe nazi, la cual fue declarada formada, cuan simbólico… el 2 de noviembre de 1944, el mismo día que los británicos extendieron la Declaración Balfour (en 1917) a los judíos.
No conforme con eso el Muftí logró que se reactivase su antiguo plan para provocar una revuelta árabe palestina contra los británicos. La idea era que los nazis enviasen un grupo de paracaidistas alemanes al Valle del Jordán, un grupo reducido de Templarios que habían nacido en Israel acompañados por palestinos allegados al Muftí. Ya en Israel, su primera misión sería contactar con los líderes nacionalistas árabes locales. Dicha vanguardia portaría pasaportes falsos con nombres judíos. En un segundo paso, los nazis enviarían armas y municiones para provocar el estallido de la revuelta en todo el país.
El Coronel de la división alemana Brandemburgo fue enviado festivamente a donde se hospedaba el Muftí en Berlín, el Palacio de Bellevue, a fin de informarle que su antiguo plan se llevaría a cabo. “Yo acepto el programa”, le respondió el Muftí tras escuchar la buena nueva, “pero solamente con una condición”, sorprendió despertando la curiosidad del nazi. “Yo quiero que se envenenen los pozos de agua de Tel-Aviv”, le dijo el Muftí. Según el palestino, Tel-Aviv simbolizaba el renacimiento judío en Israel, el sionismo… por lo que muerte sorpresiva de miles de judíos provocaría el pánico en todo el país. Los judíos se escaparían y otros tantos serían masacrados por los campesinos árabes. Solamente así las masas árabes se unirían a la revuelta y ésta tendría éxito.
Tras consultarlo con sus superiores, el Coronel nazi se presentó al otro día en el Palacio de Bellevue anunciando escuetamente: “Se me ha ordenado informarle que la comandancia superior ha aprobado su plan”. “¡Llamen con urgencia a Hassan Sálameh!”, ordenó inmediatamente el Mufti Hajj Amin Al-Husseini.
El comando especial de las Waffen SS (Operación ATLAS), operado en conjunto por la Inteligencia alemana y el Muftí Al-Husseini logró que la noche del 5 de noviembre de 1944, los palestinos Hassan Sálameh y Abdul Latif, y otros tres Templarios alemanes se lanzasen en paracaídas desde el avión alemán Heinkel HeS 3 hacia el Mandato de Palestina sobre la región de Jericó, en Wadi Qelt.
Cerca de donde ellos se lanzaron en paracaídas, en Ramallah, se encontraba Faiz Bey Idrissi, el oficial para Jerusalén de la policía. Idrissi provenía de la familia real Libia y se había ganado excelente fama entre los árabes y británicos de la región. La mañana del 6 de noviembre de 1944 recibió un informe muy extraño. La policía de Jericó informaba que una cantidad enorme de monedas de oro británicas estaban siendo vendidas en el mercado de la ciudad. ¿De dónde había llegado ese oro?, se preguntó instintivamente Idrissi.
Resulta que tras enrolar a todos los policías de Jericó, Idrissi descubrió que unos jóvenes pastores beduinos se habían apropiado velozmente de una bolsa con monedas, billetes (y luego una pistola y municiones), que habían caído con un paracaídas desde el cielo. Mientras se hacían con el botín divisaron a los lejos a tres europeos que buscaban “algo” por el Wadi Qelt. Luego, el clan beduino se apresuró a vender el oro en el mercado de Jericó.
Faiz Bey Idrissi entendía que algo muy grande se estaba tramando pero no lograba que sus oficiales encontrasen a los tres misteriosos europeos. No los encontraban ya que una parte pequeña de los policías árabes que los buscaban habían sido comprados por los alemanes y les informaban de todos los movimientos que realizaban los policías árabes y británicos.
En una de las cuevas en donde en el pasado se habían aislado los monjes ermitaños cristianos, en el Wadi Qelt, Idrissi logró ubicar a Abdul Latif y a dos de los Templarios que se escondían con él. El otro alemán y Hassan Sálameh eludieron su captura, y se refugiaron en Qula, donde un médico trató su pie lesionado… desapareciendo ambos como si se los hubiese tragado la tierra.
Los cinco terroristas habían traído consigo unas 200 monedas de oro por valor de 5.000 liras (se supone que otra parte del tesoro fue robado por los beduinos), un transmisor de radio de fabricación alemana, comida enlatada, liras turcas y dinero austriaco. Pero el descubrimiento más sorprendente fueron unas cajas de cartón que contenían un sospechoso polvo blanco. Una muestra del mismo fue enviado al laboratorio resultando que se trataba de un potente veneno que se diluía con facilidad en el agua. Años más tarde, Adrissi le confesó al que era su subordinado, el periodista israelí Habib Caanan: “Recuerdo que todos fuimos sacudidos por el impacto. El informe del laboratorio indicaba que la cantidad de polvo de la caja bastaba para asesinar a 25.000 personas. ¡Y allí había por lo menos 10 cajas!”.
Los nazis… y el Muftí Hajj Amín Al-Husseini, gran aliado de Hitler… habían tratado de asesinar a 250.000 judíos de la zona del centro del país. La suerte, la delincuencia de los beduinos y la astucia profesional de Faiz Bey Idrissi evitaron que se produjera otra masacre de judíos en 1944.
El terrorismo palestino continuó y formó parte del árbol familiar de varios de los involucrados. El Muftí Hajj Amin Al-Husseini era el tío abuelo de Yasser Arafat. Hassan Sálameh era el padre de Alí Hassan Sálameh (Abu Hassan o el Príncipe Rojo), líder de Setiembre Negro, la organización responsable de la masacre de 1972 en Múnich y otros ataques terroristas. También fue el fundador de la Fuerza 17. Se supone que Alí Hassan Salame fue asesinado por el Mossad. Sálameh fue enterrado en Beirut después de una ceremonia funeraria pública a la que asistieron Yasser Arafat y unos 20.000 palestinos el 24 de enero de 1979. Su padre, Hassan Sálameh, perdió la vida combatiendo contra Israel en la Guerra de la Independencia de 1948.
En la actualidad, cuando vemos la propaganda antisemita que se emite desde los medios de comunicación oficiales y no oficiales palestinos, no podemos dejar de sorprendernos por la evidente judeofobia de corte nazi en tales publicaciones. Cuando tuvieron la oportunidad, como en 1944, también trataron de imitar la forma de actuar de sus aliados de la Segunda Guerra Mundial.
Y ahora Abu Mazen tiene el tupé de decir frente al parlamento europeo que los Judíos quieren envenenar el agua de los palestinos