[El Rey Saudita Salman Bin Abdulaziiz. Foto: Wikipedia]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Durante los últimos meses, ha habido curiosos desarrollos en la relación entre Arabia Saudita e Israel. Hace un par de semanas, Salman al-Ansari, fundador y presidente del Comité de Asuntos de Relaciones Públicas Sauditas Estadounidenses, escribió un artículo para un periódico especializado de DC llamado The Hill. En el artículo, abogó por una cálida y abierta «alianza de colaboración» entre su país e Israel sobre la base de los «beneficios bilaterales» que se obtendrían. Citando varias razones para una estrecha cooperación, agregó: «No es sólo en interés de ambos países… sino también en interés del mas amplio Medio Oriente y sus aliados globales”.
Un tal artículo era impensable hasta muy recientemente, y no tiene ningún precedente. Arabia Saudita es el bastión internacional del wahhabismo, una versión extremista del Islam sunita que dio origen a Osama bin Laden y a su organización terrorista Al Qaeda. También encarna el epítome de la oposición islámica conservadora a la existencia de un estado judío, y durante décadas ha establecido la agenda anti-Israel para otros Estados del Golfo y mucho más allá. Y aunque la cooperación tras bambalinas entre Israel y Arabia Saudita ha sido un secreto a voces durante años – una relación principalmente motivada por la amenaza, común a ambos países, del Irán chiíta – la idea de que esta tácita relación llevaría a un funcionario saudita a pedir abiertamente una «alianza», hasta recientemente era rechazado, en los círculos diplomáticos, como fantasía especulativa.
El artículo de Ansari fue atacado inmediatamente por los tradicionalistas duros en su país de origen, pero sin duda él esperaba eso. El artículo es, probablemente, parte de una estrategia más amplia iniciada por los poderes fácticos sauditas, una estrategia calibrada para preparar a los sauditas comunes, así como también a los sunitas de todo el mundo, para una intensiva relación, hombro a hombro, entre el bastión islámico e Israel. El artículo es en realidad sólo uno de varios notables indicadores recientes de este desarrollo desplegándose. Hace tres meses, por ejemplo, una delegación saudita encabezada por un retirado general saudita visitó Israel. Aunque la misión fue fuertemente criticada en la prensa árabe, ningún miembro del grupo enfrentó repercusiones punitivas cuando volvieron a casa.
Y en setiembre, la Gaceta Saudita – un diario no conocido por su amor a Benjamin Netanyahu – le reprochó a Mahmoud Abbas por haber rechazado la oferta del primer ministro israelí para hablar en la Knesset. El diario declaró que la invitación a Abbas “remitía a la formulada por Menachem Begin a Anwar Sadar” – un gesto que finalmente condujo al histórico acuerdo de Camp David entre los antiguos enemigos. “Las visitas oficiales pueden curvar el arco de la historia”, escribió el anónimo escritor del artículo, y a pesar de esto “los palestinos rechazaron automáticamente la invitación de Netanyahu”.
¿Entonces qué está pasando? ¿Son estos pioneros, colectivamente, una causa para celebrar? El Talmud registra que cuando las naciones del mundo escucharon el rugido del trueno que acompañó la revelación en el Monte Sinaí, se acercaron al profeta Bilam para preguntarle si Dios estaba a punto de provocar otra inundación similar a la de la época de Noé. La pregunta parece extraña. Después de todo, Dios le había asegurado a Noé que nunca más habría otra inundación. En cuyo caso ¿por qué estaban tan preocupadas las naciones?
El profeta Isaías tiene un relato lírico de la época mesiánica que todos conocemos. Después de describir la perfección mítica de la personalidad y los logros del Mesías, Isaías describe las escenas antinaturales que seguirán después de su llegada: וְגָר זְאֵב עִם כֶּבֶשׂ וְנָמֵר עִם גְדִי יִרְבָּץ – «El lobo y el cordero residirán juntos, y el leopardo yacerá con el cabrito. «Esta profecía es tan llamativa como no realista; una visión utópica de alianzas antinaturales entre animales que no pueden coexistir pacíficamente. Y sin embargo, los creyentes en la Biblia difícilmente podrían estar abrumados por la aparente inviabilidad de la profecía. Después de todo, sabemos que ya ha ocurrido una vez antes. Durante un año entero los lobos, los corderos, los leopardos y las cabras, y cualquier otra combinación de animales enemigos coexistió en el limitado espacio del Arca de Noé. ¿Así que cuál es el gran problema con la profecía de Isaías? Seguramente si ha sucedido antes, puede suceder otra vez.
En realidad, es un gran problema, porque nunca ha ocurrido antes. Hay una clara diferencia entre la profecía de Isaías y la coexistencia que prevaleció en el Arca de Noé. Cuando se enfrenta con la aniquilación y la extinción, el instinto natural de un animal es la supervivencia. Cuando hay un incendio forestal, todos los animales empezarán a correr por sus vidas sin detenerse para comerse unos a otros en el camino o pensar en cómo escapar de sus depredadores. En el Arca de Noé los animales no tenían opción – o actuaban en contra de su naturaleza, o morirían. La profecía de Isaías predice una convivencia que prevalecerá sin necesidad de ninguna presión. Ese milagro es especial de una época mesiánica.
Cuando la revelación en el Sinaí estaba sucediendo, las naciones del mundo observaron y fueron confundidas por la unidad de la nación judía. Incapaces de comprender que tal unidad podría existir sin una amenaza existencial, se lo preguntaron a su profeta, presionándolo para que les diga si la destrucción global era inminente. Él les informó que la unidad en el Monte Sinaí no tenía nada que ver con el egoísmo. Más bien, era un fenómeno espiritual generado por una cercanía a Dios combinada con la devoción a la Torá.
Lamentablemente, no es este tipo de unidad el que sustenta la relación entre Arabia Saudita e Israel. Aunque podría florecer y crecer en una «alianza», la relación se basa puramente en el egoísmo y la supervivencia, y por lo tanto es inconstante y, en última instancia, poco fiable. Hay, sin embargo, una relación contemporánea que tiene el inconfundible aroma de posibilidades mesiánicas – el amor increíble y entusiasta por Israel y los judíos prevalente entre los cristianos evangélicos. La enemistad de los cristianos por los judíos, exhibida durante casi dos milenios, ha sido descartada por los evangélicos para dar paso al amor al «Pueblo del Libro» y a la «Tierra Prometida». Esto anuncia posibilidades mesiánicas nada menos que bíblicas en su magnitud.
https://www.algemeiner.com/2016/11/04/will-the-good-times-last-between-israel-and-saudi-arabia/
Buena pregunta