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| sábado noviembre 23, 2024

El nuevo equilibrado Trump

Olvídense del provocador y charlatán de la campaña electoral. El discurso de victoria del presidente electo de EE.UU. dejó claro que siente todo el peso de la responsabilidad que pesa sobre sus hombros. Entonces, ¿en qué dirección planea conducir a Estados Unidos, y dónde entran Israel y los palestinos?


 

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

El Donald Trump, presidente electo de EE.UU. que subió al escenario para pronunciar su discurso de victoria, no fue el Donald Trump que conocimos en la campaña electoral. Se podía ver claramente en la seriedad de su rostro, e incluso en su lenguaje corporal, que sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.

Es, sin duda, un signo alentador que el desinhibido, provocador y charlatán de la campaña se da cuenta de que hay una diferencia entre lo que se puede hacer para ganar los votos de la gente en Estados Unidos y su gestión real de todos los días; y no sólo gobernándolos, sino logrando un cambio drástico para mejorar su situación.

White America quería un cambio a toda costa, posiblemente como una reacción a la elección del negro y liberal Presidente Barack Obama y lo que simboliza, y por lo tanto no votaron por Hillary Clinton. Trump prometió una revolución, sin explicarla, y eso fue suficiente para que le perdonaran todo y lo votaran contra toda lógica político-gubernamental.

Trump debe haberse dado cuenta que para ganar votos hay que intimidar, ofender y transmitir odio. Este es un lenguaje que la mayoría de los votantes en EE.UU., y también en Israel, entienden muy bien y al que responden como un niño aterrorizado que corre hacia los brazos del adulto que promete defenderlo. Pero para gobernar y llevar a la gente al futuro mejor que esperan, se les debe presentar una agenda positiva que genere esperanza. El discurso de victoria de Trump, por lo tanto, se centró en una visión, en una promesa para un futuro mejor.

El discurso de victoria de Trump

A diferencia de los discursos de campaña, el primer discurso del presidente electo estuvo completamente exento de intimidaciones, insultos, mentiras y libelos de sangre. Como un líder responsable de una gran nación, destacó su deseo de reunir al pueblo y ser presidente de todos, incluyendo a los que votaron por Clinton. Reiteró su promesa de que será el presidente de todos, con la clara intención de aliviar los temores de los negros, los hispanos, la comunidad LGBT, los musulmanes e incluso los judíos, que se colocaron en alerta defensiva por su elección.

El discurso de victoria también aclaró un poco la incertidumbre que todavía rodea los planes que intenta implementar durante su presidencia y su política futura. Suponiendo, por supuesto, que tenga planes y que tenga una política futura, y eso no es seguro. Es muy probable que Trump y sus asesores estén empezando a darles forma, con la ayuda de las personas serias que se han reunido a su alrededor: Rudy Giuliani, por ejemplo, el Vicepresidente electo Mike Pence, el Gobernador Chris Christie y otros. Además, en las etapas iniciales, Trump dependerá del personal del último presidente Republicano, George W. Bush, para configurar su gobierno y su política.

En su primer discurso como presidente electo, proporcionó una «muestra» de la dirección hacia la cual planea conducir el barco estadounidense. Como siempre, lo hizo con muy pocas palabras explícitas y sobre todo con pistas que podrá eludir más adelante. Por ejemplo, enfatizó una y otra vez que él es el jefe de un «movimiento», no de un partido o un cuerpo político – una pista hacia sus futuras relaciones con el Congreso. En otras palabras, con «Washington», el odiado establishment político. Puede haber una mayoría Republicana en ambas Cámaras del Congreso, pero Trump ni siquiera confía en su propio partido, por lo que le recuerda al Congreso que debe cooperar con él, o alborotará al «movimiento», la base de poder independiente no parlamentaria que acepta su autoridad.

En el campo económico, Trump dejó en claro que planea multiplicar las tasas de crecimiento por medio de la reconstrucción masiva y el desarrollo de las infraestructuras nacionales: carreteras, puentes (la mitad de los cuales son inutilizables en todo EE.UU. como resultado del abandono y la falta de inversión), electricidad, agua, etc. La inversión en infraestructuras requiere mucha mano de obra y recursos y es, sin duda, según muchos economistas, un motor para el crecimiento y el aumento del empleo. La pregunta es de dónde sacará Trump los enormes presupuestos requeridos para un proyecto tan importante en todo EE.UU.

El presidente electo insinuó, indirectamente, que no planea disolver el sistema de servicios sociales y las transferencias de dinero, como había amenazado en la campaña, pero sí planea darles un nuevo énfasis y una dirección que compensará a quienes lo votaron, miembros de la clase media y de la clase media baja, que en su mayoría están formados por blancos, pero también por hispanos y negros que integran las fuerzas armadas (en EE.UU. no hay servicio militar obligatorio y los soldados son, de hecho, empleados asalariados del estado para todo concepto y propósito).

Prometió ampliar el sistema de bienestar social extendido bajo este sector descuidado. Se asegurará de rehabilitar a los veteranos del ejército que sirvieron a su país en las guerras y demostraron un espíritu patriótico, y por lo tanto deben ser recompensados. Esto significa que, a partir de ahora, el criterio principal para recibir ayuda social en EE.UU. no es pertenecer a las poblaciones sociales y económicas débiles, sino la contribución y el sacrificio de una persona a la nación para que «Estados Unidos vuelva a ser grande”.

Prime Minister Benjamin Netanyahu and Palestinian President Mahmoud Abbas. Less pressure from the US (Photo: Amos Ben Gershom, GPO)

[El Primer Ministro Benjamin Netanyahu y el Presidente Palestino Mahmoud Abbas. Menos presión de EE.UU. (Foto: Amos Ben Gershom, GPO)]

En cuanto a las relaciones exteriores, quedó claro en el discurso de Trump, es consciente del hecho de que la mayoría de los líderes mundiales lo ven como una persona imprevista e inestable y temen cualquier conducta imprudente e irresponsable de su parte. Él los calmó diciendo que como presidente, honraría y continuaría los entendimientos y los acuerdos – no necesariamente contratos – a los que EEUU está comprometido.

Sin embargo, aclaró que las futuras relaciones exteriores de su gobierno estarían basadas en intereses y en «acuerdos» que servirían a esos mismos intereses, más bien que en motivos ideológicos (como en la era Obama). Lo que aparentemente quiso decir fue que durante su era habría más acuerdos de «dar y recibir», lo que proporcionaría a EE.UU. y sus ciudadanos «lo mejor que merecen», y que se centraría mucho menos en la ambición de imponer la democracia y los derechos humanos en el mundo.

Trump continuó subrayando los valores familiares tradicionales. Lo hizo de una manera sofisticada. No en forma explícita, sino a lo largo de su discurso en el que mencionó a cada miembro de su familia por su nombre y les agradeció, comenzando con sus padres fallecidos hasta sus hijos y sus hermanos. En esta demostración de cohesión, compromiso y dedicación a la tradición, Trump acercó al establishment republicano conservador y ultraconservador, así como a los blancos de las áreas rurales y al establishment cristiano-evangélico. Ganó gracias a ellos y sabe que también los necesitará más adelante.

Israel, Irán y los palestinos

Trump probablemente tratará de llegar a un «acuerdo» con el Presidente ruso Vladimir Putin, de alguna manera a expensas de la alianza de la OTAN. EE.UU. dejará de presionar para expandirla hacia otros países de Europa Oriental, e incluso postergará el despliegue de un sistema de defensa antimisiles en la frontera de Rusia.

El precio total del cambio futuro en la política estadounidense será pagado por Ucrania y los rebeldes en Siria. Trump y los rusos acordarán luchar juntos contra el Estado Islámico, pero Trump dejará que los rusos ayuden a que Bashar Assad gane. Esto significa que el radical eje chiíta, liderado por Irán, con ayuda y defensa rusas, reforzará su control y sus capacidades estratégicas en Medio Oriente en general y en lo que se denomina «el espectro chiíta» en particular. Esto es muy malo para el Estado de Israel y también es malo para los estados árabes del Golfo (a quienes Clinton apoyó).

Netanyahu and Trump in New York in September (Photo: Kobi Gideon, GPO) (Photo: Kobi Gideon/GPO)

[Netanyahu y Trump en Nueva York en septiembre (Foto: Kobi Gideon / GPO)]

En cuanto a Irán, es muy improbable que Trump cancele el acuerdo nuclear firmado con la administración Obama. ¿Y qué hay si durante la campaña prometió hacerlo? Un presidente estadounidense, no puede cancelar, con simples palabras, un acuerdo que fue ratificado por el Congreso. Es posible, por otra parte, que Trump acepte los pedidos de Israel de reforzar la supervisión de inteligencia sobre Irán y de responder a cualquier violación con sanciones serias. Trump también aceptará generosamente los pedidos de armamento de Israel para que las FDI puedan responder con todas sus fuerzas en caso de que Irán haga un avance hacia una bomba nuclear.

En cuanto al conflicto israelí-palestino, la fórmula de dos estados para dos pueblos probablemente entrará en un congelamiento profundo durante mucho tiempo. Trump, probablemente, no tratará de imponer ninguna solución a las dos partes ni, incluso, negociaciones de paz, ni hablar de una solución basada principalmente en concesiones israelíes. La combinación entre el actual gobierno israelí y la administración Trump en Washington, probablemente conducirá a un congelamiento profundo en las conversaciones con los palestinos, a diferencia de –o quizás debido a – los incansables esfuerzos de los ex presidentes estadounidenses sobre el tema. Debemos recordar, sin embargo, que un estancamiento en el proceso de paz puede conducir a un estallido violento en la arena israelí-palestina, un importante brote sangriento para el que debemos prepararnos.

En este día histórico, en el cual una persona muy inesperada y no convencional fue electa como el 45º presidente de Estados Unidos, deberíamos ampliar nuestra mirada. Incluso aquellos que consideran el interés de Israel como su máxima prioridad deberían saber que lo realmente importante es qué tipo de presidente será Trump para Estados Unidos y para los estadounidenses. Un buen presidente que fortalezca y promueva nuestro poder protector mundial es también un presidente que nos fortalecerá y nos hará avanzar – y uno malo hará que sea lo contrario.

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4877303,00.html

 
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