[Los palestinos del campo de refugiados de Shuafat en Jerusalén llevan el cuerpo de un terrorista asesinado que apuñaló a un israelí en octubre de 2015. (Foto de AP/ Mahmoud Illean, Archivo)]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Los residentes del campo de refugiados de Shuafat no tienen una vida fácil. Los palestinos que viven en esta barriada urbana administrada por la Agencia de Obras de Socorro de las Naciones Unidas (UNRWA) están en un lugar sombrío con malas perspectivas. La anómala ubicación geográfica de su campo – dentro de las fronteras municipales de Jerusalén, pero fuera de la jurisdicción de Israel o de la Autoridad Palestina, debido a su condición de campo de refugiados de la ONU – significa que no tiene policía ni gobierno local. Su ubicación fuera de la valla de seguridad, erigida por Israel durante la segunda Intifada para detener una ola de atentados suicidas, exacerba sus problemas.
Por lo tanto, cuando la novelista Rachel Kushner viajó allí para escribir un largo artículo titulado «Somos Huérfanos: Vida y Muerte en el Campo de Refugiados Palestinos en Jerusalén Oriental», en la revista New York Times Magazine de hoy, proporcionó material listo para un género familiar de cobertura en Medio Oriente. En este género, los palestinos oprimidos son mantenidos en el limbo de una especie de cárcel mientras los israelíes, no muy lejos, prosperan. Que el artículo que produjo fuera tan solidario como podrían haberlo pedido los defensores de la causa palestina no significa que los hechos básicos que informó sobre el campo sean falsos. Es un lugar horrible. Sus residentes están más o menos atrapados. Y ni los israelíes, ni los líderes de los palestinos, ni los patrones de UNRWA del campamento tienen una solución a su dilema.
Pero cualquier artículo que no se ocupe de por qué estas personas son, como proclama el artículo, «huérfanos» o qué hizo que se construyera el muro y los puestos de control que los rodean, está haciendo un mal servicio a sus lectores. Además, dejar de mencionar estos hechos – incluso al pasar – en una artículo de más de 5.000 palabras es evidencia de escritura y/o edición manipuladora y deshonesta que arroja una sombra sobre todo el resto del artículo.
La gente está en Shuafat, y en todos los otros campos de refugiados palestinos, porque el mundo árabe, sus líderes y organizaciones los han mantenido allí durante unos 68 años. En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, los conflictos crearon cientos de millones de refugiados en Europa y Asia. Sólo los palestinos fueron mantenidos en campos y privados de la oportunidad de ser reasentados en otros lugares.
De hecho, en esa época las Naciones Unidas crearon dos agencias de refugiados distintas: una – UNRWA – que se dedicaba exclusivamente a los palestinos y otra para todos los demás del mundo. Esta última tuvo éxito en el cuidado y la búsqueda de nuevas viviendas para los que tenía a cargo. UNRWA mantuvo a los palestinos en los campos, y las naciones árabes y los grupos palestinos se han asegurado de que así se mantenga hasta el día de hoy. El único propósito de mantener en esos lugares a los refugiados y sus descendientes – que ahora son millones – era usarlos como un arma contra Israel. Están asentados en campos como Shuafat y se les sigue diciendo que algún día volverán a sus viejos lugares de residencia cuando Israel deje de ser un estado judío.
El hecho de que los campos se hayan convertido en barrios pobres es resultado de la negativa del mundo, o del mundo árabe, de contemplar alguna solución que no sea el llamado «derecho al retorno», que significaría la destrucción de Israel. Que no sólo estén golpeados por la pobreza, sino que sean semillero de extremismo y terrorismo anti-Israel no es sorprendente. En el caso de Shuafat, la situación de los residentes fue agravada por la guerra terrorista de desgaste lanzada por Yasir Arafat, que obligó a Israel a erigir una barrera que logró detener los atentados suicidas. Como incluso Kushner – que se empeñó en informar a sus lectores que, a pesar de tener un padre judío, no se considera como poseedora de una identidad judía – notó:
- En casi todos los hogares donde estuvimos, la TV sintonizaba el canal islámico, Palestina Al-Yawm, un implacable montaje de sangre, humo, fuego y combatientes envueltos en kaffiyeh con M-16.
Israel puede ser acusado de carecer de simpatía por los refugiados, pero carece de poder para mejorar las condiciones en Shuafat u otros campos en la Margen Occidental, y menos aún en Gaza. La responsabilidad recae únicamente sobre UNRWA y los dirigentes palestinos, los cuales siguen conformes con continuar con las mismas políticas cínicas.
También es útil señalar que el artículo de Kushner fue publicado pocos días después de la conmemoración anual de Israel de los más de 850.000 judíos que huyeron o fueron forzados a huir de sus hogares, en el mundo árabe y musulmán, durante la misma época en que nació el problema de los refugiados palestinos. Por supuesto, ninguno de esos refugiados o sus descendientes siguen viviendo en campos. Encontraron nuevos hogares y vidas en Israel u occidente y lo hicieron sin la ayuda de las Naciones Unidas, basándose en la filantropía judía.
El pueblo de Shuafat puede realmente ser huérfano. Pero si permanecen en la miseria y la desesperanza, la culpa recae sobre un mundo árabe que se negó a hacer lo que hicieron los judíos porque esperaban destruir a Israel, y sobre líderes palestinos que alimentan a los refugiados con odio en lugar de esperanza. La única solución real a esta mezcla tóxica es una paz que pondrá fin a la centenaria guerra contra el sionismo. Pero, como un plan de reasentamiento racional, esa es una solución que los refugiados, y los que continúan explotándolos, parecen incapaces de aceptar. Cuando un medio de comunicación sesgado ignora este hecho, los mayores perdedores son los refugiados.
El error de Israel es no comunicar bien. Ante cada artículo de diarios supuestamente prestigios como el NWT y tantos otros, debe responder con solicitadas pagas por derecho a réplica donde explique la verdad y sus lectores se enteren.