¿Qué sucedería si el secretario de Estado diera un discurso político y a nadie le importara? Como el discurso del secretario Kerry se produjo después de la abstención de EEUU en la votación del Consejo de Seguridad de la semana pasada, pocos en Israel le prestarán la menor atención. Si se hubiera producido antes, habría habido alguna posibilidad de influir en el debate en Israel. Pero como no fue así, Kerry perdió toda credibilidad entre los israelíes de todo el espectro político.
De ahí que su alocución no fuera siquiera retransmitida en directo por la televisión israelí.
El discurso fue tan tendencioso como la abstención. Kerry no hizo mención a las repetidas ofertas de Israel para poner fin a la ocupación y los asentamientos y crear un Estado palestino en la Margen Occidental y Gaza; al rechazo de Arafat a las propuestas de Clinton y Barak en 2001; a la negativa de Abás a responder a la oferta de Olmert en 2008. La omisión de estos puntos importantes muestra la tendenciosidad del personaje.
Kerry también aludió a los refugiados palestinos sin siquiera mencionar el igual número derefugiados judíos procedentes de países árabes y musulmanes. Si los refugiados palestinos merecen compensación, ¿por qué los judíos no?
Finalmente, Kerry pareció confirmar que, bajo su punto de vista, ningún cambio en las líneas previas a 1967 será reconocido sin acuerdo mutuo. Esto quiere decir que la plaza en la que se reza en el Muro Occidental, las vías de acceso a la Universidad Hebrea y al hospital Hadasah del Monte Scopus y el Barrio Judío de Jerusalén son ahora territorios ilegalmente ocupados. Esto es, por supuesto, inaceptable para los israelíes. Es un error incluso en términos históricos y legales. Jordania capturó esas áreas históricamente judías en 1948, cuando todos los países árabes circundantes atacaron a la nueva nación judía con el objetivo de destruirla. Esa ocupación ilegal y la limpieza étnica de judíos fue acompañada de la destrucción de sinagogas, cementerios y escuelas, y se metió a colonos árabes en los hogares judíos. Cuando Jordania volvió a atacar en 1967, Israel retomó esas áreas judías y permitió a los judíos regresar a ellas. Eso no es una ocupación ilegal. Es una liberación.
Al no distinguir entre la expansión de los asentamientos en el corazón de la Margen Occidental y el reclamo de las zonas históricamente judías en el corazón de Jerusalén, Kerry cometió el mismo error crucial que la resolución del Consejo de Seguridad de la semana pasada. Además, al equiparar la Jerusalén judía con Amona y otros asentamientos judíos en la Margen hace el juego a los extremistas de derecha, que también creen que no hay diferencia entre Jerusalén y Judea-Samaria: ambas son parte del hogar ancestral judío. Kerry piensa que ambas son igualmente ilegales. Los extremistas de derecha creen que son igualmente legales. Pero ambos creen erróneamente que son lo mismo.
La parcialidad de Kerry ha sido también evidente en su fracaso a la hora de presionar al liderazgo palestino para que aceptara la oferta de Netanyahu de empezar negociaciones de inmediato y sin condiciones. En su lugar, pareció justificar la falta de voluntad palestina a entrar en negociaciones.
El pesimismo de Kerry a propósito de la solución de los dos Estados entraña la amenaza de la profecía autocomplida. Los asentamientos existentes –incluso si se expanden– no representan ningún peligro para la solución de los dos Estados si los palestinos realmente quieren poseer su propio Estado más de lo que desean que no haya un Estado judío. Un Estado palestino contiguo es ciertamente posible incluso si todos los asentamientos existentes siguen en su sitio. Israel lo demostró en Gaza, cuando desmanteló cada asentamiento judío y evacuó a cada judío de la Franja. Es simplemente un error histórico, geográfico y lógico asumir que la construcción en los asentamientos –se esté de acuerdo o no con ella, y yo no lo estoy– condena la solución de los dos Estados. Al contrario: la expansión de los asentamientos es la consecuencia de la negativa palestina a aceptar las repetidas ofertas de los Gobiernos israelíes para poner fin a la ocupación y a los asentamientos a cambio de la paz.
El principal obstáculo a la solución de los dos Estados sigue siendo la falta de voluntad palestina para aceptar la resolución de Naciones Unidas de 1947 que llamó a la existencia de dos Estados para dos pueblos, el judío y el árabe. Es decir, el reconocimiento explícito de los palestinos de la existencia de Israel como Estado-nación del pueblo judío. Kerry no aludió lo suficiente a esta cuestión.
Lo más importante que dijo Kerry es que la Administración Obama no reconocerá unilateralmente el Estado palestino sin un acuerdo entre Israel y los palestinos. Asimismo, dejó ver que EEUU no pugnará por nuevas resoluciones en el Consejo de Seguridad. Así pues, el discurso de Kerry fue simplemente eso: un discurso, con poca sustancia y ninguna importancia. Enseguida caerá en el olvido, junto con tantas otras condenas tendenciosas a Israel.
Kerry podría haber hecho un auténtico servicio a la paz si hubiera presionado al liderazgo palestino a sentarse a la mesa de negociaciones con tanta dureza como lo hizo con el liderazgo israelí para que pusiera fin a la expansión de los asentamientos. Pero su alocución tendenciosa no hará avanzar el proceso de paz. Esperemos que no lo haga retroceder demasiado. Qué oportunidad perdida, una tragedia que podría haber sido fácilmente evitada con enfoque más equilibrado en el Consejo de Seguridad y en el discurso del propio Kerry.
Espero que la Administración Trump comprenda –y proceda en consecuencia– que el auténtico obstáculo a la paz es la falta de voluntad del liderazgo palestino para sentarse a negociar con Israel, que ambas partes tienen que hacer penosas concesiones y que deben acordar poner fin al conflicto de una vez por todas.
© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio
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