Egon Friedler
La Republica. Uruguay
22/10/2011
El canje de 1027 prisioneros palestinos por un solo rehén israelí significa desde un punto de vista pragmático un claro triunfo político de Hamas y una derrota de Israel. El blogger peruano-israelí David Mandel se pregunta: “¿Puede alguien, por un momento, imaginar que Estados Unidos libere a mil presos de Al Qaeda de la base de Guantánamo a cambio de un soldado americano secuestrado? ¿O que los rusos entreguen mil presos chechenos a cambio de un soldado ruso?”
No es que los israelíes no perciban el carácter grotesco del acuerdo y sus implicancias como rendición a un abusivo chantaje terrorista. Sin embargo, una mayoría de los israelíes apoya el canje y ve el retorno del soldado secuestrado a su patria y su familia como una victoria nacional.
¿Por qué? Las respuestas son muchas. Por ejemplo, Miki Goldwasser, madre del soldado Ehud Goldwasser secuestrado y asesinado por Hezbollah en el año 2006 escribe en “Yediot Ajaronot” : “Las familias de los terroristas están tan contentas como nosotros lo estamos con el retorno de Guilad Shalit”. Ellos están humillados precisamente porque tantos terroristas fueron liberados por un solo soldado. ¿Acaso Vds. piensan que los residentes de Gaza no están celosos de nosotros, los israelíes, por estar tan unidos en torno a un solo soldado? Es imposible no envidiarnos. Miren las reacciones globales – todos están asombrados”
Más adelante afirma: “Hoy es nuestro día de victoria: el día en que decidimos que nuestros valores y nuestra fe en la justicia de nuestra causa va a guiarnos”.
En otro artículo entusiasta titulado “Bravo por este pueblo, por estos israelíes” un columnista del diario “Haaretz”, Bradley Burston, escribe: “Los israelíes saben que el canje va a fortalecer la popularidad de Hamas, que recientemente había decaído, y particularmente dará prestigio a sus líderes más militantes. Puede afectar muy negativamente a los más moderados, llevar a un retorno a un terrorismo en gran escala, asestar un serio golpe a la Autoridad Palestina y afectar a la seguridad de los israelíes a ambos lados de la Línea Verde. El acuerdo para devolver a Guilad Shalit a su familia resulta doloroso para los israelíes cuyas familias han sido enlutadas por el terrorismo. Desde cualquier punto de vista, resulta desmesuradamente peligroso. Pero era lo que había que hacer. El acuerdo es una reminiscencia de un Israel que está desapareciendo, de un particular tipo de coraje, la expresión de un carácter nacional que generalmente es ignorado por los medios de prensa que dan preferencia a lo extremo por sobre lo honorable. Es la afirmación de la vigencia de valores que a veces parecen haberse sido diluidos por intereses sectarios.”
Con ello no faltaron las duras voces críticas. Es el caso de Ari Shavit en “Haaretz”. En su artículo, en el que propone desde el título “un retorno a la sanidad mental”, escribe: “Esta mañana, cuando Guilad Shalit se despierte, podremos decir la verdad. Nos volvimos locos. Durante los pasados 64 meses simplemente nos volvimos locos. Debido a nuestro profundo y justificado sentimiento de culpa por lo sucedido a un muchacho y a su familia, dejamos de actuar de manera razonable. Debido a nuestra retorcida sensibilidad cultivada por el Canal 2 de la TV, nos encerramos en una especie de frenesí emocional. Llegamos a un punto en el cual estábamos dispuestos a sacrificar centenares cuyos nombres y cuyos rostros no nos son familiares, a cambio de ese único joven, cuyo nombre y cuyo rostro se había convertido en parte de nuestra vida. Llegamos a un punto en el cual encaramos nuestros problemas nacionales como niños, sin sabiduría, sin moral y sin responsabilidad madura”.
Más tarde, el articulista pone como ejemplo, el caso de Yoni Netaniahu, el hermano del Primer Ministro, que fue el comandante y el único caído en la operación de rescate de rehenes en el aeropuerto de Entebbe en julio de 1976 y señala que su caso no fue excepcional. Shavit recalca que en los pasados 75 años el estado de Israel debió enviar a miles a la muerte y a centenares al cautiverio para proteger al país. Solo, gracias al hecho de que supo soportar las pérdidas, pudo sobrevivir. Finalmente, hace un llamado a que se aprueben leyes que impidan en el futuro canjes similares.
Pero al margen de las críticas, raras veces el gobierno de Netanyahu logró un tal nivel de apoyo de la opinión pública. Incluso, algunos connotados columnistas de “Haaretz” habitualmente muy críticos del Primer Ministro elogiaron su actuación en el caso Shalit. El Instituto de Encuestas “Dajaf” con un margen de error de 4.4% llegó a la conclusión de que el 79% de los israelíes apoyan el acuerdo. Sugestivamente, el apoyo femenino (86%) fue mayor al masculino (74%).
Hemos visto algunas respuestas pero aún queda la interrogante básica.
¿ Cómo un país que no ha tenido un solo día de paz completa y segura desde su fundación hace 63 años y ha perdido miles de sus hijos en diferentes guerras y en actos terroristas, se ha sensibilizado de tal manera por un solo soldado?
Quizás la explicación sea que Israel es un país-familia.¿En qué se expresa esto? En primer lugar, están los tradicionales valores de la familia judía que siguen gravitando en Israel y se han ahondado con la angustia de las madres que saben que sus hijos irán al ejército con todos sus riesgos. Ese sentimiento familiar se amplía con la solidaridad de los padres de soldados entre sí. En segundo lugar, en la ridícula pequeñez del territorio israelí que está en flagrante contradicción con su importancia en la política internacional ( Ben Gurión dijo una vez que Israel tiene demasiada historia para tan poca geografía). En tercer lugar, en un sentimiento de acoso creado por una parte por la hostilidad árabe y por otra, por la incomprensión y la parcialidad anti-israelí de gran parte de la prensa y la opinión pública de distintos países. En cuarto lugar, esa forja de la nacionalidad que es el ejército crea una profunda cercanía entre los distintos sectores de la sociedad, lo que explica que Israel sea uno de los mayores éxitos de amalgamiento de inmigrantes de las culturas más variadas en el mundo actual. Por último, la intensidad de la vida pública, sensibiliza a todos respecto a los problemas comunes. Las noticias son importantes en cualquier país, pero quizás en ningún país sean oídas con tan apasionado interés como en Israel. Quizás porque en ningún país existe la sensación, como en Israel, de que su destino se juega cada día.
Por supuesto, esta explicación dista mucho de ser completa. Sin duda, se verterán aún muchos mares de tinta sobre este tema complejo y apasionante.
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