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| domingo noviembre 24, 2024

Contenga Su Entusiasmo Sobre la Administración Trump


 

 

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

RESUMEN EJECUTIVO: No se puede culpar a los israelíes por su sensación de euforia tras el cambio de gobierno en EUUU, pero una visión menos simplista de los acontecimientos en EUUU revela un panorama más complejo. A Israel le conviene acercarse a la nueva administración con cierto grado de moderación.

No es difícil entender por qué muchos israelíes, dentro y fuera del gobierno, están experimentando una ligera euforia por el cambio de gobierno en EEUU. El advenimiento del Presidente Trump representa una nueva era, un brusco giro respecto de las políticas del presidente Obama. A juzgar por la alineación de las órdenes ejecutivas ya firmadas por Trump, su nuevo enfoque está tomando forma rápidamente.

Obama inició su administración de ocho años despreciando el compromiso escrito a Israel, efectuado por su predecesor (la carta de Bush a Sharon del 14 de abril de 2004) y terminó su administración ordenando la abstención de EEUU en la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU. A lo largo del trayecto, hizo un acuerdo nuclear con Khamenei de Irán. Por lo tanto, no es de extrañar que el cambio en Washington esté siendo bien acogido por Israel, incluso antes de que el Presidente Trump haya expresado su opinión sobre el traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén.

Además, para aquellos israelíes que en los últimos años han reflexionando sobre el complejo tema de la gobernanza y la toma de decisiones, la serie de órdenes ejecutivas firmadas en los días y semanas inmediatamente posteriores a la inauguración representa un cambio refrescante. Es un enfoque de la gobernanza que algunos quisieran ver implementado en Israel.

Sin embargo, sería preferible que Israel frenara su entusiasmo acerca de los acontecimientos en Washington. Y lo es por cinco razones, tanto tácticas como estratégicas.

Primero, la mayoría de las expectativas respecto del nuevo presidente (incluyendo una errónea atribución a esta administración de una abierta simpatía por la política de aplicación de la ley israelí a Judea y Samaria y el abandono de la solución de dos estados) aún no han sido comprobadas por la realidad. Todo lo que hemos visto hasta ahora es una atmósfera más cálida con respecto a la cuestión de la construcción de asentamientos. Sobre el tema más importante para Israel, el programa nuclear de Irán, hasta ahora es difícil identificar un plan claro.

Debe recordarse que dos miembros clave de la nueva administración, el Secretario de Estado Rex Tillerson y el Secretario de Defensa James Mattis, tienen una historia de estrecho contacto con Arabia Saudita y sus vecinos árabes -Tillerson en los acuerdos petroleros y Mattis como Comandante del Comando Central de EEUU responsable de la protección del Golfo. ¿A dónde llevará esto? Es difícil decirlo, y mejor no acumular expectativas. ¿Una asociación más estrecha para enfrentar a Irán? Probablemente. ¿Un amplio apoyo para drásticas medidas israelíes? Probablemente no, y ciertamente no si llevaran a serias fisuras con los estados moderados.

Segundo, sería un gran error suponer que el interés nacional de Israel nos obliga a unirnos con la derecha nacionalista y religiosa en EEUU (y con la «civilización occidental», es decir, el mundo judeocristiano) contra el Islam como religión y como una cultura. Así se ha interpretado la discriminatoria orden ejecutiva del Presidente Trump, aunque no fue su intención. La sexta parte de la población de Israel es musulmana, y sus dos principales socios para la paz, Egipto y Jordania, tienen marcadas identidades musulmanas (aunque moderadas). Sería peligroso, desde el punto de vista de la seguridad, la política y la moral, que Israel se dejara arrastrar por la lógica del «choque de civilizaciones».

Tercero, el mismo modo de funcionamiento del Presidente Trump es un problema. En algunos casos, parece haber actuado no sólo de acuerdo con una interpretación amplia de sus poderes constitucionales como jefe del poder ejecutivo, sino también según su opinión personal (y la de su círculo íntimo de asesores). Ha eludido todo proceso ordenado de consulta con los funcionarios de la administración o el liderazgo del Congreso. También ha tomado la decisión sin precedentes de alterar la composición del Comité de Directores, que examina cuestiones de seguridad nacional antes de su discusión por el presidente y el Consejo de Seguridad Nacional (correspondiente al «gabinete interno» israelí). Notablemente, Trump reemplazó a representantes del ejército como asistentes regulares a las reuniones del Comité de Directores con su consejero Steve Bannon, de la derecha alternativa.

Cabe recordar que los baluartes del apoyo a Israel dentro del gobierno de EEUU siempre han sido el Congreso y el sistema militar y de defensa. Ese sistema fue una vez sospechoso y hostil pero, en las últimas décadas, ha aprendido a apreciar la contribución de Israel. Una conducta que debilite esos centros de poder y empodere desproporcionadamente al presidente es incompatible con los intereses a largo plazo de Israel y sus aliados.

El cuarto es un tema central. Un Estados Unidos polarizado, con un liderazgo que está creando reservas, e incluso enojo, entre grandes segmentos del público estadounidense y occidental, tendrá dificultades para defender sus principios tradicionales – uno de los cuales es el compromiso bipartidista con el bienestar y la seguridad de Israel. Los que afirman que los Demócratas, en EEUU, y los partidos moderados de centro izquierda, en Europa, son «causas perdidas» (allanando el camino hacia una identificación sincera con Trump y la derecha) se liberan demasiado fácilmente de una difícil pero vital misión política y diplomática: mantener el equilibrio que hay que preservar si queremos evitar encontrarnos etiquetados como enemigos políticos por muchos en Occidente.

Quinto y más importante, tenemos el deber de hacer todo lo posible para evitar una profunda ruptura entre Israel y los judíos estadounidenses. Las transacciones de las facciones ultra ortodoxas contra un compromiso con las corrientes no ortodoxas sobre el tema del Muro Occidental ya están fomentando tensión. Antagonizar a los judíos estadounidenses amenaza no sólo a la cohesión del pueblo judío, sino también a la seguridad nacional del Estado de Israel, que podría verse perjudicada sin los constantes esfuerzos de los amigos de Israel, particularmente en el Congreso. Si los judíos estadounidenses se consolidan en su creciente sentido de que Israel está haciendo oídos sordos a sus preocupaciones sobre las posiciones del gobierno israelí, las consecuencias para Israel podrían ser graves.

En su reunión con el presidente Trump esta semana, el Primer Ministro Netanyahu debe hacer todo lo posible para maximizar las posibilidades de mejorar las relaciones, delinear una estrategia conjunta y realizar expresiones simbólicas de apoyo y compromiso, tales como el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén. Sin embargo, un mínimo de moderación y cautela – y un oído comprensivo hacia la corriente principal de los judíos estadounidenses, cuyo compromiso con Israel es indiscutible – no haría daño.

*Esta es una versión editada de un artículo publicado por primera vez en NRG el 6 de febrero de 2017.

El Cor. (Ret.) Dr. Eran Lerman es un investigador principal asociado en el Centro BESA y ex adjunto para asuntos de política exterior y asuntos internacionales en el Consejo de Seguridad Nacional. También es miembro de la facultad de Shalem College.

Perspectivas del Centro BESA Documento No. 413

https://besacenter.org/perspectives-papers/curb-enthusiasm-trump-administration/

 
Comentarios

Hipótesis muy agotadoras…lo mejor es esperar con calma…así estamos, ni eufóricos , ni locos.. Eso queda en manos de los bandos opuestos..nosotros muy muy tranquilos.

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