[Instituto Estatal de Sueros de Dinamarca (Statens Serum Institut). Fuente de la imagen: Wikimedia Commons/Froztbyte.]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
- «Vender la crucial fabricación de vacunas a un país ideológicamente hostil, que podría – cualquiera sea la razón – decidir de pronto cerrar la producción, no suena como una buena idea… Aquellos que dicen que los sauditas sólo están interesados en el beneficio, como todo el mundo, no deberían llamarse a engaño». – Rachel Ehrenfeld, experta en financiación del terrorismo
- Prácticamente todos los partidos políticos apoyaron la venta al conglomerado saudita, por parte del gobierno danés, de su instalación de fabricación de vacunas.
- Después de la publicación de las caricaturas danesas de Mahoma en 2006, los sauditas boicotearon las mercancías danesas. ¿Los políticos daneses tienen realmente tan mala memoria?
- Las vacunas no son un producto fácil de conseguir. Se necesita un mínimo de seis meses para que se entregue un pedido de vacunas, pero, según la Organización Mundial de la Salud, la entrega también puede tardar, fácilmente, hasta dos años.
- ¿Cuánta confianza se supone que tienen los consumidores daneses en un conglomerado de propiedad saudita, que emplea a jihadistas como Usmani y dona fuertemente a organizaciones jihadistas como la Hermandad Musulmana, que quieren crear un califato? El potencial para la explotación política es demasiado evidente para no tenerlo en cuenta.
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¿Querría usted que sus vacunas sean producidas por una compañía saudita que apoya la jihad? Los daneses, al parecer, no tienen otra opción.
Dinamarca vendió recientemente su planta estatal de fabricación de vacunas a un conglomerado propiedad del Grupo Aljomaih, una dinastía familiar saudita[1] liderada por el Jeque Abdul Aziz Hamad Aljomaih. El jeque es también el mayor, y único, accionista y presidente de Arcapita Bank, (anteriormente First Islamic Investment Bank) con sede en Bahrein. Como banco islámico, cuenta con un llamado Consejo de Supervisión de la Sharia compuesto por académicos islámicos, quienes aseguran que las actividades del banco cumplan con la sharia (ley islámica).
El ex juez islámico y destacado académico islámico Taqi Usmani, que tiene un asiento en la Junta de la Sharia del banco, en su libro «Islam y Modernismo», escribe reflexiones como: «La Jihad agresiva es legal incluso hoy… Su justificación no puede ser velada…”
Después de que los diarios daneses reimprimieron las caricaturas de Mahoma en 2008, Usmani también, avaló un llamamiento a la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), instándola a boicotear a Dinamarca:
«Si el gobierno danés no declara la [publicación de] caricaturas vergonzosas y blasfemas como un acto criminal, la OCI [debería] apelar a todas las naciones islámicas para un boicot comercial de ese país intolerante».
Igualmente digno de mención es que el líder espiritual de la Hermandad Musulmana, Yussuf al-Qaradawi, solía sentarse en el consejo de la sharia de Arcapita, hasta que finalmente renunció. Qaradawi, ya en 1995, dijo en una convención de la Asociación Musulmana de la Juventud Árabe en Toledo, Ohio: «¡Conquistaremos Europa, conquistaremos Estados Unidos!» Según Qaradawi, la ley sharia debería introducirse gradualmente en un nuevo país, durante un período de cinco años. Presumiblemente, este sistema jurídico de la sharia, introducido gradualmente, incluiría el fin de la libertad de expresión en virtud de las «leyes de la blasfemia», la denigración y la opresión de las mujeres, como que las mujeres valen la mitad de los hombres en los tribunales, la poligamia, la persecución de los judíos (Qaradawi propugna matarlos a todos), golpear a las esposas como una forma de «disciplinarlas» y así sucesivamente. Sólo después de esta fase de transición se introducirían las leyes de la sharia, como matar a los apóstatas y a los homosexuales, así como cortar las manos por robar.
Dada la anterior prominencia de Qaradawi en Arcapita, no es una sorpresa que el banco haya dado apoyo financiero a la Hermandad Musulmana en Bahrein, conocida como la Sociedad Al Islam. Según un informe filtrado por el ex Embajador de EEUU en Bahrein, Embajador William T. Monroe:
«Arcapita reportó haber entregado un total de $591.000 en 2003 y $583.000 en 2002 a una variedad de organizaciones de caridad… la Sociedad de Educación Islámica (Al Tarbiya Al Islamiya – Sunni Salafi) y la Sociedad Al Islam (la Hermandad Musulmana Sunita) son los mayores beneficiarios de Las donaciones de caridad de Arcapita… Somos conscientes de las preocupaciones por las vinculaciones de los asesores y personal de Arcapita con organizaciones cuestionables».
En agosto de 2016, el gobierno danés anunció que «…rechaza a cualquier organización que represente ambientes antidemocráticos y radicalizados» y considera que la Hermandad Musulmana es «profundamente problemática» y algo que «rechaza fuertemente».
Claramente no lo suficientemente fuerte.
«Vender la crucial fabricación de vacunas a un país ideológicamente hostil, que podría – cualquiera sea la razón – decidir de pronto cerrar la producción, no suena como una buena idea… Aquellos que dicen que los sauditas sólo están interesados en el beneficio, como todo el mundo, no deberían llamarse a engaño». – Rachel Ehrenfeld, experta en financiación del terrorismo
Prácticamente todos los partidos políticos apoyaron la venta al conglomerado saudita, por parte del gobierno danés, de su instalación de fabricación de vacunas. Esto es extraño, dada la historia reciente de las relaciones entre Dinamarca y Arabia Saudita.
Después de la publicación de las caricaturas danesas de Mahoma en 2006, los sauditas boicotearon las mercancías danesas. El líder religioso de Arabia Saudita, el jeque Abdul Aziz al-Sheik, exigió al gobierno danés que responsabilice a Jyllands-Posten, el diario que imprimió las caricaturas de Mahoma, y obligue al diario a disculparse: “El gobierno debería multar [al diario] como disuasión. Es lo menos que los musulmanes deben exigir», dijo.
¿Los políticos daneses tienen realmente tan mala memoria?
Las vacunas no son un producto fácil de conseguir. Se necesita un mínimo de seis meses para que se entregue un pedido de vacunas, pero, según la Organización Mundial de la Salud, la entrega también puede tardar, fácilmente, hasta dos años. Asombrosamente, el estado danés le ha dado al grupo de Aljomaih un comienzo increíble, prometiendo comprarle al jeque todas las vacunas para sus niños durante los primeros 30 meses. Sólo después de eso las autoridades danesas podrán comprar las vacunas para sus niños en otros lugares. El gobierno danés también ha prometido al grupo Aljomaih no crear nueva producción de vacuna estatal danesa durante los primeros tres años.
¿Deberían, los consumidores, confiar en un productor de algo tan crítico como las vacunas? ¿Cuánta confianza se supone que tienen los consumidores daneses en un conglomerado de propiedad saudita, que emplea a jihadistas como Usmani, que dona fuertemente a organizaciones jihadistas como la Hermandad Musulmana, que a su vez quiere crear un califato? El potencial para la explotación política es demasiado evidente para no tenerla en cuenta. Ekstra Bladet realizó una encuesta en su sitio web preguntando si los daneses estaban a favor o en contra de la venta: El 95% estuvo en contra.
Aún más notable es que el gobierno afirma no haber sabido acerca de la conexión entre la Hermandad Musulmana y Aljomaih; Toda la información es fácilmente accesible en Internet.
La ministra de Salud, Ellen Trane Nørby, ha defendido la venta: «No teníamos varios compradores para elegir. Tenemos el comprador que tenemos y ahorramos 600 empleos daneses, que de otra manera se habrían perdido».
¿Está diciendo que la seguridad de los ciudadanos daneses vale 600 empleos?
La venta de la planta de producción de vacunas danesa al conglomerado saudita capta perfectamente todo lo que está mal con los políticos europeos de hoy en día: su aparente credulidad, su descuido y su deseo de vender a lugares como Arabia Saudita, aparentemente sin pensar mucho en las consecuencias a largo plazo.
*Judith Bergman es escritora, columnista, abogada y analista política.
[1] El grupo ha estado activo en la asistencia sanitaria a través de su brazo de inversión AJ Pharma Holding, y es su filial malaya, AJ Biologics, la que se hará cargo de la producción de vacunas en las instalaciones danesas en Copenhague, con su historia de 100 años y aproximadamente 500 empleados daneses. El acuerdo fue una ganga para el grupo Aljomaih, que adquirió la compañía de producción de vacunas por lo que se cree que es una décima parte de su valor real, unos meros 15 millones de DKK.
https://www.gatestoneinstitute.org/9979/vaccines-saudi-arabia
Ni de lejos.