El statu quo sufrió una conmoción cuando el presidente Donald Trump, a la vera del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, abandonó lo que había sido durante décadas la política estadounidense al decir que no iba a insistir en una solución de dos Estados como requisito previo para la paz. Trump mostró su desdén por los precedentes advirtiendo que a los escolares palestinos se les predica el odio “a una edad muy temprana”. El desprecio de Trump por las sutilezas diplomáticas podría acabar causándole quebraderos de cabeza, pero también podría el presidente norteamericano encontrarse con un agitado Oriente Medio más receptivo a los cambios sustanciales. Irónicamente, fue Barack Obama quien facilitó a Trump la labor de buscar una solución creativa a los conflictos de la región, si bien lo hizo de manera inconsciente.
Mientras la prensa disecciona las declaraciones de Trump en su comparecencia con Netanyahu ante los medios, la Administración norteamericana se dirige con decisión hacia una iniciativa que podría ser más importante que el desenterramiento del proceso de paz. María Abi Habib, del Wall Street Journal, informó el martes 14 de que los funcionarios de la Administración están manteniendo conversaciones con al menos cinco países árabes para la conformación de unaalianza de defensa mutua, que incluiría un régimen de compartimiento de información con el Gobierno israelí.
“La alianza incluiría a países como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, enemigos jurados de Israel, así como a Egipto y Jordania, que tienen desde hace tiempo acuerdos de paz con Israel”, informó Abi Habib. El objetivo esencial sería formalizar y expandir la coalición encabezada por los saudíes que está lanzando ataques contra la milicia huzi en el Yemen. En términos más generales, la creación de una alianza de mayoría suní con la asistencia operativa de Israel tiene una misión fundamental: contener el resurgimiento de Irán.
Este tipo de alianza militar informal entre los países árabes y el Estado de Israel habría sido inconcebible con la Administración Obama. El afán de ésta por lograr un acuerdo nuclear con Irán, así como su confianza en las milicias patrocinadas por Teherán que operan en Irak, fue el catalizador de un cambio radical en la política de Oriente Medio. Las relaciones diplomáticas y comerciales bilaterales entre Israel y países como Arabia Saudí, que se niegan a reconocer la existencia del Estado judío, se han descongelado con notable celeridad. Este tipo de cooperación, antes impensable, es directamente atribuible a la grave amenaza que Irán representa para los países árabes suníes. Y lo que es más importante: la nueva colaboración árabe-israelí ha destruido un mito que sigue instalado en la comunidad diplomática global: la idea de que la paz en Oriente Medio no se puede lograr sin que se resuelva primero el conflicto israelo-palestino.
En términos prácticos, el obstáculo a una solución de dos Estados no son los israelíes, sino los palestinos. Los territorios palestinos ya están divididos en dos protoestados funcionalmente divergentes y no contiguos, con dos Gobiernos distintos y a menudo enfrentados. La idea de que podría haber una vía a la paz similar a las que la Autoridad Palestina ha rechazado constantemente en la última década –y antes– es una ficción. Decir esto en alto se considera una grosería en ciertos círculos, pero eso no lo hace menos cierto.
Donald Trump podrá desconocer las maneras bizantinas de la diplomacia profesional, pero su propensión a quitarle el barniz a las verdades más incómodas tiene su utilidad. Seguir una vía innovadora hacia la paz que quita importancia al conflicto israelo-palestino podría ser poco convencional, sí, pero también muy productivo. Sea como fuere, si Trump ve Oriente Medio más propenso a soluciones irregulares para conflictos antaño inabordables, lo primero que debe hacer es dar las gracias a su predecesor.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio
Atreverse a hacer vaticinios sobre el devenir, del hoy moribundo proceso de paz, accarea mas de un riesgo, máxime cuando los acontecimientos evolucionan de dia en dia, convirtiendo en imprevisible a médio plazo, una hipotética situacion sobre el terreno …
El juego de alianzas existe probablemente, la fiabilidad que éstas puedan tener, queda en cambio en entredicho, considerando los intereses fluctuantes sobre los que éstas se asientan …
Bueno es sin embargo, que el gobierno israeli, explóre, aquellas posibilidades a su alcance, que mas garantias le ofrezcan, y mejor preserven sus legitimos intereses, sin por ello dejar de buscar «otras alternativas viables» suceptibles de ser aceptadas en el contexto de una eventual negociacion con la parte árabe …
Todo por ahora es politica ficcion, y conviene ser cáutos en cada uno de los pasos que se den y los compromisos que se alcancen …