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| lunes diciembre 23, 2024

Lo que falta por saber del Holocausto y otras cuestiones


 

Sin que tenga un servidor que dar lecciones sobre el Holocausto, para eso están los entendidos y sobre todo, los que lo padecieron en persona o como herederos, siempre viene bien hacerse las mejores preguntas, porque en las mejores preguntas se encierra muchas veces la clave de las cosas.

La pregunta que casi siempre se hace sobre la Shoa es ¿Por qué sucedió y cómo se pudo llegar a esto? Los historiadores y muchos relatores siguen todavía tratando de desentrañar la complejidad de estas preguntas y sus similares, pero hay cuestiones que sospecho poseen un mayor calado porque para responderlas se hace necesaria una revisión de las conciencias de manera colectiva y lo más honesta posible, entre otras razones porque a casi 75 años de su fin sigue siendo necesarias hacerse este tipo de reflexiones y nunca se terminará de responder de forma total al fenómeno del Holocausto. Sus derivadas tendrán para el resto de la Historia de la humanidad un permanente estado de pervivencia y el día que dejen de tenerlas se estará en condiciones de repetirlo como hecho.

¿Por qué sigue sin conocerse en Europa y en su amplia totalidad, el número de campos de concentración en los que se encerró e hizo sufrir a millones de seres humanos?

Según Martin Dean, editor del nuevo tomo de la “Enciclopedia de Campos y Guettos” editada por Holocausto Memorial Museum de Washington , el segundo de cinco, El resultado, hasta la fecha, es un mapa de 42.500 campos de concentración, guetos, factorías de trabajos forzados y otros lugares de detención extendidos a lo largo de buena parte de Europa, de Francia a Rusia. En total, entre 15 y 20 millones de personas murieron o estuvieron internadas en esos centros, en su mayoría judíos, pero también integrantes de los otros grupos perseguidos por el nazismo, como gitanos y homosexuales, así como otra población de vastas zonas de Polonia, países bálticos y la URSS.”

Así mismo, «Las cifras son más altas de lo que originalmente pensamos. Ya de antes sabíamos qué horrible era la vida en los campos y guetos, pero los números son increíbles», asegura Hartmut Berghoff, director del German Historical Institute de Washington, donde un foro académico se hizo eco de las nuevas investigaciones, avanzadas por el «New York Times».

Todo esto configura un panorama sin terminar de cerrar que en las próximas décadas irán añadiendo nuevas y más aterradoras dimensiones de este gran drama de la humanidad que obligará a regresar constantemente la vista sobre qué y dónde estaba la sociedad europea de la segunda mitad del siglo pasado. Y todo esto sin perder de vista también que a medida que pasan los años, se pierde el testimonio de aquellos que lo vivieron y dan fe de lo sucedido. Por tanto y aunque no lo parezca, solo hemos tocado el borde del asunto. No hay que olvidar cuándo y cómo se supo de los sucesos de Baby Yar en Ucrania de 1941, desvelados por el poeta Yevgueni Yevtushenko en 1961, 20 años después contradiciendo la historiografía montada por la URSS, lo cual le valió al poeta la condena del Partido Comunista de la Unión Soviética. Toda una evidencia del silencio que se proyectó sobre parte de esos acontecimientos y que siguen muchos por ver la luz en pleno siglo XXI.

Por tanto hagamos las mejores preguntas, por complejas y onerosas que resulten para nuestra europea conciencia colectiva. ¿Nadie supo nada? ¿Nadie se enteró de nada?  ¿42.500 campos de concentración pasaron inadvertidos para Europa y los europeos? ¿Solo algunos alemanes, austríacos, polacos, estaban al corriente? ¿Cómo fue posible ocultar a los ojos de todos los europeos semejante complejo de prisiones del horror y sufrimiento? ¿Podemos fiarnos hoy de una sociedad y unos medios que hace 70 años se dejaron atrapar en tamaña mentira y pensar que hoy son mejores que ayer? ¿Estamos seguros que hoy sabemos todo lo que sucede en esta Europa que ayer permitió esto? ¿Quién nos asegura que no es así? Si queda tanto pendiente por que salga a la luz, ¿Por qué se mantiene el silencio? ¿Usan de la verdad nuestros medios de comunicación? ¿Nos están ocultando, hurtando oscuros datos claves en esta Europa del siglo XXI amenazada por una invasión muy peligrosa de elementos extremistas islamo fascistas? ¿Se hizo todo lo posible? ¿Por qué razón emergen de nuevo movimientos de similar corte a los que propiciaron el Holocausto? ¿Está tomando la izquierda en Europa el relevo en el antisemitismo, a la  extrema derecha, nazismo o fascismo? ¿Se estudia y analiza en profundidad las nuevas amenazas para el judaísmo en Europa? ¿Son los movimientos como el BDS la nueva amenaza para los judíos en Europa?

Estas y otras preguntas están en el aire y necesitan de respuestas sinceras porque el nuevo antisemitismo hunde sus raíces en el viejo, pero se disfraza y presenta bajo nueva apariencia que parece querer mostrar una beligerancia menos ruidosa peor bajo sus ropajes se puede estar dibujando el espectro de un fenómeno reactivado tras décadas de bajo perfil. Abrir el debate es urgente porque es necesario poner al descubierto sus tácticas e intenciones para nada inocentes. En España y en primera línea sobresale por esa batalla ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio), Organización aconfesional e independiente, no vinculada a interés político alguno, en permanente alerta y atenta siempre a cualquier acción que refleje una demostración de antisemitismo o antijudaismo.

No podemos conformarnos con lo conseguido, queda mucho por hacer del mismo modo que sigue saliendo a la luz datos del peor drama de la Historia moderna, el Holocausto.

 

Miguel Martín

Zaragoza

 
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