Por Israel


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| lunes diciembre 23, 2024

“Israel es lo más cercano a un milagro que se pueda concebir”.

Con el diputado Beni Begin, del partido Likud, hijo del legendario Menajem Begin (Z”L).


 

Biniamin Zeev Begin (74), geólogo y político, es una de las figuras más respetadas en la política israelí, también desde la bancada opositora. Además de la sencillez y honestidad que le acompañan en su vida pública, es  considerado un referente por su posicionamiento moral y su defensa de los principios democráticos, por lo cual ha chocado en más de una oportunidad con la propia coalición de gobierno, cuando consideró que promovía iniciativas inaceptables, como ocurrió hace pocos meses con la ley de regularización de tierras, que aspiraba a legalizar la construcción en tierras de propiedad privada palestina.

Sobre esos temas, no acepta hablar, aclarando que al gobierno él lo critica solamente dentro de casa y no en declaraciones al exterior. Pero sí aceptó concedernos esta entrevista para nuestro número especial por Iom Haatzmaut., aunque aclarando de antemano que nunca habla de la dinámica personal de su familia, por más interesante que resulte a los lectores saber sobre cómo era entre casa su fallecido padre, el ex Primer Ministro Menajem Begin (Z”L).

Israel es una combinación de luces y sombras. Y yo le preguntaría a usted, diría no sólo como político sino como ciudadano ¿Cuál es su resumen? ¿Qué significa Iom Haatzmaut para usted?

La independencia de Israel, el hecho que existe hoy en el mundo el Estado del pueblo judío en su patria ancestral, la tierra de Israel, es a mi criterio lo más cercano a un milagro que pueda concebir. Sé que para los jóvenes, la existencia de Israel es sobreentendida y por eso procuro explicarles el tema en toda oportunidad. No existe otro fenómeno así de un pueblo que fue soberano en su tierra durante cientos de años, quizás casi un milenio, fue luego conquistado, exilado, víctima de persecuciones por motivos religiosos y nacionales que no distinguían entre un judía religioso o laico, situación ésta que se prolongó por casi 1900 años y luego volvió a la tierra de sus antepasados, como soberano.

Digo esto y pienso en aquel verano del año 70 cuando el Templo Sagrado de Jerusalem estaba ardiendo. Me pregunto si acaso alguien en ese momento pensaba que 1880 años más tarde, habría nuevamente soberanía judía en Jerusalem. Creo que seguramente nadie.

En todo ese tiempo, el proceso directo de construcción del Estado de Israel, desde el primer Congreso Sionista en 1897 hasta la creación de Israel, fue de  51 años. Es muy poco tiempo. En los últimos nueve años de ese lapso, el pueblo judío vive su peor tragedia, la Shoa,  y llega a su cúspide al crear su Estado propio. Llegamos al punto deseado, aunque no al descanso buscado. Como se dice en hebreo, llegamos a la najalá pero no a la menujá.

Pensar en todo eso, en Iom Haatzmaut, me inspira una singular combinación de felicidad y entusiasmo. Y creo que lo diría inclusive si no hubiéramos logrado ya ser acá 6 millones y medio de judíos, si no hubieran llegado tantos judíos de todos los confines del mundo y si no hubiéramos logrado el florecimiento, el progreso y el hecho que cuando se pregunta a un ciudadano israelí si está feliz con su vida en el país, el 80% se dicen felices y también optimistas. A pesar de todas las dificultades.

Yo quise entrevistarlo a usted hace unas semanas, a raíz de la aprobación de la polémica “ley de regularización de tierras” que usted criticó duramente, reprobándola en términos de valores y moral. Pero me dijo que no critica al gobierno en entrevistas a medios del exterior.

Así es. Jamás, nunca lo hago, tampoco cuando estaba en la oposición. O sea, no es sólo por este gobierno. Tenemos suficientes críticas desde afuera. No tengo que agregar la mía. Yo critico adentro..

Entendí  claramente su argumento. Lo vuelvo a mencionar aquí, sin embargo, no para convencerle de lo contrario, sino para preguntarle dónde cree que están las sombras -hablamos antes de luces-, los problemas que aún hay que resolver en el país.

Quisiera, si me permite, agregar antes algo más a las luces. Ya destaqué el hecho que estamos acá, pero también debo recalcar que avanzamos sin cesar. Desde un punto de vista económico, social, de educación, de progreso en la ciencia, en lo que compartimos con otros pueblos…Creo que no hay otra democracia que lidia con desafíos exteriores tan serios diariamente. Imagino que también desde Uruguay, quien mire el mapa y esté atento a las noticias, lo sabrá.  No es sobreentendido que se mantenga la democracia en una situación así. Esa es una luz muy grande.

En lo económico el crecimiento ha sido enorme. En lo cultural…si abres el diario del fin de semana con el detalle de actividades de la semana entrante, un sinfín de eventos culturales, teatro, cine, ópera, ballet, la venta de libros, los simposios variados…de todo. Claro que quedan problemas que resolver y hay mucho que mejorar, pero se ha logrado mucho. En la educación hay que lograr mejorías..Tenemos varios nietos hoy en el sistema.

¿Cuántos?

No contamos.

¿Tantos son que dejó de contar?

Es que algunos creen que puede traer mal de ojo, así que como no competimos con nadie, mejor no contamos.  Pero volviendo a su pregunta, claro que hay cosas que mejorar. Hay pobreza y en algunos sectores es dura. Hay que solucionarlo, aunque hablar en Israel de línea de pobreza puede confundir, porque no es por cierto lo que conocemos de otros lados. Y cuando hay niños en esa situación, es urgente solucionarlo.

Otro tema complicado en el que hay que trabajar esforzadamente para corregirlo, es el atraso relativo en el sector de la minoría árabe de Israel. Es de gran importancia. Las relaciones entre las partes tienen que mejorar mucho. Vemos progresos sin duda y soy optimista. El gobierno ha adoptado varias resoluciones importantes en este sentido. Destacaría especialmente una de fin del 2015 que determinó que los presupuestos destinados a la ciudadanía árabe deben corresponder exactamente a su porcentaje en la población general, en todos los rubros.  No han concluido aún todo el trabajo, pero va por buen camino.

Hay no pocos problemas, sin duda, y en parte también están relacionados al terrorismo. A la gente le cuesta veces sobreponerse a sus sentimientos, de los dos lados. Pero hay que lograr salvar las diferencias.

¿Teme a veces por la democracia israelí?

No, nuestra democracia es profunda, de raíz, y ha resistido y sigue lidiando exitosamente con amenazas de afuera que no son sencillas y de amenazas terroristas muy cercanas. No podemos olvidar que hay aquí un millón de árabes, que constituyen algo más del 20% de la ciudadanía, que tienen familias del otro lado y son tan árabes como los de Judea, Samaria y algunos también de la Franja de Gaza y es natural que sientan por ellos una simpatía natural. También prefieren definirse como árabes palestinos ciudadanos de Israel. Creo que es una descripción objetiva .Y yo soy un judío palestino, o sea judío hijo de la tierra de Israel, ciudadano de Israel.

Se publican sobre este tema distintos sondeos. Hubo un sondeo anual del Instituto Israelí de Democracia, que mostró que hay un número grande, demasiado grande, de ciudadanos judíos que consideran que los árabes en el Estado de Israel no deben disfrutar de los mismos derechos. O sea que hay mucho trabajo por hacer al respecto.  Pero creo que en general, la dirección que van tomando las cosas es de mayor acercamiento.

¿Tiene ejemplos concretos?

Por supuesto. Por un lado, el año pasado hubo algunos casos de atentados terroristas llevados a cabo por árabes ciudadanos de Israel o residentes permanentes, que es el estado de gran parte de los árabes de Jerusalem. Ese es un tema que por cierto causa tensiones por algunos días, pero luego la vida retorna a la normalidad. Todos los días pasan de la parte oriental de Jerusalem a la occidental entre 40 y 50 mil árabes a trabajar y ganarse el sustento, y nadie los ataca.

Ha habido alguna excepción.

Usted lo ha dicho, excepciones muy aisladas. La norma es otra, decenas de miles trabajan sin problema. Y eso juega un papel también en la economía nacional, que los incluye. Cada vez son más los que quieren ser parte integral del Estado y eso es algo a lo que hay que dedicar más esfuerzos que hasta ahora.

Volviendo al tema de su pregunta, creo sí que nuestra democracia es básicamente sólida. Es cierto que hay discusiones internas entre diputados acerca de cómo mantenerla, sobre cuáles deben ser los poderes de la Suprema Corte de Justicia. Esas discusiones existen en toda democracia, es algo muy común. Pero el punto central es muy claro.

Lo que usted explicó es importante, pero cuando yo le pregunté si cree que la democracia está en peligro, no pensaba en un golpe de Estado sino en tendencias internas que vemos en los últimos años, de parte de diputados de posiciones ultraconservadoras que quisieran poder controlar todo mucho más. Y estoy segura que en más de una oportunidad, ciudadanos  y no necesariamente del Likud, habrán dicho ante esas iniciativas “qué suerte que está Beni Beguin en la Knesset” para frenar esos pasos. Usted tiene el estándar moral que tenía en la Knesset  también Dan Meridor, otro miembro del Likud con principios claros, que hoy ya no está en la política. Usted sabe a qué me refiero.

Los nombres no son importantes. Lo que yo digo es que también la discrepancia es legítima, la discusión sobre los distintos poderes y las limitaciones.

Cuando me encuentro con grupos de ciudadanos, más que nada con jóvenes, comparto con ellos una expresión muy hermosa que encontré hace unos 30 años en un periódico norteamericano, una cita de una sentencia del año 1926 aproximadamente, del Juez de la Corte Suprema Louis Brandeis. Creo que es una cita sumamente educativa y logra explicar el tema. Es que a veces la discusión es entre eficiencia y libertades civiles, lo cual genera tensión entre ambas cosas. Esta es pues la cita, que no traigo aquí en forma literal: “La doctrina de la separación de poderes no nació para aumentar la eficiencia sino al contrario, para aprovechar el roce natural entre los distintos brazos del poder, a fin de salvarnos de un único poder”. Considero que no hay que asustarse de ese roce. Los cambios sociales también requieren a veces cambios en la legislación. Y lo central, de todos modos, es que la nuestra es una democracia muy despierta y atenta con una enorme variedad de ideas.

Yo tengo las mías muy claras, ya del hogar en el que nací, de mi padre que era mi maestro pero en gran medida de su maestro…

Zeev Jabotinsky..

Así es. Y ellos sin duda son una gran guía para mí. Creo que es muy interesante ver cómo las ideas y escritos de Jabotinsky, que falleció en 1940, aún son debatidos y citados, discrepando la gente sobre si era muy liberal o no tanto. Lo mismo respecto a Menajem Beguin.

EL PADRE

Beni, usted menciona a su padre y yo ante todo siento el gran parecido.

No lo veo así.

 ¿En serio?

En serio, nunca me dicen que soy parecido a mi padre. Es más, pasa que no me reconocen. Yo vengo a la Knesset varias veces por semana y más de una vez me ha pasado que los guardias de la Knesset me piden mi documento y me preguntan si tengo permiso fijo de entrada.

¿Está bromeando?

No, lo digo en serio. Me pasa dos o tres veces por semana. En serio. Y me pasa también en otros lados, porque yo no suelo aparecer mucho en la televisión.

¿Y no se ofende si no lo reconocen en la Knesset?

En absoluto. Pongo la mano en el bolsillo, saco  mi documento, dijo “tengo permiso fijo”, lo muestro y ya está.

Me imagino que sus entradas a la política y salidas de la misma pueden haber confundido a los guardias.

Puede ser. Entré por primera vez a la Knesset en 1988 o sea hace casi 30 años.  Y este es mi año número 17 ó 18, con intervalos, en tres períodos. Estuve, salí, volví a entrar y nuevamente salí. Y acá estoy.

Volvamos a su hogar, la casa de sus padres.

Yo no suelo dar entrevistas sobre eso porque son temas personales que nos guardamos para nosotros.

No me refiero a temas personales. Pero su padre, más allá de las posturas políticas de cada uno, era una gran personalidad, muy considerada en todo el mundo judío. Por cierto también en Uruguay, donde el movimiento Betar continúa vivo y funciona. Y por eso quería preguntarle  qué tiene usted hoy de él, del hogar en el que creció.

Bueno…todo..Lo que usted dijo recién me recuerda algo que suelo decir. Hace poco se cumplieron 25 años del fallecimiento de mi padre y si tomamos en cuenta los años en los que ya no era una figura pública, en total hace ya 35 años que no está en un cargo público. Y yo creo que es el ausente más presente en nuestra vida pública. A veces no sólo lo mencionan sino hasta discuten con él. Claro que hay muchos que entienden hoy lo que no entendían en aquel entonces en cuanto a su aporte a la creación de Israel y al fortalecimiento de su democracia a través de un servicio prolongado y paciente en la oposición.

Creo que este es un fenómeno social interesante. Y en el Centro del Legado de Beguin, realmente preservan su legado y sus enseñanzas, hacen un muy buen trabajo. Eso es preservar el alma de una persona. Uno podría decir “no fue más que un político”, pero sin duda, era un ser humano muy especial.

¿Cree que se lo recuerda en especial por la firma de la paz con Egipto?

No sé, me cuesta decirlo. Hizo diversas cosas importantes y considero que algunas de ellas fueron claves para la creación de Israel. El dijo en más de una oportunidad ya siendo Primer Ministro y también después de haber alcanzado ciertos logros como tal, que a su modo de ver, la función más importante  que había desempeñado había sido la de comandante del Irgun Tzvai Leumí y la guerra por la liberación de la tierra de Israel y la creación de Medinat Israel.

De niño, a Uruguay

Cuando usted era un niño, viajó con sus padres a Uruguay. ¿Qué recuerda?

Debo admitir que no mucho porque yo tenía solamente 9 años. Recuerdo que viajamos por unos días, no sé si cuatro días o una semana. En aquellos años en general los viajes de mi padre eran por el movimiento Jerut que encabezaba, para explicar, esclarecer y también para conseguir apoyo. Recuerdo sí claramente que había numerosos “betarím” que habían llegado a Uruguay después de la guerra, con quienes  mi padre tenía una relación natural. Así que dio allí conferencias y se encontró con gente. La verdad es que tampoco sé por qué mis padres decidieron llevarme con ellos.

 

Pero sí recuerda en especial a determinados amigos uruguayos.

Así es. Claro que sí. Recuerdo que nos recibieron en la casa de la familia Erdman. Tenían hijos más o menos de mi edad, cuatro varones. Shimshon es un poco mayor que yo, Miki de la edad de mi hermana o quizás un poco menor, y también Itzik y Feigale.

Itzik…Isac, más conocido como Iche, muy querido.

Así es.

¿Y qué más se acuerda?

Bueno, allí aprendí que ellos eran todos hinchas de Peñarol, por lo cual aspiraban a la caída de Nacional. Así que yo aprendí ahí a decir “¡Arriba Peñarol, abajo  Nacional!”.

Con esto usted acaba de ganarse el amor de la mitad de los lectores y el enojo de la otra mitad.

Entonces puedo retirar el canto, no hay problema…

Bromas aparte, algo más que quiera comentar..y claro está que a sabiendas no entramos en el tema del conflicto, porque esta entrevista era de otro cariz.

En Israel nunca es posible aburrirse. Creo que desde todo punto de vista, no hay ningún lugar como este en todo el mundo.

 

 
Comentarios

POR FIN AGLIEN OPINA IGUAL QUE YO Y NO ES QUE PARECE ES UN MILAGRO!!!!

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