Cierre los ojos y retroceda 2.000 años. Imagínese que viaja en un camello cargado con incienso y mirra del lejano Yemen, y que cubre 100 kms del áspero y montañoso desierto del Negev para llevar la preciada mercancía a los puertos del Mediterráneo.
Por esa ruta peligrosa, pero muy rentable, viajaron los nabateos, un pueblo nómada, durante 700 años, desde el siglo tercero antes de esta era hasta la segunda centuria de la nuestra,
Llamada Ruta del Incienso, o Ruta de las Especias, ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De su distancia total, 2.000 kilómetros pasan por Israel. En ella abundan hermosos paisajes y sitios de interés arqueológico.
La ruta incluye las ruinas de cuatro ciudades nabateas (Halutza, Mamshit, Avdat y Shivta), cuatro fortalezas (Katzra, Nekarot, Mahmal y Grafon) y de dos khans (Moa y Saharonim). Pueden verse también vestigios de sistemas de riego, de agricultura y de producción de vino creados por los nabateos.
“Los imperios romano y griego controlaron muchas de las ciudades en las costas del Mediterráneo, y en todas había templos paganos donde sacrificaban animales. El olor era inaguantable, así que los nabateos transportaban incienso a esos santuarios para disimular el hedor”, dijo el guía turístico Atar Zehavi, cuya compañía, Israeli Wild, se especializa en tours por rutas alejadas que se pueden hacer encampero, bicicleta, a pie o a lomo de camello, como hicieron los nabateos.
“La ruta era muy difícil porque había formas más fáciles de atravesar el Negev. Pero los nabateos querían esconderse de otras tribus que podían emboscar las caravanas, y también evitar ser descubiertos por los romanos, para así poder conservar su independencia”, dijo Zehavi a ISRAEL21c.
“Ellos sabían aprovechar las duras condiciones del desierto, y construyeron pozos de agua y fortalezas que otros no pudieran encontrar. Los romanos conquistaron Judea con facilidad, pero necesitaron otros 150 años para conquistar a los nabateos”.
Travesía en campero
Zehavi recomienda hacer una travesía de dos días en jeep. Comienza en las ruinas de Moa, en el Valle de Arava, donde se encontraba un antigua khan (posada del desierto). Desde allí se asciende a la cumbre de Katzra, un bastión desde donde se divisa toda la región.
Aquí el viajero tendrá una idea más precisa de lo duro que era llevar una caravana de camellos por empinadas colinas.
“Viajaban unos 30 kilómetros al día entre khans. Un camello podía cargar 350 kilos de incienso y sólo necesitaba beber una vez cada diez días”, dijo Zehavi, que tiene una maestría en estudios medioambientales.
Al llegar a la tercera parada, el río Nekarot, los camellos no necesitaban agua para beber. El río, uno de los más largos de Israel, forma parte de la Ruta Nacional de Israel y ofrece paisajes espectaculares. En la actualidad es un lecho seco que en el pasado era caudaloso y que fluía por la cordillera de Arif hasta el norte de Arava.
Después de pasar Saharonim el camino continúa hacia la cuarta parada, la ciudad de Mitzpeh Ramon, con su mundialmente famoso Cráter Ramon (Makhtesh Ramon), donde aún se pueden observar indicios de los nabateos entre su abundante flora y fauna. El íbice de Nubia de puede ver en la región.
Ramon es el cráter de erosión natural más grande del mundo, que se extiende a lo largo de 40 km y desciende a 400 mt de profundidad. Su estructura geológica es peculiar, de la cual sobresalen la Hamansera, o prisma, una colina donde las piedras se han cristalizado para formar prismas, y muros de amonita con fósiles incrustados en ellos.
Si el tiempo lo permite, puede acampar en el cráter durante la noche. O puede quedarse en uno de los sencillos albergues o alojamientos de lujo de la zona. Complete la estadía yendo el centro de visitantes y un tour nocturno para ver las estrellas.
A la mañana siguiente, puede recorrer el cráter a pie, en bicicleta o en un 4×4. Se recomienda un tour guiado en campero.
Para regresar a la Ruta del Incienso ascenderá por Mahmal, en la parte norte del cráter, de 250 a 300 mt de extensión, que lo lleva la Fortaleza de Mahmal. Desde allí se sigue hacia el noroeste, al Parque Nacional de Avdat, en las ruinas de lo que fuera una floreciente ciudad nabatea donde pueden verse santuarios que con el tiempo se convirtieron en iglesias bizantinas.
Zehavi explicó que tras la caída del Imperio Romano, aproximadamente en el año 324 de esta era, que se convirtió luego en el Imperio Bizantino, los romanos no necesitaba más incienso, así que los nabateos abandonaron ese comercio y se dedicaron a producir vino, a la agricultura y a criar caballos de raza árabe.
“Es asombroso ver cómo este duro desierto fue colonizado para dedicarlo a la agrícola por medio del uso de sofisticados sistemas de riego”, dijo Zehavi.
Los nabateos desaparecieron en el siglo séptimo, cuando los musulmanes conquistaron el Negev. Posiblemente son los antepasados de los beduinos de hoy.
El viaje puede terminar en Avdat o continuar hacia el noroeste, hasta el Parque Nacional de Shivta, o a Halutza, y al Parque Nacional de Mashi, cerca de Dimona.
En Nitzana, otra ciudad nabatea, en la frontera con Gaza, se encontró un depósito con documentos, conocidos como los Papiros de Nitzana. Tal vez haya otras ciudades por descubrir, sepultadas ahora bajo la arena del tiempo.
Foto de portada:Escultura de camellos atravesando la Ruta del Incienso en el Parque Nacional de Avdat. Foto de Kate Giryes/Shutterstock.com
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