«La persecución que sufren últimamente lo cristianos del Medio Oriente exige poner la lupa, abrir el corazón y llenarnos de coraje», comenzó diciendo Marcos Aguinis en la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. En la coqueta Avenida Alvear, en la planta baja de un edificio antiguo, con rejas con arabescos en el frente y gruesas paredes prolijos al ingresar, la Academia comenzaba una sesión pública extraordinaria para incorporar al doctor Aguinis como Académico de Número. A su izquierda, la Presidente Marita Carballo y el Académico Rosendo Fraga, lo escuchan atentamente, al igual que el auditorio donde todos los caballeros están de traje y todas las damas, de gala.
«Como he señalado en forma repetida, el ala fundamentalista del Islam, tras una prolongada latencia, se ha erguido furiosa y avanza con diversas intensidades, métodos y justificaciones (…) Resucita la pregunta que se hacía la humanidad en el siglo XX, cuando uno de los pueblos más cultos de entonces, como el alemán, cayó bajo la tenebrosa seducción del nazismo. ¿Cómo era posible?», continuó en su disertación referida al papel de los cristianos en el Medio Oriente, un tema «rispioso», como él mismo lo definió, ya que «lo infectan los prejuicios y el miedo. Muchos prefieren evitarlo. En esta oportunidad vuelvo a insistir que me estimula una insomne pulsión ética».
«Empiezo señalando que en Arabia Saudita está prohibido construir una iglesia o exhibir una cruz o una Biblia, pese a que ese país construye mezquitas suntuosas por doquier e integra organizaciones de carácter ecuménico. Lo condenable no son las mezquitas, sino la sistemática prédica del odio que allí se martilla», dijo, para luego agregar: «Las matanzas ocurridas en Sudán a lo largo de muchos años por hordas que irrumpían en las aldeas cristianas conforman una muestra del más extremo horror. Ni hablar sobre el genocidio de Darfur, que parece haber ocurrido en la prehistoria. Sudán y otros países que persiguen cristianos, oprimen a la mujer y discriminan a sus minorías religiosas, pero siguen formando parte de las Naciones Unidas y de la UNESCO y ¡hasta integran comisiones vinculadas con los derechos humanos! ¡Para enronquecer de indignación! ¡Qué grotesco! ¡Qué absurdo! ¿Y Occidente? En silencio…»
Las paredes de un blanco impecable cubiertas de pequeños cuadros -todos retratos de los miembros de la Academia; también de los que ya no están, como Alfredo Palacios-, las luces cálidas, el techo alto, el piso de parquet, todo confluye en un paisaje bello y silencioso, el mismo silencio que prima en la sala, mientras el psicólogo, psiquiatra y escritor de 82 años nacido en Río Cuarto habla. Porque los concurrentes, más que silenciosos, están atónitos. El tono de Aguinis para decir sus verdades es inquietante: «No hay límites al espanto. Como si aún fuera insuficiente, los fanáticos musulmanes no se conforman con matar, sino que someten sus prisioneros al suplicio de la crucifixión. ¡En pleno siglo XXI! ¿Me han escuchado bien? ¡Crucifixión!»
Sin embargo, aclaró que «es decisivo que los mismos musulmanes condenen de forma explícita esta versión canallesca del Islam» porque «su silencio los hace cómplices». «Quienes vivimos y recorremos Occidente sabemos que no es verdad. Por el contrario, ha crecido un enorme cuidado para no caer en la llamada «islamofobia». La mínima referencia crítica contra los musulmanes se califica así. Los musulmanes no aceptan ninguna crítica, por suave que sea, proveniente de alguien que no sea musulmán», agregó.
«Por supuesto que hay diferencias teológicas entre el judaísmo, el cristianismo y el Islam, pero ellas no justifican la feroz descalificación de los judíos y cristianos, a quienes en un versículo se los asimila con los monos y los cerdos. En la primera sura, llamada Al Fatiha, en las aleyas 6 y 7 se lee: ‘Dirígenos por la vía recta… Los judíos descienden de los monos y los cristianos del cerdo'», dijo y concluyó, ante una ola extendida de aplausos: «El martirio musulmán consiste en asesinar el mayor número de personas, incluidos niños, ancianos y hasta otros musulmanes, para tener acceso inmediato al ascensor que los elevará al paraíso una vez que ellos también mueran (…) Debemos empujar a los sectores cuerdos y sanos del Islam, para que ellos impongan una verdadera primavera musulmana. Sugiero que se empiece por denunciar sin miedo las persecuciones que ahora sufren los cristianos y constituyen un baldón para este primer cuarto del siglo XXI.»
Mente brillante! !! Un orgullo argentino y judío . Y tiene 82 años. Lo felicito Dr. cordobés