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| lunes diciembre 23, 2024

Recursos estratégicos, la maldición del Medio Oriente y el Norte de África.


El concepto de la “Maldición de los recursos”, planteados principalmente por los teóricos económicos Jeffrey Sachs y Andrew Warner, se observa desde una perspectiva de crecimiento financiero desigual entre los ciudadanos de los países que cuentan con este tipo de productos entre sus primordiales fuentes de desarrollo económico.

Desde esa visión hay una concentración en los países que son dependientes del petróleo, gas natural, entre otros, y destinan sus esfuerzos en la producción y exportación de éstos, descuidando otros factores productivos, ocasionando así, una fragilidad económica y social, ante la volatilidad de los precios de los recursos en el mercado internacional.

Un elemento que quizás no se toma en consideración en los análisis sobre la dependencia estratégica, es el factor geopolítico. Si bien no todos los conflictos internacionales son motivados por la explotación de estos bienes, grandes movimientos entre el siglo XX y comienzos del XXI cuentan como agravante la competencia por su dominio.

Al menos en el caso del petróleo, a esta circunstancia se le ha denominado “petro – agresión”, que consiste en la instigación de conflictos internacionales por parte de los grandes países ricos en este recurso, o que han sido agredidos bajo diversos pretextos, siendo realmente la motivación apropiarse o tener acceso libre y a buen precio del denominado “oro negro”.

El Medio Oriente cuenta con los mayores yacimientos de petróleo y gas natural en el mundo. Desde 1908, cuando se descubrió el yacimiento en Masjed Soleiman en Persia (actual Irán), ha llevado a los británicos, a través de la Anglo – Persian Oil Company, tener presencia con mayor fuerza en la zona para explotar dicho recurso.

Cuando se firmó el acuerdo de Sykes – Picot en 1916, y se planteó la reconfiguración del Medio Oriente como deseaban los imperios británico y francés. La región del actual Iraq quedaría bajo dominio de los primeros, lo mismo que las zonas que actualmente posee Jordania y el territorio de la Palestina Británica (zona internacional según el acuerdo bilateral), lo que les permitiría trasladar petróleo desde las regiones del Golfo Pérsico y hasta el puerto de Haifa en el mediterráneo con mucha facilidad. No por nada, Sir Maurice Hankey, informó al secretario de la Oficina de Exteriores,  Arthur James Balfour, que los recursos petroleros de Persia y Mesopotamia resultaban ser objetivos de guerra de la Corona de primera línea.

En los procesos de independencia de las regiones árabes del Medio Oriente, las divisiones territoriales de los nuevos “Estados – Nación” se dieron según la configuración del Acuerdo Sykes – Picot, lo que compartimentó la región basado en los intereses de las grandes potencias de la época, y al mismo tiempo también las alianzas permitirían tener un control no solamente sobre los recursos ya mencionados, sino también bajo los intereses de dominar zonas que son consideradas de contención estratégica, teoría de la Región Cardial (Heartland) correspondiente a los territorios del Creciente interior (marginal), según Mackinder y denominadas por Nicholas Spykman como tierras de la orilla (Rimland), ambas con el objetivo de tener sometidas, zonas geográficas importantes, así como los accesos marítimos, principios por supuesto de geógrafos occidentales.

Regresando al concepto de la instigación de conflictos por recursos. En la actualidad, potencias hegemónicas tienen por aliados Estados con grandes yacimientos de petróleo y gas natural, lo que hace que haya relaciones con países que poseen extrañas agendas, muchas veces antioccidentales. Pero que se aprovechan para sacar beneficios, gracias a la necesidad de los países de tener acceso y facilidades sobre estos bienes esenciales.

También, esto ha incentivado que se vea hacia otro lado cuando países como Arabia Saudita, Qatar, Irán, entre otros, patrocinan de algún modo a agrupaciones al margen de la ley (milicias, grupos paramilitares, o de guerra irregular), siendo las principales víctimas; principalmente a través de ataques terroristas, ciudadanos de los países en el Medio Oriente y África donde el tema de recursos estratégicos es secundario y el aspecto ideológico complementa la desgracia del reparto anglo – francés de comienzos del siglo pasado y donde los conflictos étnicos y religiosos agregan un elemento de inestabilidad regional.

Según las teorías, el petróleo entrará en un período de escasez (cenit petrolero), por lo que las luchas por controlar los últimos yacimientos en el mundo serán cruentas. Algo que podría comenzar a darse a partir del 2020. Supuestamente, una vez que se acabe, los poderosos países petroleros, perderán su moneda de cambio para continuar patrocinando sus guerras ideológicas en las regiones del Medio Oriente y el Norte de África (MENA), lo que no significará que estas se acabarán, simplemente que de seguir creciendo el fenómeno de los grupos radicales, ahora no habrá recursos para sobornarlos y evitar que atenten dentro de los territorios de aquellos que durante años los patrocinaron, y que son zonas que por algún motivo son de interés, por ejemplo los lugares sagrados de Meca y Medina, en manos de Arabia Saudita desde 1924.

Para los grandes poderes mundiales; principalmente Rusia, China, Estados Unidos y relativamente la Unión Europea; principalmente Francia y Alemania, las regiones siguen siendo importantes por el dominio territorial y marítimo que supone tenerlas bajo el poder, desde donde se pueden dirigir los destinos del mundo. Particularmente, por la dura competencia que supone para cada uno de ellos neutralizar la expansión de los otros a través de las agendas y alianzas logradas en los últimos años en esta convulsa zona del planeta.

La “Nueva ruta de la Seda China”, las políticas persuasivas rusas saliendo de su zona natural, rodeada de competidores directos (OTAN y China), o el poderío militar principalmente naval de los Estados Unidos, son algunas de las razones para suponer, que a pesar del fin de la “maldición de los recursos” del Medio Oriente y el Norte de África, se mantiene latente la “maldición de las zonas geoestratégicas” de los principales teóricos de los últimos dos siglos, para que esta región continúe en un paso avasallador siendo el campo de diferentes experimentos bélicos y de ensayo de los poderes duro, blando e inteligente de las teorías de Relaciones Internacionales.

 
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