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| sábado noviembre 23, 2024

El ‘libelo de Al-Aqsa’ vive


Los fieles musulmanes chocan con la policía fuera del Monte del Templo. Estamos hablando de un problema mucho más profundo, un problema que el mundo árabe debe resolver consigo mismo (Foto: AFP)
Traducido para Porisrael.org por Yetty Blum

El terrorismo no busca la paz, no busca dos estados para dos pueblos o un fin a la «ocupación». El terrorismo aparece debido a la incitación, el odio y los libelos de sangre. Busca la destrucción y la ruina y encontrará cualquier excusa para reaparecer, tanto sea cuando los palestinos esten sufriendo a causa de la ocupación o cuando esten prosperando «a pesar de la ocupación». ***

El Monte del Templo, se nos ha advertido, va a incendiar el mundo musulmán. Ya hay protestas en diferentes rincones del mundo. Y aquí, en Israel, un palestino tomó un cuchillo y salió a asesinar a tres judíos. Si sólo hubiéramos actuado un poco mejor, si no los hubiéramos molestado, no habría sucedido.

¿No te encanta ese autoengaño, que se repite cada vez que otra ola de violencia amenaza con destruirlos? Sí, destruirlos, no nosotros. Porque regularmente nos amenazan y se hacen daño. No empezó hoy. Es tradición. Es historia.

En la gran revuelta árabe de los años treinta, los británicos fueron el blanco principal. Las actividades se dirigían contra ellos. Unos 200 británicos, 400 judíos y 5.000 árabes murieron. Al principio no fue una revuelta religiosa. Pero el mufti, Haj Amin al-Husseini, difundió el rumor que los soldados británicos habían profanado mezquitas y que los judíos estaban a punto de tomarlas. Era una continuación del «libelo Al-Aqsa», que el mismo mufti había creado en los años veinte.

Lo interesante es que aunque los británicos respondieron con brutalidad asombrosa, con los medios que Israel ni siquiera sueña con usar, la verdadera brutalidad fue entre musulmanes y musulmanes. Cuando comenzó la rebelión, el mufti estaba en contra de la violencia. Él favoreció el canal diplomático. Con el paso del tiempo, el mufti se radicalizó cada vez más.

En algún momento, la mayoría de los árabes de Palestina renunciaron a la revuelta. El mufti y sus partidarios estaban furiosos. El resultado fue que la mayoría de los árabes asesinados durante la revuelta fueron víctimas de una sangrienta guerra entre las facciones rivales, y el mufti y sus partidarios fueron responsables de la mayoría de los asesinatos.

A medida que pasaron los años, el formato de «un enemigo externo con la auto-matanza» se exacerbó, y no sólo entre los palestinos. Los musulmanes están normalmente furiosos con Occidente. En las últimas décadas, las «fuerzas del progreso» han estado agregando combustible al fuego. Miles de académicos, periodistas y activistas de derechos humanos apuntan con un dedo acusador a Occidente, a Estados Unidos, como el Gran Satán, y a Israel, como el Pequeño Satán. Todo lo que los islamistas dicen, la gente ultra-iluminada lo repite un poco mejor.

Pero la rabia contra Occidente, que se basa principalmente en la mentira y el autoengaño, está entrando en un formato mejorado de «un enemigo externo y auto asesino», porque en los últimos decenios los musulmanes se han masacrando entre ellos, principalmente. La masacre existe dondequiera que haya islamistas, y siempre encuentran excusas para revigorizar la «industria de la muerte» -el título del artículo del fundador de la Hermandad Musulmana Hassan al-Banna.

De 2002 a finales de 2016, unas 202.697 personas fueron asesinadas en actos de terror. No estoy hablando de las bajas de la guerra en el mundo musulmán, donde el número de muertos en ese período casi alcanzó un millón. Estoy hablando de las víctimas del terrorismo, la mayoría absoluta de los cuales son musulmanes, en los países musulmanes o en los centros de población musulmanes. Irak, Afganistán y Nigeria ocupan el primer lugar. Israel está casi en el fondo. Así que con todo el debido respeto a la sensibilidad hacia el Monte del Templo, que existe, es el último problema del mundo musulmán.

 El terror no aparece porque quiere mejorar algo. No busca la paz. Y en nuestro caso, no busca dos estados para dos pueblos, no quiere un fin a la ocupación. El terror aparece a causa de la incitación y el odio y los libelos de sangre. Busca la destrucción y la ruina, y encontrará cualquier excusa para reaparecer.

Cuando los palestinos sufren debido a la ocupación, tienen una razón excelente, y uno puede estar seguro que los representantes de las fuerzas del progreso se convertirán en el brazo de propaganda y justificación del terrorismo. Cuando las cosas están bien, a pesar de la ocupación -y en los últimos dos años ha habido signos de prosperidad- eso hace que la sangre de los yihadistas hierva aún más y se levantan contra la normalización. Y, por atrás, siempre están los instigadores y los agitadores y los financiadores. El joven que salió a asesinar el viernes por la noche creyó que los judíos están profanando uno de los símbolos más sagrados del Islam. Él creyó la campaña de la mentira, comenzando con al-Jazeera y Hamas el jeque Raed Salah y los medios palestinos.

Eso no significa que nuestros tomadores de decisiones hicieron lo correcto. Pero antes de sacar los cuchillos y antes de iniciar una discusión entre el Shin Bet y la policía, y antes de señalar con un dedo acusador al primer ministro Benjamin Netanyahu, debemos recordar que estamos hablando de un problema mucho más profundo.

Un problema que el mundo árabe debe resolver consigo mismo, porque los musulmanes son la mayoría absoluta de las víctimas del terror islámico. El Monte del Templo, con todo el debido respeto, no es ni una pizca de este problema.

 

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4994592,00.html

*** Nota de Porisrael.org

El término ocupación no es correcto. Son territorios en disputa sujetos a negociación

 
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