Cuando se produce una catástrofe mundial, parece que el mundo despierta de su estupor y se moviliza para brindar ayuda. Y aunque las grandes potencias suelen hacerlo con tanta palabrería y no menos propaganda, hay quienes obran en la medida de sus posibilidades en forma más eficaz, concreta y discreta.
En la avalancha de ayuda que el mundo parece extender al lastimado pueblo de Haití, ha pasado un tanto desapercibido la asistencia brindada por un pequeño y alejado país. Situado a 16 horas de vuelo de Port-au-Prince, el diminuto Estado de Israel no ha perdido un minuto en decidir qué es lo que podía hacer para aliviar la hecatombe haitiana. En cuestión de horas se reunió la información pertinente y tres días más tarde llegaba a la ciudad arrasada los primeros grupos de israelíes integrados por personal de Zaka y unidades de rescate, que entre otras cosas salvaron a ocho estudiantes enterrados en la Universidad local. Pero la mayor contribución parece ser el hospital de campaña instalado por el Cuerpo Médico de Zahal, que desde hace días trabaja día y noche para asistir a la infinidad de heridos causados por el cataclismo. Su foja de servicios señala que tan sólo en los primeros cuatro días de labor intensiva, se atendieron a 700 personas.
Considerado por muchos como la mejor equipada instalación de su índole llegada del extranjero, este centro médico instalado en el campo de fútbol de la ciudad cuenta con 121 personas, incluyendo 40 médicos, 20 enfermeras, 20 paramédicos y 20 trabajadores de laboratorio, rayos X y farmacéuticos. En su mayor parte está integrado por personal voluntario del Cuerpo Sanitario de Zahal, aunque hay médicos que sirven en la reserva. Entre los más destacados figura el Director de la Sala de Emergencia del hospital Soroka de Beersheba, un especialista en ortopedia del Hospital Infantil Shnaider de Petaj Tikva y un cirujano cardíaco del Hospital Shaarei Zedek de Jerusalén.
Ascienden a miles el número de heridos que han sido atendidos por el hospital, y decenas las operaciones realizadas por los cirujanos israelíes. Trabajando en muy duras condiciones de campaña (carecen por ejemplo de agua corriente), los israelíes han hecho lo imposible para aliviar la enorme masa de quienes fueron afectadas físicamente por el horroroso terremoto. Una de las primeras tareas fue asistir a una mujer herida a dar a luz a su hijo, un proceso que resultó ser muy delicado y complicado, hasta tal punto que el jubiloso padre decidió que la criatura se llamaría Israel en honor de quienes asistieron a la madre en el difícil parto.
El hecho no ha pasado desapercibido por los medios, y por ejemplo la cadena televisiva CBS calificó el hospital israelí como el «Rolls Royce» de las instalaciones médicas de Haití. La BBC, tan proclive a criticar a Israel, también tuvo palabras de encomio para con la asistencia israelí, y la red televisora ABC envió una carta de agradecimiento al equipo israelí, luego que éste logró asistir en el parto de una mujer que su propio corresponsal, que es médico de profesión, no la pudo ayudar.
El «Jerusalem Post» relata la historia de Elizabeth Cohen, corresponsal de la CNN, que informó sobre las malas condiciones y la falta de equipo médico de un hospital norteamericano. Llegaron médicos pero carecían del instrumental necesario. Escribió que un médico le dijo que estaba muy frustrado al ver lo poco que podía hacer para ayudar a los numerosos heridos que acudían para ser asistidos. «Los casos graves los pasamos a los israelíes», le dijo. Cuando la periodista fue a visitar el hospital israelí se quedó atónita. «Aquí tienen equipos sofisticados, han instalado verdaderos quirófanos. Es increíble».
El periódico «Israel Hayom» informó este viernes sobre la labor de ese hospital, poniendo énfasis especial en cuatro enfermeras, todas ellas madres de dos o más hijos, que abandonaron sus familias para integrar la misión. Desde luego, nadie fue obligado a integrar la misión. Se comprende que mucho titubearon en si aceptar la propuesta de viajar a un país tan remoto, lo que implicaba trabajar sin descanso en condiciones tan precarias. Por ejemplo, véase el caso de la enfermera-mayor Ela Ben-Nifla, madre de tres chicos de 9, 6 y un año y medio. Fue elegida principalmente porque ya tenía experiencia previa: participó en otra misión de rescate similar, cuando en el año 2000 ocurrió un terrible seísmo en Macedonia. Pero entonces, afirma, no tenía hijos. «Pregunté a mis superiores si no podían reemplazarme por una persona más joven. Esos insistieron: Te necesitamos. Pero fue mi esposo quien en última instancia me convenció a que fuera».
Desde que llegaron a Port-au-Prince, como los demás integrantes del equipo han estado trabajando prácticamente 24 horas por día. Afirman que la situación es mucho peor de lo que hubieran podido pensar. Y a veces, el problema mayor es cuando después de curar a algún niño, éste no tiene a dónde ir. «Tenemos aquí una criatura de 9 meses, que estuvo enterrada bajo los escombros quién sabe cuánto tiempo. Ahora está sana. Pero no tiene familia alguna. Me hubiera gustado adoptarla y llevarla conmigo», dice una de las enfermeras. Ahora, las autoridades israelíes están contemplando la posibilidad de que familias israelíes que carecen de hijos, puedan adoptar alguno de los numerosos huérfanos que han quedado en Haití. Se informa que 40 matrimonios ya habrían iniciado tratativas para adoptar esas criaturas haitianas.
Nuestro pequeño país tiene una larga experiencia en asistir a países afectados por catástrofes similares, inclusive en América Latina. Entre otros ejemplos se puede citar que equipos de rescate israelí acudieron en su momento (1976) a Guatemala después de un horroroso seísmo, fueron en septiembre de 1985 a México, tres años más tarde a Armenia, en 1991 a Georgia, en 1999 a Turquía, en 2001 a la India , en diciembre de 2004 a Sri Lanka, y hasta suministraron diversos equipos de primera necesidad cuando el huracán Katrina devastó en agosto de 2005 la ciudad de Nueva Orleáns. Además, médicos forenses israelíes asistieron en la identificación de numerosas personas que perecieron en el tsunami de 2004.
Hay quienes pretenden que se trata de un espectacular «show» para mostrar la faceta positiva de Israel. Elevan quejas alegando que la precaria situación en Gaza se debe al bloqueo israelí, y acusan a este país de haber cometido crímenes humanitarios. Lo que omiten decir es la asistencia médica que en todo momento se presta en hospitales israelíes a enfermos de Gaza y los territorios, como ya tuve ocasión de indicar en su momento oportuno. Y eso no se interrumpió cuando en el hospital Barzilai de Ashkelón se atendía a niños enfermos de aquella zona durante la Operación Plomo Fundido. Y ello mientras que los terroristas del Hamás bombardeaban esa ciudad (y desde luego, incluido ese centro médico) para aterrorizar a la población civil. Bien haría la gente de Gaza en llegar a la conclusión que cuando uno está en apuros y no trata de matar a quienes te pueden socorrer, no hay como los israelíes para que te presten ayuda.
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